El arma de los dioses

Capítulo 13

Poco antes de que el enmascarado llegase hasta donde Troy se encontraba, un pequeño disco de hielo apareció en el antebrazo de Troy que fue usado a modo de escudo por éste para propinarle un golpe en la cabeza al enmascarado, derribándolo así y destrozando el disco por la violencia del impacto. Acto seguido, volvió a gesticular con las manos y un nuevo orbe apareció ante él. Sin embargo, esta vez salió disparado hacia el abdomen de otro de los enmascarados, que cayó al suelo sin aliento.

De los cinco enmascarados sólo tres quedaban en pie, pero ninguno parecía dispuesto a enfrentarse a los chicos y salieron despavoridos en direcciones contrarias. Momento que aprovecharon Troy, Fede y Valeria para acercarse a la aún maniatada Megan, que tomó una gran bocanada de aire al ser liberada por completo.

-Pensé que jamás me encontrariais- fueron las primeras palabras de Megan cuando recuperó el aliento. -Estábamos en la calle porque su plan era cambiarme todas las noches de local para que no me encontrasteis-. 

Troy abrazó a su madre tan fuerte que le dolían los brazos. Se sentía cansado, no sabía si era por la cantidad de hechizos consecutivos o por el hecho de haber encontrado a su madre al fin.

-¿Que hacíais en la calle a estas horas?- quisó saber Megan.

-Habíamos salido a buscarte- se apresuró a responder Valeria- Fuimos a un almacén de la familia Smith, pero parecía totalmente abandonado y ya nos dirigíamos a casa cuando  escuchamos pasos y vinimos a echar un vistazo-.

-¿Pudiste ver a alguno de tus secuestradores?- preguntó Troy

-La verdad es que no, no se quitaban las capuchas bajo ninguna circunstancia, pero era un grupo muy variopinto, incluso creo que había chicos de vuestra edad- Megan no quiso comentar su sospecha de que los Smith eran los verdaderos culpables. Conocía a su hijo lo suficiente como para saber que esa información era prescindible. 

Cuando llegaron a casa, Troy se apresuró en sacar los libros que le había dado Hernest.

-De aquí he aprendido lo poco que sé. Son de aquí de Freylea, fué un mago de Hiennith quién me dijo que yo era mago y me regaló esto- Troy sacó su piedra runa del portarunas y se lo enseñó a su madre. Valeria palideció al verla, era un arco, como el de su difunto marido, pero claramente menos poderoso. Supuso que el mago creador o no era tan poderoso o simplemente no le quedaba poder mágico.

-Me alegro mucho cariño, te veo muy contento, ¿cuantos hechizos controlas ya?- preguntó Megan

-De momento controlo sólo uno de cada libro, ¿Te gustaría verme aprender el siguiente? Esta vez será de viento, que los únicos hechizos que usé en la pelea fueron de agua- Troy estaba emocionadisimo de poder demostrar a su madre sus poderes. 

-Salgamos al patio, no sé cómo de poderoso puede llegar a ser este hechizo, aunque usaré muy poca energía.

Megan aceptó con la cabeza. Troy cogió el libro, y salió al patio acompañado de su madre. Abrió el libro por la segunda página y comenzó a memorizar los gestos y la palabra mágica, era parecido al anterior, sólo cambiaba un par de gestos y en la palabra mágica.

Cuando lo hubo memorizado todo, le pasó el libro a su madre y empezó a gesticular, susurró la palabra mágica y una corriente de aire empezó a girar en círculos en la palma de la mano de Troy.

-¡Alucinante!- exclamó Megan. Troy no pudo evitar soltar una sonrisa y lanzó la esfera hacía un árbol cuya corteza saltó por los aires en la zona de impacto

-¡Guau!- exclamó Troy -con esto debo tener mucho cuidado, podría hacer verdadero daño y ni siquiera he usado su máxima potencia-.

-Troy, tienes cara de cansado, deberíamos dormir. Ha sido un día muy largo, yo también necesito un buen sueño en mí cama-.

-Si, la verdad es que estoy bastante cansado, pero antes ojeare un poco más el libro de agua. Quiero memorizar el segundo hechizo antes de dormir- dicho lo cual los dos entraron en casa, Troy cogió el libro de agua y puso el de aire en su sito. Se despidió de su madre y se metió en su cama, donde se dispuso a leer el segundo hechizo de agua.