Cuando lloras

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En estos momentos, siento que algo muy parecido a mi corazón se rompe. Ah, pero es tan astuto y tonto, que al quedar en pedazos regados en el suelo, ese algo quiere ahogarse y traspasar la superficie que se aguanta el montón de basura que piensa que es.

Porque su belleza está en sus lágrimas, y sus lágrimas reflejan lo perfecto del dolor encerrado dentro del cubículo del baño público. Era una emergencia, se decía, pero solo tenía ganas de poner en líquido salado lo fracasado de una vida sin pimienta, porque sal le sobraba.

Este algo se decía:

"Cuando veo mi reflejo, mis ojos perciben lo desfigurado de mis orejas, pensando que me aplastan el cráneo, volviéndolo irregular y anormal.

Porque de él brotan dos cascadas de agua salada que lo agrietan, desde sus cuencas hasta más abajo de la quijada.

Soy tan feo, que siento que mis lágrimas quieres huir de mi rostro.

No sé qué clase de monstruo somos cuando lloramos con o sin razón, pero nos reboza la agonía, que no puede pasear sin el grito inverso, que no tiene otro trabajo que el de llenar nuestras cavidades internas para dejarnos sin sangre. Haciéndolo mientras se ríe en la quietud del silencio.

Cállate.

Quiero no verme más, quiero sufrir sin sufrir.

Pero no estás listo para entenderlo, porque lo tonto se queda tonto, hasta que el fuego lo calcina.

Piensa.

Ahora sé que por eso, el otro día la montaña se veía tan gris como mis ojeras, tan prominente como la hinchazón de mis ojos, y tan agrietada como las líneas de mis manos.

Mira.

Inmediatamente, veo que viene corriendo una bestia hacia mí. Ah, es un oso. Hasta lindo es, el desgraciado.

Me atrapa, es un hecho. Desgarra mi ropa, llevándose parte de mi carne con ella. No digo palabra alguna, dejó que me lleve, porque si voy a otro lugar, probablemente me lleve la fuerza de ese animal conmigo.

Por eso, me quedo esperando a que se coma mis adentros, y que haga una minuciosa selección de mis órganos más deliciosos con tu garra derecha. Mientras con la izquierda, sostiene mi cabeza, y de vez en cuando voltea a mirar su pieza regalo, tratando de succionar mis ojos con su boca asquerosa.

Al menos ya no tengo por donde llorar".

Sin querer palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora