"La mujer es digno manjar de los Dioses, cuando no lo guisa el Diablo."
Oh, terrible placer; maldito sea el día en que nació, maldito sea el día que su alma sumida en la oscuridad tomó la belleza más pedestre y oscura que pueda existir.
Dichoso sea...
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ꟷMy Lord, ha llegado una carta
Y aquí, es donde comienza la tragedia.
El mensajero, tan puntual en la mañana anuncia al cabeza de familia la llegada de una nueva epístola, su trabajo es terminado y se retira como si su presencia no se acoplase con el espacio de la oficina de su señor. Y bueno, hablando de él, tan tranquilamente como la rutina diurna lo indica, revisa el remitente, viendo el sello de la familia.
Aquella familia maldita. Los Phantomhive.
Sonríe con orgullo, desde la última vez que hablo con el Conde Phantomhive habían quedado en acuerdos poco idóneos, y esperaba con ansias la carta del susodicho. Toma con su mano dominante el abrecartas y con un ligero movimiento el sobre es roto, a continuación, lee lo que se convertiría en el infierno para la familia.
"Espero con ansias, Lord Dahlbeck, que su parte del trato esté por cumplirse. Hoy mismo a las 4pm me encantaría conocerla.
Lord Conde CielPhantomhive"
Si, 25 palabras eran las que condenaban a Kristen.
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ꟷ¡He dicho que no! No me casaré con un desconocido.
Bien, ahí la tenemos, luchando por su libertad. Sin embargo, bien ella sabe que es inútil e imposible que con un pequeño berrinche suyo la situación cambiase.
ꟷKristen, ahora tu opinión no importa, te casarás con el Conde Phantomhive, no hay vuelta atrás.ꟷ Firme exclama su padre mientras su empedernida mirada se clavaba en su hija impar. El almuerzo había ahora tomado un aura tensa.
ꟷCariño, hazle caso a tu padre, esto es por el bien tuyo y de la compañíaꟷ su aterciopelada voz intenta detener el volcán en erupción que es Kristen. Si bien ella tampoco deseaba su matrimonio, era lo mejor para todos, eso, y que ella era influenciada muy rápido por su marido.
ꟷ¿Mi bien? Dirás el bien de la compañía, porque lo único en lo que piensan es en el dineroꟷ colérica se levantó de su asiento y con pasos largos salió del comedor hacia su habitación y se encerró en esta con un portaso. Allí abajo se había obrado como una cría rebelde e inmadura, le malquería comportarse como la niñata que no era y nunca fue, pero era necesario para no levantar sospechas.
De aquí para allá en la alcoba personal, Kristen pensaba en cómo librarse de su futuro esposo. No tenía intención alguna de casarse, ni mucho menos tener hijos o heredar la compañía de su padre, cosas tan mundanas interrumpían en su destino funesto por lo cual intentaba evadirlas a toda costa.
Ella sabía perfectamente que el Phantomhive no sería como sus anteriores pretendientes, él era un hombre frío y manipulador, que de seguro al igual que su tacaño progenitor buscaba el dinero de la compañía, ya lo veía, unión y luego absorción, así eran los matrimonios. Tal vez si era lo suficientemente irritante, rebelde e inmadura el Conde anularía su compromiso.
Su falible plan fue interrumpido por los toques en la puerta de su alcoba, la cual se entreabrió dejando ver a su madre con una cara de preocupación. "Falsa" retumbó en el interior de la joven.
ꟷKristen, querida, tu padre me encomendó decirte que te cambies y prepares, iremos dentro de una hora a la Mansión Phantomhive.ꟷ Luego de eso, desapareció de allí, dejando aún más colérica a su hija.
Sin perder el tiempo, buscó algo decente; iba a actuar como una cría, no a vestirse como una. Era otoño, por lo cual la temperatura iba descendiendo para la llegada del blanco y largo invierno y necesitaba un vestido que abrigara un poco.
Sacó sin dudas un vestido índigo que cubría todo. A juego con él un par de aterciopelados guantes oscuros. Despojó de su cuerpo el vestido pastel para luego vestirse en añil. Pasó por su tocador a desenredar su cabello fuliginoso y aplicar su tenue bálsamo en sus labios, cuando terminó, atavió sus delgadas manos con los guantes oscuros.
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Aún resignada bajó a la sala de estar, donde esperaban aquellos que decían ser su familia. Su madre Jone con un vestido ambarino extravagante, pero con un maquillaje sutil, y su padre con un traje gris pardo.
"Patéticos", retumbó en su interior.
Cuando estuvieron listos salieron hacia el carruaje que los enviaría al hogar del Phantomhive. Kristen, siguiendo su actuación de niña consentida se sentó enfrente de sus padres con el ceño encogido y los brazos cruzados, mirando por la ventana el paisaje.
Se podría decir que este era el principio del fin...
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