Traición

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—Yo mismo escuché cuando hablaba con el medico real, cuando le estaba dando veneno de mandrágora, le pagó al medico y planea quedarse con la corona a la fuerza ¿sabe las cosas terribles que pueden pasar si toma el trono sin que el sol lo elija? — 


Estaba exhalado, aunque la cara estupefacta de Forus era mayor, se removió incomodo en su asiento y exhaló un suspiro mientras se frotaba la sien. 

—Alteza, esa es una acusación muy grave. El príncipe Nyëras es el comandante de los caballeros reales, es una figura importante y...—

Antes de que pudiera seguir hablando Celeón se puso de pie notablemente irritado, algo inusual. 

—¡Te recuerdo que también soy un príncipe! Soy uno de los eruditos mas importantes de Eucastia, tengo la misma autoridad que el hasta que uno de nosotros tres sea elegido rey. No te pido que me ayudes como una orden, te pido ayuda como hijo de tu mejor amigo, aquel que confiaba ciegamente en ti.
Necesito que me ayudes a desenmascarar a mi hermano y desterrarlo del reino, no quiero dañarlo, lo amo aunque haya hecho semejante atrocidad, pero temo por la seguridad de Rube, lo mas seguro es que el sea el sucesor por lo que pude entender en las notas que dejó padre. Por favor Forus, por Eucastia, por el rey...—

Se sentó cerca del mayor tomando sus manos entre las propias y con un gesto vulnerable.

Una expresión amarga se mostró por un momento en el rostro de Forus, sin embargo terminó asintiendo con la cabeza. 
— Está bien, hablaré con los otros ancianos, no le diga a nadie lo que hablamos hoy. 

La sonrisa iluminó la cara del rubio, con Forus de su lado tenía la victoria asegurada, debe proteger a Rube hasta verlo en el trono. 
—Por supuesto que no, mañana despues de la ceremonia de sucesores quiero verlos a todos en la cámara de asamblea para discutir el tema sin que llegue a oídos de mi hermano—

Rubelion ya había terminado de ducharse, escuchaba sus pasos saliendo de la bañera, debía sacar a el mayor de ahí. 
—Es todo, puedes irte, rápido. 
—Como ordene, alteza. Me despido, que pase buenas noches... —

Se dio la media vuelta dejando solo a Celeon, pero casi de inmediato Rubelion salió en pijamas y secando su largo cabello blanco con una toalla.

—Escuché voces ¿ocurrió algo? —

—No, era nana, quería saber si necesitábamos algo, pero le dije que estábamos bien y ya se fue, vamos, es hora de dormir. —

—Si, pero hermano... — 

Lo detuvo sosteniendo su camisón con fuerza, las mejillas de Rube tomaron un ligero tinte carmín y agachó su tímida mirada grisácea. 

—Lo que dijiste hoy ¿en serio estaremos juntos siempre? ¿sin importar nada ni nadie? — 

Celeon lo observó unos pocos segundos y esbozó una sonrisa, lo tomó entre sus brazos con fuerza. 

—Es una promesa, eres todo lo que me queda.

—¿Y el hermano Nyë? 

—...Si, el igual. — 

Mencionó con un tono apagado, le sabía amargo tener que entrar en conflicto con uno de sus hermanos, pero no podía quedarse de brazos cruzados cuando Nyëras está dispuesto a sacrificar incluso a su familia.

— Vamos, me siento muy agotado.

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La noche transcurría con calma en Eucastia-Dûr, salvo por lo salvaje del aire que azotaba las paredes del palacio, era el único sonido de fondo  en la habitación donde descansaban en paz los dos príncipes menores del reino.

Llegó un momento en el que hubo un ruido sordo que los hizo abrir sus soñolientos ojos, eran agresivos golpeteos en su habitación que no esperaron respuestas, su nana entró en pijama y totalmente exhaltada. 

—¡Altezas, deben irse ahora mismo! — 

Puso sobre las piernas de un confundido Celeon un equipaje improvisado junto a un arco con flechas y una capa con el emblema de Eucastia. 

Rubelion se aferró al brazo de Celeon, estaba notablemente asustado así como el mismo Celeon. 

—Nana, espe... — 

La anciana no esperó a que terminara de hablar, los sacó de la cama y los arrastró con ella fuera de la habitación, no les expliaba nada, solamente los guiaba volando y aletenado agresivamente sus pequeñas alas por los extensos pasillos. De pronto el sonido de armaduras crujiendo se acercaba a ellos, esto solo parecía poner mas ansiosa a su nana.

—¡Ya están aquí! Dense prisa, ya casi llegamos.

—Pero explícanos ¡¿que sucede?! —
Preguntó Rubelion mas que aterrado, pero su respuesta fue contestada por uno de los guardias que casi logra interceptarlo por el pasillo.

—¡Están huyendo! El traidor huye y se lleva a su alteza Rubelion, deténganse por ordenes del Rey Nyëras—

Celeon volvió la mirada llena de estupefacción ¿Rey? ¿escuchó bien? ¿por traidor se refería a el? 

Llegaron a la cocina del palacio despues de la huida, el hada anciana abrió un pasadizo tirando de un cucharon, era muy pequeño, solo podrían entrar gateando, el problema era que ambos aun estaban en shock.

—Escuchen... — 

Finalmente habló con apuro, necesitaba sacarlos de ahí inmediatamente.

—El príncipe Nyëras forzó su coronación, alega que fue usted quien envenenó a nuestro difunto rey y ahora quiere su cabeza, ordenó captura y muerte para usted alteza. — Explicó refiriéndose a Celeon.

—¿Que ? pero nana, yo no... yo no sería capaz, yo no fui, fue el, déjame quedarme, puedo probar mi inocencia, Forus, el puede protegerme... el... —

—Mi niño...Forus es quien encabeza tu captura. — 

La noticia le cayó como balde de agua helada, no podía procesar tanto en un día, primero la muerte de su padre, luego la traición de su hermano y ahora también quien pensaba que sería su apoyo en este caos. Pero no era momento para eso, tenía a su hermano asustado y aferrado a su camisón. 

No era el momento de llorar, aunque estaba a punto de un quiebre, no podía simplemente renunciar a su vida y a todo lo que amaba. Abrazó con fuerza a su nana.

—Volveré por ti, mantente segura nana, Rube y yo aun necesitamos a nuestra mamá. — 

—Oh mi pequeño, has crecido... — 

Interrumpió el abrazo solo para indicarles la entrada.

—Rápido, no queda tiempo, al final del túnel hay un caballo esperando y un guía que los llevará a Barad-dûr, pidan asilo, el rey es muy bueno y seguro los ayudará en lo que todo esto se calma. Que el sol los acompañe, mi pequeños. — 

Los besó una ultima vez y ayudó a meterlos con todo y el ligero equipaje que llevaban, pero justo cuando la puerta se cerraba con magia, pudo ver la figura oscura de Forus entrando a la cocina, pudo notar la traición en sus ojos. 

—Maten a la cómplice y pongan su cabeza como ejemplo en las puertas del palacio. —

—¿Que? no... ¡Nana! — 

Quiso salir de nuevo para ayudar a su única madre, la única que conoció, pero la puerta del pasadizo se cerró, se escuchó una espada desenvainarse y el ruido sordo de algo caer al piso.

—...— 

Ni uno de los dos se atrevió a hablar, como si el no mencionarlo evitara que esa pesadilla se hiciera realidad. 

—Nana... — 

Habló primero Rubelion, estaba horrorizado, incrédulo de todo lo que hacía su hermano Nyëras, a su vez.
Celeon estaba peor, hecho un desastre, una carga mas a su corazón, ya iban dos perdidas en un día, con la poca fuerza y cordura que le quedaba, sabía que si no escapaba de ahí el sacrificio de su nana, su madre... sería en vano, ella los protegió con su vida. Cuando estuvieran a salvo se daría el tiempo para llorar su muerte como corresponde. 

—Tenemos que irnos... —



Relatos de Barad: El solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora