𝐛𝐥𝐚𝐜𝐤 𝐡𝐨𝐥𝐞 ✧ cursed

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𝒑𝒓𝒆𝒇𝒂𝒄𝒊𝒐
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Dante Maximus observaba inquietante a los dos caballeros desde el pódium. Y no era para más, ya que su fiel amiga Evelia era uno de ellos.

Desde que la conocía, ella nunca dejaba de mencionar que su más grande sueño era formar parte de los équites, la caballería de su Emperador Promitor Augusto Libertus. Pero ambos sabían perfectamente que eso era imposible, puesto que desgraciadamente en la época que vivían, las mujeres bajo las leyes eran consideradas inferiores.

Por eso, cuando Evelia mencionó; «tal vez si me hiciera pasar por un chico...» y después de responderle con todas las desventajas existentes, ella entendería que ese sueño nunca sería posible. Sin embargo, no contó que al día siguiente la encontrará en su habitación intentando verse como un chico. Resignado decidió ayudarla. Tenía muy en claro que su amiga nunca se rendía, y era una de las cosas que más admiraba de ella.

—¡Es magnífico que el zorro silencioso este aquí! ¡No puedo creer que sea amigo tuyo Dante! —dijo Marco Augusto, segundo hijo del Emperador— Espero que padre lo obligué a mostrarnos su rostro. ¡Seríamos los primeros en conocer la identidad del misterioso guerrero del bosque!

—Justo ahora siento envidia de ti Maximus eh, ¿Dinos, ¿quién se esconde detrás de la máscara? —preguntó un patricio cercano a Marco.

Dante volvió su vista a Evelia. Portaba un braccae¹ marrón, una paenula² rojiza junto a un modificado focale³ que le cubría la mitad del rostro, una coraza de metal, las grebas⁴ igual de metal que protegían sus piernas (aunque ambos sabían que más bien era para poder cubrir cada parte que revelara "mujer", porque ella odiaba las grebas), y la típica gálea⁵ romana. Su altura también jugaba un papel importante, ya que junto a lo anterior casi no se notaba que era una chica.

—Ni te imaginas quién se esconde bajo todo eso —susurró para él mismo.

A pesar de ello, Alair Augusto primer hijo de Promitor, que se encontraba detrás de él, logró escucharlo.

Dante notó como la pelinegra se ajustaba el casco y comenzó a jugar con los dedos de sus manos claramente nervioso cuando escuchó a su Emperador iniciar el combate.

La primera fase para poder formar parte de los équites consistía en un combate con algún prisionero.
Evelia le había pedido que usará sus influencias y colocarán en la arena a un oponente que hubiese cometido un crimen terrible o algún enemigo, pues ella no pensaba lastimar a nadie de su pueblo.

Al ver al hombre que la superaba en tamaño, se preguntó por qué accedió. «Porque en ese momento tenías confianza en ella. Porque, sabes que puede lograrlo.» le dijo una voz en el interior de su cabeza. Suspiró, era cierto, todas las veces que ella lo acompañaba de incógnito a sus misiones logró ver de lo que era capaz. No por nada se había ganado el apodo de "zorro silencioso". Aunque todos creían que era un chico lo que se escondía bajo la capucha y el trozo de tela cubriendo la mitad de su rostro, no dejaba de lado el hecho que era considerada un héroe. Y era la misma chica que tenía frente a él justo ahora, la que en varias ocasiones le salvó la vida.

Ya más tranquilo observó cómo su querida amiga estaba realizando otro de sus deseos suicidas.

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Evelia no estaba (ni un poco) asustada ante el gran hombre que tenía al frente. Incluso, cuando lo observó no puedo evitar formar una sonrisa ladina bajo la paenula, ya tenía claro que ella ganaría el combate. Su contrincante vestía solo con una faldilla romana, y sujetaba un escudo junto a una espada.