2. Frida
Freya...
Bajo del autobús y observo de lejos el gran ventanal que tenía sanchopanza, el mejor local de tacos que existía en Forks. Le escribo un whatsapp a Leah indicándole que había llegado y ella me escribe uno de vuelta indicando que tenía una mesa reservada para nosotras, así que ingreso. Inmediatamente el olor a tacos invade mis fosas nasales y al instante mis tripas hacen un leve ruido, si hay algo que ame, son los tacos. Repaso el lugar con la mirada buscando a Leah hasta que mis ojos la ven, está sentada en la última mesa del largo pasillo y frente a ella... un chico que la hace reír demasiado.
— ¿Entonces me aseguras que tu amigo es dueño de la discoteca? genial, hoy es el cumpleaños de mi amiga— pregunta Leah sonriendo, pero su sonrisa termina cuando me ve caminando hacia ella por el pasillo.
— Eh... ¿hola?— digo integrándome a la conversación. El chico frente a Leah me repasa con la mirada de pies a cabeza. No sé si lo hace porque llevo solo unos jeans rasgados y una aviadora negra, o porque quizás tenga alguna patata frita pegada en el cabello.
— Tú debes ser Freya, me presento mi nombre es Marcello, la cita de tu amiga— espera, ¿qué? — vaya, tu amiga tenía razón, para ser la hija de la segunda familia más rica de Forks intentas pasar bastante desapercibida, eh? Feliz cumpleaños—dice con dificultad, tiene un leve tono a italiano- Dedicándome una sonrisa tierna.
Un momento... ¿acaba de decir que YO, Freya Violetta Cárter Hall, soy hija de una de las familias más ricas de Forks?
Fulmino a Leah con la mirada, a lo que ella responde con ojos de cordero arrepentido, no, no, no, Leah Clark, tú te las verás conmigo cuando todo esto acabe. Repaso con la mirada al famoso Marcello, tiene ojos verdes, no tan atractivos cómo los de Diego, evidentemente, jesucristo... ¿qué acabo de decir?, lleva puesta una camiseta blanca, un gorro de lana gris y un costoso reloj en su muñeca, es atractivo y se ve pulcro y decente.
— Hola, Marcello— digo fingiendo una sonrisa— no me digas que Tinder ya te dijo todo sobre mí...— termino diciendo dedicándole una mirada discreta a Leah.
Leah me pisa las zapatillas con disimulo, bajo la mesa, y yo ignoro el escozor que me produce en los pies.
— De hecho Tinder me dijo todo sobre tu amiga, pero te aseguro que Tinder le dijo todo sobre ti a mi amigo, debe estar por llegar, se ha tardado un poco pero ya me disculpé con Leah y les hemos dado un pase libre para ir hoy al Red Night, la discoteca.
Teniendo veintiún años recién cumplidos, solo he ido una vez al Red Night, y resultó horrible, digamos que no tengo una buena resistencia con el alcohol, Leah dice que leyó un artículo sobre las enzimas que degradan el alcohol en tu organismo, y que yo tengo pocas de esas, o algo así le entendí. Marco carraspea y entiendo que mi mente comenzó a divagar en las enzimas que provocan mi borrachera precoz.
—Yo eh... la verdad estoy algo cansada, discúlpame con tu amigo, pero debo irme, tengo... asuntos que resolver.
Iba a marcharme, pero Leah se para rápidamente y toma mi brazo.
— Freya...
—La tía petunia Leah, ¡la tía petunia está enferma, ha cogido una gripe y me temo que mis tíos se peleen por la herencia! debo irme—miento. Miento fatal.
¿Petunia, Freya, no encontraste un nombre más creíble?
Y me voy de ese lugar antes de que Leah me detenga, ¿en qué estaba pensando cuando pensó que sería buena idea esto de la doble cita?, oigo como Leah grita mi nombre, pero yo solo podía concentrarme en salir de aquel lugar, eso hasta que veo todo en negro y caigo de espaldas al suelo.
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El beso que NO debimos darnos.
RomancePongámoslo de la siguiente manera; las relaciones entre chicas y chicos es algo intensa y si le sumas un contrato de por medio, aún más. ¿Qué sucede cuando un desconocido se cola en tu vida y te propone algo que no podrías dejar pasar? para Freya la...