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Ya eran pasadas las tres de la mañana y Conway seguía en comisaría, sentado frente a su escritorio, trabajando con la gran cantidad de documentos que se habían acumulado esa semana. 
Dio el último sorbo al café que Volkow le había traído hace algunos momentos, deseando que fuese Whisky como lo había hecho con el primero. 

Estaba agotado, deseando que algo surja, un código 1, o un código 3, lo que fuese, cualquier cosa era mejor que estar allí o en su departamento. 

—Superintendente, ¿me copia? 

Los ojos miel parecieron brillar ante la emoción que comenzó a recorrer su cuerpo. Estiró la mano rápidamente para tomar la radio, apretando el botón para soltar un escueto "10-4" que ocultaba la felicidad que sentía de tener la excusa perfecta para salir de ese lugar. 

—Una mujer informó sobre dos hombres aparentemente alcoholizados que están causando escándalo en la plaza frente a su casa. 

Esa no era un llamado digno del superintendente, normalmente se encargaría cualquiera de los alumnos, pero quizás podría divertirse un poco con aquellos hombres. 
Era muy común tener que ir a controlar a personas que se pasaron de copas, pero normalmente sucedía en los bares, inclusive en la playa, pero no recordaba haber tenido que asistir a algo como esto, pero era mejor que nada. 

Minutos después ya estaban estacionando en el parque únicamente iluminado con farolas, se bajaron del zeta y entraron en busca de los hombres. 

—¡Más alto Gustabo! ¡Más alto! 

Ambos reconocieron la voz y ese nombre que parecía ser sinónimo de problemas, acercándose con rapidez a dónde estaba el par de borrachos.

—Esto debe ser una broma —murmuró Volkov al reconocerlos en las hamacas de la zona infantil. 

Horacio se balanceaba con fuerza, mientras que Gustabo, parado a sus espaldas, le empujaba con notable entusiasmo. 

—¡Siento que voy a llegar al cielo! —gritó emocionado el hombre de cresta, observando el mismo. 

Si bien la sensación de balanceo le mareaba el fresco viento en su rostro era capaz de compensarlo.

—¡Toca el cielo Horacio! 

El nombrado se soltó y alzó sus manos, resbalándose de la hamaca y cayendo varios metros a delante, sobre la arena. 

—¡Hostia! —gritó posando las manos en su cabeza en clara sorpresa, pero la hamaca le golpeó con fuerza en el estómago. 

—Gusnabo... —llamó en un quejido Horacio. 

—...maldición —soltó Jack junto a un cansado suspiro— ¿A quién eliges? 

Volkov paseó su vista entre los dos hombres ebrios tirados sobre el suelo, Gustabo arrollado sobre su estómago y Horacio medio arrastrándose en un intento de levantarse.

Quizás debía de ir con Gustabo, si bien nunca tuvo una conversación a solas más allá de un saludo era mejor que ir con un Horacio sin estar totalmente cuerdo -aunque no lo estaba sobrio- y pasar un incómodo momento luego del rechazo. 

—Voy por Gus- Horacio —corrigió cambiando de opinión a último momento al verle vomitar. 

El superintendente se acercó con parsimonia y se arrodilló a su costado apartando los dorados cabellos de su frente, acariciando con su mano libre la espalda encorvada cubierta por la gruesa chaqueta roja. 

Por otro lado, Volkov trataba de levantar sin éxito al hombre de cresta. 

—¿Gustabo me llevó al cielo? 

—No. 

—¿Entonces un ángel bajó a buscarme? 

Las mejillas del ruso se coloraron demostrando la repentina timidez que causó ese comentario, pero aún así continuó levantando al contrario. 
O al menos siguió intentándolo. 



Like a Kid | IntendenteplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora