La caída

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La lluvia azotaba agresivamente contra el reino, ese lugar que siempre rebosaba de vida en estos momentos solamente lloraba con dolor, su rey había muerto.

Las lagrimas se escurrían de los ojos azules de Celeon, rodaban en sus mejillas humedeciéndolas y opacando el sonrosado de estas. Permanecía aferrado a la crisálida donde yacía el cuerpo de su amado padre para que el tiempo no lo dañara, quería quedarse con el, aun no estaba listo para dejarlo ir y es que bien sabía que se lo arrebataron, no fue una simple muerte a causa de la vejez, una enfermedad o maldición, la causa tuvo nombre y apellido.

—Su alteza, tiene que entrar, incluso siendo usted... puede enfermar, por favor, venga conmigo. Le prepararé algo para que pueda descansar hoy, todo fue tan repentino que mañana empieza la ceremonia para buscar sucesor. — 

Su miraba con preocupación al pobre príncipe, era como un niño tembloroso y frágil a quien le habían quitado todo, parecía imposible moverlo de ahí. Estaba realmente preocupada por su salud, si seguía mas tiempo bajo la lluvia, temía que cayera otro enfermo, afortunadamente unos pasos a sus espaldas se escucharon anunciando la presencia de otro de los príncipes, el mas pequeño; Rubelion.

Tenia la belleza de un ángel, su apariencia pulcra denotaba pureza y bondad, el era tan claro como el agua de un manantial, pero... sus ojos también estaban ligeramente hinchados y rojos, había llorado bastante igual. Aun así mantuvo un gesto fuerte, quería ser por primera vez el pilar de su hermano mayor a quien tanto admiraba.

—Celeon, vamos, estás haciendo que nana se preocupe y también puede enfermar si se sigue mojando ¿quieres que pase eso? — 
Cuestionó mientras se inclinaba a la altura del ataúd y pasaba una mano sobre la espalda de su hermano, Celeon en reacción se giró para abrazarlo fuertemente.

—No, no quiero perder a nadie mas... Rube, tu no te irás ¿cierto? estaremos siempre juntos y tu también nana, solo los tengo a ustedes, yo los protegeré sin importar que suceda. — 

La mujer de edad avanzada casi tuvo que aguantar el llorar también, nunca había escuchado a su joven amo decir cosas tan emotivas, siempre fue una flor alegre y valiente, jamás ahondaba mucho en sus sentimientos, pero ahora estaba abriendo su corazón. 
Rubelion se aferró mas a su hermano mayor y asintió moviendo la cabeza, si hablaba solo un poco se escucharía su voz quebrada por el llanto retenido.

—Es hora de entrar altezas, les prepararé leche tibia y unos bocadillos de miel para que descansen hoy, mañana les espera un día pesado. —

Ambos asintieron obedientemente esta vez, Rube mantuvo en todo momento sus dedos entrelazados con los de Celeon, por alguna razón se sentía como si estuvieran ellos dos solos, Nyëras únicamente se había aparecido para los honores luctuosos al difunto rey, solo Celeon sabía lo mismo que el mayor de los tres; quien era el que estaba tras la muerte de su amado padre.  

-

Mas tarde esa noche Celeón convocó a una reunión secreta con la cabeza del consejo de ancianos en su habitación, para cuando el anciano llegó Celeon ya estaba en sus pijamas, debía hacer su movimiento rápido, aun escuchaba a Rube en la ducha, no quería involucrarlo en este asunto tan turbio y que Nyëras también tuviera represalias contra su inocente hermanito.

—Alteza ¿solicitó mi presencia? 
—Si, toma asiento Forus. — 
Lo invitó a sentarse en la pequeña salita de descanso dentro de su habitación, el anciano no tenía apariencia de uno como tal, mas bien era un héroe de guerra, tendría casi la misma edad que su padre, de echo se podía decir que era como su mejor amigo. Un tipo alto, fuerte y de alborotada cabellera ceniza. 

—Para que te llame a esta hora, debes de imaginar que es algo respecto a la muerte de mi padre y la sucesión del trono. 

—Si, era algo que tenía en mente, pero ¿que lo puede inquietar tanto? el medico real dijo que fue muerte natural.

La mano del rubio azotó contra la mesa de madera, a pesar de su apariencia frágil aun seguía siendo un aristócrata con poderes mas elevados que los de un hada común.

—¡Eso es mentira! mi padre no murió de forma natural, lo asesinaron y fue mi hermano Nyëras.

El silencio se hizo presente en la habitación.

Relatos de Barad: El solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora