Capítulo 1: Black Beast

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Capítulo 1: Bestia negra.






DÍAS ATRÁS, LA FLAMANTE EMBARCACIÓN DE TYLAN GREYJOY HABÍA AMARRADO SUS CUERDAS A LAS ISLAS DE HIERRO NUEVAMENTE, y con él, los problemas. Había pasado mucho tiempo en el mar, más del que cualquiera de sus hermanos había pasado, y también se había perdido de la guerra, pero había librado otras en altamar. Tylan pudo observar cosas que solo se decían en los cuentos, criaturas enormes y otras hermosas, había perdido hermanos a causa de la tentación y la traición, había tenido que sucumbir ante la asfixia del agua para volver a nacer. Se había convertido en un líder, y poco rastro quedaba de aquel chiquillo de diesisiete años que su a padre había enviado al tormentoso mar por una razón: no lo quería cerca.

Tylan jamás había sido como los demás. Theon agachó la cabeza cuando su padre lo entrego a Eddard Stark, pero él se quedó luchando inútilmente en casa para recuperarlo. Yara sabía pensar y guardar silencio cuando debía hacerlo a pesar de su temperamento. Pero sabia que ya no quedaba nada, no había más hermanos, ni tíos dementes, ni padre. Todos estaban muertos gracias a la reina dragón, la reina león y la falsa lealtad hacia los Stark. Y estaba cansado además de furioso. Jamás se había quedado callado, jamás había respetado las costumbres de su hogar; ¿luchar? le parecía bien, ¿tomar lo que los demás creían merecer? no estaba de acuerdo con eso.

En las Islas de Hierro todos sabían luchar, combatir, y no habían aprendido porque querían, si no por necesitaban hacerlo. Las mujeres necesitaban defenderse de los hombres que querían tomar lo que decían merecer, los padres debían proteger a sus hijos de otros que querían tomar lo que decían merecer. Siempre había sido, y jamás le había gustado. Había un orden natural para todo, necesitaba haberlo. Sin embargo, apenas volvió, supo que debía hacer valer el lema de su casa. Nosotros no sembramos.

Era un hombre de mar, un navegante, un líder, y tuvo que implementar la primera regla de su casa, aunque no quisiera hacerlo. Tomo lo que creía merecer. Aquello que era suyo por derecho, pero ¿el derecho lo hacía digno? —Mi rey...— murmuró una voz profunda, con burla, y Tylan sonrió incluso antes de girarse con la botella de ron en mano, viejas costumbres de altamar.

—¿Que quieres, Erik?— preguntó mirando a su segundo al mando, menor en edad y en experiencia, pero con incluso más sabiduría que él, algo, que era raro. Lo había salvado de las garras de un tormentoso mar cuando lo habían lanzado por la borda de otra embarcación, desde allí, Erik sabía que estaba en deuda de vida con el mayor.

—¿No te tengo que llamar así ahora?— pregunto mientras tomaba un vaso y le arrebataba la botella al rey. Este protesto.

—Te puedo colgar por eso...

Erik río —No creo que sea conveniente ahora, no después de haberle cortado el cuello al que te cuidaba el lugar — señaló —Yo te cuido la espalda...

Ambos compartieron una sonrisa de lado —Me cuidas la botella de ron, querrás decir — contraatacó. Mientras pasaba una de sus manos por su ahora, rostro libre de vello. Le resultaba extraño volver a verse el rostro sin él. —No me estaba cuidando el lugar, no quería devolverlo a los Greyjoy. Hemos estado en la cabeza desde hace mucho como para que alguien crea que puede usurparlo así como así

Erik suspiro —No sabes nada de reinar, manejar a todas estas personas, que según pude ver son más salvajes de lo que me contaste — río recordando el arribo a esas islas. Fue una locura.

—Fui el capitán de un barco por años, supongo que no se debe diferenciar mucho, solo tengo que evitar que las cosas no se vayan al demonio — respondió abstraído en sus pensamientos. Sabía que reinar no era lo mismo, que era mucho más difícil, que debías cuidarte las espaldas de incluso aquellos a los que protegías. —Tenemos que hacer cambios

—No creo que las Islas de Hierro sean el lugar que se adapte fácilmente los cambios —Erik murmuró. La mandíbula de Tylan se marcó, sus ojos claros expresaron preocupación.

—Tendran qué...











EL FRIO DEL NORTE LE CALABA LOS HUESOS A CUALQUIERA, Sansa se mantenía en su sala mientras leía varias peticiones y novedades desde el sur. El fuego que calentaba la habitación chispeaba llenado los oídos de la pelirroja con algo conocido. Hogar. La puerta sonó —Mi lady...— murmuró una de sus damas desde afuera.

—Pase

—Le ha llegado esto desde el sur — dijo cuando ingreso a la sala para dejar un pesado paquete sobre la gran mesa de roble. Una de las finas cejas de Sansa se elevó con curiosidad. —Es del señor Lannister — informó antes de hacer una reverencia y dejar la habitación.

Cuando estuvo sola nuevamente se levantó del asiento y rompió la envoltura del paquete descubriendo una fina tela en su interior, una tela del sur. El vestido estaba delicadamente bordado, el color azul contrarrestada con lo pálido de sus manos, y el diseño era hermoso. Por unos segundos recordó su estadía en el sur, lo que había empezado como una utopía termino siempre la mayor pesadilla. Una niña que quería una corona y había obtenido a cambio la muerte de toda su familia.  Sansa dejo el vestido para tomar la carta que venía en el paquete y abrirla, la letra de Tyrion Lannister alli estaba, podía reconocerla porque habían intercambiado notas y cartas sobre el estado del sur antes, pero sabia que esa carta no se trataba de algo formal, si no de algo personal.

Reina Sansa

Se que no usan mucho el rosa y el rojo en el norte, así que me pareció que el azul era apropiado para sacarla del monótono negro.

Se que esto llegará en el momento apropiado así que le deseo un feliz aniversario del nacimiento.

Tyrion.

Pd: deberíamos de seguir casados



Debajo de la carta el sello de mano del rey relucía. Sansa dejo escapar una sonrisa de entre sus labios, podía incluso imaginar la cara de Tyrion al decir las últimas palabras. No funcionaría entre nosotros, le había respondido la última vez. Las lealtades divididas había sido su excusa, pero ahora ya no había dos bandos. Sacudió la cabeza, sabía que no amaba a Tyrion pero si lo respetaba. Y sabia que no podría casarse por amor en un futuro lejano, no lo veía posible. Suspiro al notar la gran verdad en la carta, era el aniversario de su nacimiento.

Pero estaba sola, de nuevo. No había una mamá que le llevase un pastel, ni un padre que le halagara. Tampoco estaba Robb haciendo un desplante cada vez que su madre decía que estaba mas cercana a la edad de casarse, una Arya que evitaba pelear con ella en ese día con todas sus fuerzas, o incluso un Jon que la saludaba con temor porque sabía que no iba a recibir más que una sonrisa escueta de aquella niña que aún no había abandonado Winterfell. Los remordimientos la atacaron con fuerza, le hubiese encantado disfrutar más de su familia, quería volver el tiempo y gritarse en la cara lo estúpida que había sido.

Pero no podía.















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⏰ Última actualización: Aug 29, 2020 ⏰

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