[Capítulo dedicado al primer comentario ❤️]
Freya...
Leah comienza a correr de allá hacia acá, luego me apunta con un burrito.
— ¡Freya violeta cárter!—se atora un poco tras decir cada palabra— ¿vivimos en el mismo techo y recién me entero que tienes novio y que el bueno para nada de Fred se convirtió en nuestro vecino?
Sabía que Leah no se lo tragaría tan fácil.
—Yo... no quise decirlo porque lo conocí por... Tinder. Sí, tinder.
Si antes se atoraba con un trozo de burrito, ahora lo expulsaba en un escupo.
— ¿Como es esa mierda? A ti no te gusta... Tinder. Freya, estás ocultando información o saltándote alguna parte, confiésalo. Sabes que a mí no me puedes mentir.
Ahí estaba. Jamás se me ha dado bien mentir, a excepción de con el tal Max, pero esta no era esa excepción. Leah me conocía lo suficiente como para creer que yo buscaría a alguien en Tinder, no porque lo encuentre algo malo, sino porque las relaciones no se me dan ni mucho menos conseguir a alguien decente por Tinder. Quedó comprobado la vez en que casi me manosean a plena luz del día en un bar.
No encuentro una respuesta que parezca creíble, así que comienzo a caminar a mi habitación.
— ¡Lo sabía, huyes porque algo me estás ocultando! —llega a mi habitación y se apoya en el marco de mi puerta. Su sudadera está ligeramente manchada con tomate, y su pantalón de franela de vaca le queda extremadamente holgado y la hace lucir bastante graciosa. Si no fuera porque Leah está en su zona de confort con alguien de confianza, jamás permitiría que alguien la viera así, no se dejaría ver, es muy pretenciosa para hacerlo, pero eso no evita que detecte con agilidad las mentiras.— confiésalo, entre nosotras jamás han habido secretos.
Ese «jamás» me dio vergüenza. Se que Leah siempre ha sido sincera en todo sentido, inclusive cuando engañó a Diego, no se molestó en ocultármelo, ni a mi ni a él, y yo me sentía una traidora, porque por mi parte no era del todo así. Jamás le había contado los sentimientos enterrados y ocultos que tenía por Diego, ni tampoco le había comentado jamás las frases extrañas que a veces me dice. Ni tampoco como dormimos juntos la noche de mi cumpleaños, aunque estuviese muy ebria como para recordarlo.
Evito su mirada todo el tiempo, hasta que los labios lo confiesan.
— Tienes razón, hay algo que no te he comentado.
El timbre suena repetidas veces y como nadie sale a abrir, se oye la cerradura girar. A los pocos minutos aparece un Diego sonriente y a la vez confundido observando a Leah en esa ropa. Leah automáticamente se ruboriza.
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El beso que NO debimos darnos.
RomansPongámoslo de la siguiente manera; las relaciones entre chicas y chicos es algo intensa y si le sumas un contrato de por medio, aún más. ¿Qué sucede cuando un desconocido se cola en tu vida y te propone algo que no podrías dejar pasar? para Freya la...