Doce

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La reunión del consejo tuvo lugar al aire libre, en el claro que ocupaba el centro del campamento. Asistieron todos los guerreros y fue presidida por el jefe de paz. Éste empezó encendiendo una pipa de esteatita grabada, que había llenado de tabaco y hojas de zumaque machacadas.

Jimin se sentó detrás de Jungkook y de El que Lucha con el Oso, nervioso y asustado. Cuando, después de hacer una ofrenda de humo al gran espíritu, la pipa hubo pasado por todos los guerreros, empezaron a deliberar sobre la hermana del esposo de Lanza Afilada. Jimin estaba al borde de un ataque de nervios.

—¿Por qué tardan tanto? —le preguntó a Vestido Corto, cuya mano tenía agarrada con fuerza.

La mexicana sacudió la cabeza y le dijo que tuviera paciencia. Le habían permitido asistir por si tenían que preguntarle algo, pero si interrumpía a los hombres, lo echarían. No querría avergonzar a su marido, ¿no?

—Debes ser valiente —siguió aconsejándolo—. Este pueblo respeta el valor y desprecia a los que muestran miedo, especialmente si son blancos.

Apretando los dientes, Jimin se obligó a calmarse, aunque permanecer sentado y en silencio durante tres horas mientras se debatía el futuro de Amelia fue una de las cosas más difíciles que había hecho nunca.

Los guerreros hablaron por turnos. Empezó El que Lucha con el Oso, que les recordó su compromiso de ayudar a su hermano a rescatar a Amelia. Luego, habló un emisario, uno de los jóvenes que habían ido a buscarla. La habían localizado en una tribu de comedores de antílope, a dos días de viaje hacia el noroeste, pero su dueño no quería devolverla a ningún precio.

Para alivio de Jimin, Lance preguntó por el estado de Amelia y se interesó por si podría viajar. El joven replicó que le había parecido igual que todas las demás cautivas blancas, cobarde y servil, lo que desató las risotadas de los asistentes. Jimin se mordió el labio inferior con tanta fuerza que se hizo sangre. Se consoló pensando que Amelia seguía con vida y que Jungkook no lo abandonaría.

No lo hizo. A lo largo de la reunión, Jungkook expresó su intención de ir a buscarla personalmente, lo que generó otra ronda de discusiones. Nadie, ni siquiera el jefe de guerra, podía impedirle que lanzara un ataque por su cuenta, pero tampoco tenían obligación de ayudarlo, y necesitaría ayuda si pensaba arrebatársela a su dueño. Alguien sugirió que deberían probar un acercamiento más diplomático. El que Lucha con el Oso estuvo de acuerdo.

La reunión del consejo se alargó una eternidad, básicamente porque tenían que llegar a una decisión por unanimidad. Para complicar más las cosas, Amelia había sido capturada por una tribu comanche, y los comanches no luchaban entre ellos.

Al final, el jefe de paz planteó una solución que pareció contentar a todos.

—¿Qué ha dicho? —susurró Jimin con impaciencia.

El que Lucha con el Oso encabezará una expedición al campamento de los comedores de antílope. Al ver que un jefe tan poderoso pide el rescate, se replantearán su decisión.

Jimin cerró los ojos, conteniendo un sollozo de alivio. La batalla por Amelia no estaba perdida todavía. Sintió ganas de besar a El que Lucha por el Oso.

La reunión se alargó aún más, pero Jimin ya no prestaba atención. Vestido Corto le dijo que habían decidido celebrar un baile esa noche, durante el cual prepararían medicina para que la expedición fuera un éxito. No era un ataque ni una partida de caza, pero El que Lucha con el Oso necesitaría medicina de protección. Luego, los guerreros partirían antes de que se hiciera de día, ya que traía mala suerte empezar algo a plena luz.

Salvaje •kookmin• AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora