uno

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Cansado.

Así se sentía Hueningkai, su matrimonio ya no era el dulce pan con miel que solía ser y sabía que él era el responsable de la distancia que había entre su esposo y él.

Y es que nada era igual, claro que no. Nada fue lo mismo desde aquel día, en el que no dejó que Soobin explicara la escena que habían visto sus ojos.

Cómo todos los días, ya tenía planes para la tarde cuando su querido esposo llegase a casa. Cada día hacían algo diferente, Hueningkai y Soobin pasaban agradables tardes después de que el más alto saliera del trabajo. Sus días juntos se resumían en risas y mimos, la mayoría del tiempo era amor y cariño. Había veces en las que ambos se quedaban hablando hasta altas horas de la noche, siempre tenían tema de conversación. Hueningkai se enamoraba cada día más de Soobin, y Soobin de él.

Esa tarde verían películas, Hueningkai había buscado algunos snacks en la alacena pero se habían quedado sin nada.

Pronto llegaría Soobin así que tenía que ir rápido a la tienda de conveniencia más cercana. Para fortuna del menor encontró todo lo que buscaba y tan pronto tuvo todo en sus manos se dirigió a caja para pagar.

Nadie podía borrar la sonrisa de Huening, o eso era lo que pensaba él.

Caminaba a prisa, pues faltaban exactamente cinco minutos para las cuatro de la tarde, hora en la que llegaba Soobin a casa. Nunca en sus diez años de casados Soobin encontraba la casa sola, siempre que llegaba, Hueningkai estaba ahí esperando por él.

Sus pasos se detuvieron abruptamente al reconocer esa silueta al otro lado de la calle, era él. Desde su lugar vio como su esposo caminaba tranquilamente mientras charlaba con un chico castaño dueño de lindas mejillas y encantadora sonrisa. Parecían hablar cómodamente así que el menor no quería interrumpir y siguió su camino a la par de los chicos a unos cuantos metros de él. De vez en cuando volteaba a verlos y no es que Hueningkai sea celoso, para nada, él confiaba plenamente en su querido Soobin; pero le encantaba la idea de observarlo cada que podía.

En una de esas miraditas furtivas que le daba el menor a Soobin, presenció como el chico, de quien desconocía nombre, besaba calidamente al más alto. De milagro las bolsas no se le cayeron de las manos pues su cuerpo empezó a temblar, tal vez las bolsas no se cayeron pero Soobin sí. Para Kai, Soobin era el hombre más bueno del mundo, el chico perfecto, puro, y sobre todo fiel; en pocas palabras tenía a Soobin en un altar del cual cayó al ver que sus labios los compartía con aquel castaño.

No esperó más y salió corriendo sin esperar a ver que más pasaba entre ambos chicos. Los planes de esa tarde estaban cancelados definitivamente. Sabía que debían hablar sobre el tema como la pareja civilizada y amorosa que todos decían que eran, porque en todo su matrimonio nadie los había visto molestos o discutiendo, entre sus familiares y amistades eran conocidos como la pareja a seguir.

Hueningkai esperó impaciente la llegada de su esposo, quien a los pocos minutos entraba a la sala con una bonita sonrisa. El menor se encontraba sentado en el sofá individual de brazos cruzados. Soobin se acercó hasta él queriendo besarlo pero Kai se movió, este acto no paso desapercibido por Choi.

-¿Qué pasó?
Preguntó ceñudo.

-Te vi, al final no soy el único que prueba tus labios...

Sorpresa era lo que reflejaba el rostro de Soobin al escuchar a su esposo. Hueningkai rió sin gracia.

-No es lo que crees Kai

-¡Por Dios! Eso es lo que dicen siempre, no quiero hablar más ¿okey?

-¡Deja que te explique!

-Estoy bien de la vista, sé lo que vi.

Desde ese día lo único que hacían juntos era comer y dormir. Soobin siempre hacía el intento de hablar con Kai, pero el menor no hacía mucho de su parte. Le partía el alma el que Huening dejara de reír y mantenerse positivo, siempre con una sonrisa.

Ambos podían ver como el bonito matrimonio que habían construido se desmoronaba junto al pequeño corazón de Hueningkai y ninguno de los dos hacia algo al respecto.

ramito de violetas | sookai #SookaiAwards2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora