Había una vez un Chico y su Musa

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Andrés, un chico alto con una contextura delgada, de cabello castaño y unos ojos color miel, hacia todo lo posible para que sus pinturas quedaran  perfectas, ya que después de todo si quedaban feas, nadie se las compraría, y eso era el único modo con el que podía ganar dinero sin tener que pedírselo a sus padres, los cuales ya hace mucho tiempo le habían dicho que si se iba de casa significaba que dejaría de recibir ayuda de ellos y tendría que apañárselas solo, por lo que encontró una solución en sus habilidades por el arte, la gente por lo general pedía retratos, así que era lo que más practicaba, sus amigos y compañeros de piso siempre lo ayudaban en la repartición de los cuadros o pegando volantes para conseguir más clientes. Como se quedaba hasta tarde haciendo sus pinturas no tenía muchas energías para tomar atención en clases, así que generalmente se quedaba dormido en las primeras asignaturas, pero eso no evitaba que tuviera buena notas siempre se conseguía toda la materia y estudiaba por cuenta propia, pero en estos momentos estaba en serios problemas ya que los chicos con los que se conseguía la materia, la semana pasada no estuvieron en clases ya que se habían ido a un concurso de ciencias, así que en estos momentos no tenía a sus colegas para que le pasaran sus notas.

Andrés salió de la sala de artes y se dirigió a la sala de química, mientras iba entrando al salón, se topó con unos risos azabaches que adoraba dibujar en secreto, su cuerpo empezó a sofocarse y su corazón se aceleraba a cada paso más cerca que daba hacia ella, pero un llamado lo hizo desviarse del camino que lo llevaba cada vez más cerca de la chica.

-Andrés, ven siéntate conmigo hoy- Sara su mejor amiga lo llamaba desde el fondo del salón, cosa que le arruinaba sus planes, él tenía en mente sentarse unos dos puesto al lado de Noemi para poder observarla mejor, pero ya no sería posible, dio media vuelta y se fue con su amiga -Es la única clase que compartimos juntos, no pongas esa cara- le dio una sonrisa por un par de segundos y luego volvió con su cara seria.

-Y justo tenías que sentarte al fondo- ella solo le sonrió y le dio unos golpecitos al asiento de al lado para que se sentara.

-Relájate, si nos sentáramos en la primera fila no podríamos no tomar atención y conversar en clases- a penas termino su explicación ridícula entro la maestra al salón, era de estatura promedio, de cabello muy largo color café y una cara muy juvenil para la edad que tenía, se notaba en su rostro que estaba enojada por lo que los alumnos en la sala, al verla entrar, rápidamente se callaron y se sentaron en sus puestos.

-Hoy no estoy de humor para sus estupideces adolescente, así que al primero que haga desorden lo mando en un instante a dirección- termino de decir eso y de un golpe, tiro el libro de clases y un montón de carpetas a la mesa, haciendo que sonaran fuertemente por todo el salón, Sara acerco sus labios a su oído y le susurro bien bajito.

-¿Y a esta que le pasa?- Andrés asustado de que la profesora lo pillara hablando, tomo un pedacito de papel y le escribió a Sara lo que sucedía. La profesora tenía un novio de hace 9 años y todavía no le proponía matrimonio, y la semana pasada su novio le había dicho que harían un viaje para celebrar sus 9 años de noviazgo, ella estaba muy emocionada ya que pensaba que en el viaje se lo propondría, pero al ver su dedo y su cara de enojo era de suponer que no, pero Andrés sabía algo que su maestra no y era que su novio había ido a su departamento porque quería que hiciera un retrato de él y ella ya que quería pedirle matrimonio, y para que el pudiera terminar el cuadro a tiempo él la llevo a un viaje.

La clase avanzo lenta entre su profesora que echaba humos y Sara que lo molestaba a cada rato, hacían que solo quisiera que acabara la clase y para colmo no podía ver a Noemi desde su puesto, El había estado obsesionado con ella desde la primera vez que la vio, en la fiesta de bienvenida de los nuevos, cuando la vio ahí, en una esquina sola escuchando música con sus audífonos, le maravillo el hecho de que una persona podía irse a otro mundo con solo ponerse dos cosas en los oídos, le maravillo la fines de su rostro, sus labios perfectamente rellenos y seductores, su nariz pequeñita, sus sonrojos, su cuerpo frágil y torpe que daban ganas de tomarla y no soltarla más, por miedo a romperse, su cabello negro con esos rizos desordenados y largos que caían hasta sus hombros, pero lo que más le maravillaba eran sus grandes ojos cafés, con solo verlos una vez se memorizo cada detalle de ellos, tiene millones de dibujos de ellos en sus libretas y cuadernos y no se cansaba de ellos, los encontraba únicos, no podía creer que habían algunos más perfectos en color, forma y expresividad como ellos, si dicen que los ojos son la ventana del alma, Andrés creía que los de Noemi lo eran ya que con solo verlos podía saber exactamente cómo se sentía, era un libro abierto para él, y ahora el único momento para él de verla ese día se había arruinado, los días miércoles eran los que más odiaba porque solo le tocaba una clase con ella y ahora lo odiaba más ya que no la había visto en absoluto. Sonó el timbre de la clase y vio cómo su pequeña se iba rápidamente a juntarse con sus amigas.

-¡¡¡NOEMI!!!- Tabata que había tenido una clase horrible ya estaba perdiendo los estribos ya que su amiga no la escuchaba, la susodicha se quitó sus audífonos y le frunció el ceño.

-No hay necesidad de gritar, no vez que ahora todos nos miran- Betsabe que recién llegaba, repartio unos folletos a todas y dice

-Como si todos no nos miraran ya- se produjo un silencio tenso, y era cierto todos las miraban todos lo días por el hecho de ser o mejor dicho de haber sido amigas mías, la chica que supuestamente se suicidó, ¿no les había contado? Que mala narradora soy, pero si, después de una semanas de mi muerte, por el instituto se expandió el rumor de que yo era una depresiva con muchas ganas de morir, así que no vi mejor solución que tirarme a la piscina de una desconocida en una fiesta y suicidarme, todos lo creyeron ya que nadie sabía que yo no sabía nadar y que fue por eso que no salí del agua cuando caía a la piscina, las chicas se enfurecieron mucho cuando escucharon los rumores, recién había muerto y tenían que soportar también ese tonto rumor, Emily tuvo una pelea muy fuerte con una chica que hablo mal de mí y desde ahí que nadie hablo de mi delante de ellas, pero ellas sabían perfectamente que siempre hablaban de mí, se crearon tantos rumores después de eso que algunos eran tan absurdos que en mi propia tumba rodaba de la risa. Betsabe para alivianar el ambiente dijo- Claro que nos miran, si andamos con un duende por todas parte- Emily la fulmina con la mirada y luego mira el folleto que tiene en la mano.

-¿Y esto?- Betsabe sonriente grita.

-Nos vamos de acampada por el fin de semana- Todas la miran sorprendidas y luego se ríen, Tabata le devuelve el folleto y le dice

-Estás loca, yo no podré ir a la iglesia si voy a las cabañas- Ambar también le devuelve el folleto

-Yo tengo planes el sábado, tampoco puedo- Noemi que también lo hace-

-Mama no me dejara ir-

-Ninguno de nuestros padres nos dejaran ir-Emily que fue la única que no le devolvió el folleto les dice

-Vamos, no sean aguafiestas, Tabata podemos quedarnos viernes y sábado, así estas el domingo acá, Noemi mamá si o si te dejara ir, ella solo quiere que salgas, y a ti, señorita, nada de que tiene que juntarte con alguien, las amigas primero, además tenemos que ir allí, para que nos cuentes con quien se supone que te juntas- Le guiña un ojos y dice- Prepárense que nos vamos de acampada si o si.

Mezcla RaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora