Kakashi-Style: Confession.

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La misión había tardado mucho más de lo normal, se había complicado bastante. No tenían cómo comunicarse con la Hoja y habían estado bastante lejos de su hogar. El equipo estaba bien, por dicha, iban finalmente de vuelta a casa, pero faltaba un largo camino por delante. Al caer la noche, Kakashi estaba sentado en una rama muy alta de un árbol mirando el cielo estrellado, pensando en el castaño que quería tanto. Deseaba tanto estar de vuelta y esta vez no iba a impedírselo, lo abrazaría con toda la fuerza que tuviera y le diría que lo extrañó en verdad. Se preguntaba si estaría preocupado por él, si estaba en su mente. Cerró sus ojos y suspiró, sin recordar realmente la última vez que alguien lo esperase de vuelta y a salvo en Konoha.

Estoy bien, Iruka. —Pensó, mirando la tranquila noche.

Mientras tanto, el castaño le ponía un poco de agua al pequeño cactus que el jōnin le había regalado. Miró hacia la ventana y apoyó su codo en el marco, suspirando. No podía negar que estaba muy ansioso, no entendía porqué específicamente esa misión se había alargado, o porqué no había respuesta del equipo. Se sentía muy mal, estaba nervioso por que algo malo hubiera pasado.
Estando allí apoyado, pensando en sus nervios y preocupaciones, notó una brisa muy suave y fresca entrando. Sabía que muchas veces el viento era señal de mal augurio, pero esa brisa le hizo sentir el efecto contrario. Le tranquilizó en gran manera, tal vez pensando en que estaba siendo muy paranoico. Kakashi era uno de los ninja más fuertes de la Aldea, él estaba bien a pesar del gran retraso. Fue a recostarse a su cama, dejando la ventana abierta y con la mirada en el paisaje. Tomó el pequeño delfín de peluche y lo miró, poniéndolo al lado de su almohada.

—Más te vale regresar, ¿eh?

Continuaron pasando los días, realmente lento para ambos. El castaño tenía la fe de que todo estaba bien, seguía concentrado en sus deberes como profesor. Oía las conversaciones de Tsunade referente al equipo enviado, pero las noticias no cambiaban, no había información de ellos.

Una de esas largas noches, Iruka debió quedarse para finalizar la entrega de las calificaciones de sus estudiantes. Algo aburrido en su clase, repasaba los números de las listas cuando ya había terminado para poder irse a su casa, pero pronto escuchó que tocaban la puerta.

—Adelante. —Murmuró con un bostezo y vio a Shizune abrir la puerta.

—Iruka-sensei, Tsunade-sama me envió a decirle que el equipo enviado regresó hace diez minutos. Ella quería saber si la podría ayudar el lunes a revisar los reportes de ellos. —El castaño abrió los ojos, sorprendido.

—¿Todos regresaron...?

—Así es, no hubo bajas. Era un equipo algo más grande, así que hay bastante por revisar. —El chūnin sintió su corazón aliviarse de inmediato, le alegraba tanto saber que él había vuelto a salvo.

—De acuerdo. No hay problema, con gusto ayudaré.

—Muy bien, le diré a ella. Con permiso.

En cuanto Shizune se retiró, él guardó todos los papeles en un gran folder y apagó la luz, saliendo de la clase a toda prisa para ir a la parte baja de la Torre y ver personalmente que el jōnin estaba bien.
Al llegar, vio los pasillos algo ajetreados. Hacían revisiones de la mayoría, ya que algunos estaban heridos. Buscó por las habitaciones al ninja copia, pero no lo encontró. Finalmente ideó ir a la sección de armería, donde la mayoría reponía su uso de shuriken y artefactos ninja. Allí estaba Kakashi, buscando reponer el contenido de su bolsillo antes de que se lo llevaran todo. Iruka suspiró, nunca estuvo más aliviado de ver esa maraña de cabellos plateados. Sonrió y entró.

—Kakashi-san. —El llamado miró hacia atrás y sonrió por igual al verlo. Le hacía realmente feliz que estuviera allí para su regreso.

—Iruka-sens-- —Se detuvo al sentir los brazos del castaño rodearle con fuerza.

𝙏𝙝𝙖𝙣𝙠 𝙎𝙖𝙠𝙚.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora