El peligro era evidente en las calles. Todos salíamos en pandilla y cada uno con un arma a mano. Cuando empezaba a oscurecer no se veía ni un alma. Habían muchos asesinatos, violaciones, robos y asaltos por el día pero aun así no se comparaba con las matanzas en las noches.
Era de día, Adam, sus amigos y yo nos divertíamos en la vieja casa abandonada. Una inmensa mansión en ruinas, con un césped intacto a pesar del tiempo (por eso supusimos que era artificial) aunque destacaban unos cinco árboles que entrelazaban sus raíces y ramas, donde los niños imaginaban una pequeña casa en la cima.
Algunos fumaban, otros se drogaban con medicamentos o bebían, pero Adam y yo solíamos burlarnos de las tonterías que decían. Ese día cuando sol comenzó a ocultarse y todos huyeron, se nos ocurrió quedarmos un rato más, así podríamos estar solos antes de enfrentarnos a mi familia. Nadie tenía nada en contra de nuestra relación pero igual no la entendían. Él y yo nos queríamos de verdad, sin embargo decidimos que estabamos fuera de ese estúpido rollo de la seriedad y el noviazgo.
— Un tipo me estuvo coqueteando en el metro. — le dije mientras me acomedaba entre sus piernas.
—¿Ah si?— susurró en mi oído al abrazarme con sus largo y anchos brazos por la cintura. — ¿y qué hiciste? — preguntó y comenzó a besar mi cuello.
— Me hice la tímida — le dije y solté una carcajada. Sentí su risa por detrás.
— ¿Tú, tímida? — siguió riéndose con la cabeza enterranda en mi pelo.
— Le coqueteé un poco haciéndome la inocente y cuando fue a besarme le formé un berrinche. — nuestras risas volvieron a resonar. — Estaba aburrida porque no estabas allí.
— Te lo puedo compensar — no me dejó contestar (auque un segundo después decidí que era mejor el silencio) porque introdujo con lentitud sus dedos adornados con anillos en mis bragas. — ¿Ya no te aburres? — tomó el lóbulo de mi oreja con sus labios.
— No, ahora me divierto — jadeé. Adam fue más allá al acariciar mi clitoris para después penetrarme con dos de sus dedos. Este hombre sabía cómo ponerme cachonda. Le tomé la boca con fuerza, nuestras lenguas bailaban y los dientes mordían.
Cuatro horas después.…
Sentada entre las piernas de mi hombre, fumaba mi primer cigarrillo de la noche. La casa estaba como siempre abarrotada de personas, mi madre nos observaba con recelo desde su asiento en la mesa, mi padre veía las noticias con cara de aburrido (lógico, todos los días hay muertes; ya es costumbre), la vecina llevaba desde el atardecer contando chismes a mi madre, que esta vez no escuchaba. Jamie, mi mejor amigo la miraba con desaprobación. Era de los que no hablaban solo cuando quería gritar, en ese aspecto yo era la única que lo calmaba. Llevaba un jean negro y su común sudadera de azul muy oscuro. Los tres (Adam, Jamie y yo) empezamos a reirnos de nuestras reacciones hacia la estúpida actitud de los adultos, nadie nos hace caso. Nunca nos han comprendido.
Tomo a Adam de la mano y lo arrastro hasta mi habitación. Cierro la puerta y boto el cigarrillo por la ventana, aquí ya no importa que las calles estén sucias. Me quito la camiseta blanca y la tiro al cesto de la ropa sucia pues esta llena de tierra. Dejo caer mi cuerpo en la cama cuando me desago de los zapatos.
— ¿Queda algo de droga? — le pregunto a la vez que él se quita la cazadora negra y se queda con una camisa blanca dejando ver su musculosos brazos llenos de tatuajes. Levanto mi torso para sentarme mientras Adam se acerca descalzo, me baja el jean y coloca sus caderas entre mis piernas.
— Se acabó en la mañana. — dice sin darle importancia. — No compré más porque la noche pasada hubo un incendio en casa de Miles.
— Bueno, se acabaron las drogas por unoa días. — desabrocho el botón de su pantalón y bajo la cremallera. — ¿Te vas a quedar hoy? — Le prengunto cuando comienza a repartir besos en mi cuello.
— A tu mamá no le gusta. — me contesta y termino de quitarle el jean y la camiseta. Sube sus rodillas a mi cama por entre mis piernas mientras yo me arrodillo también.
— ¿Y eso qué? A ella nunca le gustaste y aun así te tiene que tragar.
Aprieta mis nalgas con sus enormes manos mientras me besa sin cordura, cuando suena mi móvil.
— Déjalo. — me susurra en mi oído, me empuja hacia la cama y se queda arriba de mí. El teléfono seguía sonando, esta vez no pude ignorar el nombre en la pantalla.
— Espera Adam, creo que es importante. — me mira con mala cara y se aleja. — ¿Si? — contesto un poco confundida. Era la madre de Jamie, la misma que hablaba con mi madre hace solo minutos.
— Querida, por favor. Ven a mi casa ahora, te necesitamos. — solloza desesperada y cuelga.
— Adam, tengo que irme. — informo
— ¿A dónde?
— A casa de Jamie, no creo que sea nada bueno. — le digo mientras me vuelvo a poner lo vaqueros, la camisa, la sudadera y los tenis.
— Es de noche, no deberías salir. Además, ya no trabajas como policía. — argumenta a la vez que se viste y yo tomo el arma. Recargo.
— Estaré bien, ahora vengo. — salgo de casa evitando las preguntas de mi madre, cruzo el pasillo y la imagen que me encuentro no es nada agradable.
La puerta de aquella casa estaba abierta y el suelo teñido de rojo por la sangre del padre de Jamie. Una bala justo en el pecho y varios golpes en el rostro. La mujer lloraba desde el otro lado del vestíbulo y mi mejor amigo tiraba al suelo todo cuanto veía, gritaba con rabia y golpeaba las paredes. El mismo asesino que había matado a todo el que vivía en nuestra cuadra atacaba otra vez. Lo peor es que mañana le tocaba a mi familia y eso no lo iba a permitir.
— Vayan para mi casa. — le digo a la madre. — Jamie — llamo y sé que no me escucha — ¡Jamie! — grito y cuando se detiene lo agarro de brazo para sacarlo de allí. Me encierro en el baño con él y lavo las heridas de sus puños.
— Escúchame. Ahora tú y Adam se van a encargar de proteger a esta familia. Tienes que controlar esa fiera que llevas dentro. — digo al tiempo que bajo sus jeans, él seguía con el corazón a mil y conteniendo su fuerza. Le bajo el bóxer. — Yo tengo que irme. Es a mí a la que le toca atraparlo, sé dónde se está. No podía ir por él antes porque me faltaba una pista, pero ya la encontré. — tomo su polla y muevo mi mano de arriba hacia abajo al ritmo que le gusta. Su cara se relajó y su cuerpo ya no estaba tenso. — Utiliza un patrón para cada ataque de la noche (cinco muertes). No pude impedir que mataran a tu padre, pero puedo impedir que maten a otras personas. Si no muere hoy, mañana le toca a esta casa.
— ¿Y tú? — jadea
— ¿Yo? Ya veré. No puedo llevarlos a ustedes y tampoco voy a arriesgar a nadie. — el chico gime y el semen moja mi mano — ¿Mejor?
— Sí
Salgo de allí y me encuentro a Adam recostado a la pared. Sabía que había escuchado todo.
— ¿Esta más tranquilo? — pregunta
— Ya está calmado, eso siempre funciona. Solo necesita una hora a solas y se comportará normal.
— Sabes que no voy a dejarte ir. — dice con voz severa. Me acerco y lo abrazo.
— Adam, lo mejor de esta relación es la libertad. — lo beso y me alejo de él.
Bajo los últimos peldaños de la escalera y me adentro en la oscuridad. Gritos de dolor llenaban la lavandería de la esquina y una persecución de personas ocurría a unos metros de mí. Avancé y cuando ya me encontraba sola, sentí pasos detrás. Estaba cerca de la zona donde podría estar el asesino, pero algo me decía que Adam me seguía. Otros pasos más rápidos, quizás alguien corriendo, se acercaban. Era la voz de él llamándome, lo ignoro y continúo caminando. De pronto escuché un disparo y solo vi sangre a mi alrededor.Holi. Solo quería comentarles que esta última historia fue literalmente un sueño😅. Lo juro, fue súper extraño y todavía no he sacado las imágenes de mi cabeza.
Por cierto, díganme qué les parecen los cuentos. Me gusta leer los comentarios de mis lectores. Bss🙃👋
ESTÁS LEYENDO
Cuentos cortos
De TodoEste libro muestra una colección de cuentos que hago para distraerme y quería compartirlo con mis seguidores. Suspenso Misterio Romance Lemon Historia juvenil Drama y más