Hoy el clima era nublado, el frío daba ganas de quedarte en casa, y no hacer nada. Pero Hyoga tiene deberes sagrados que cumplir.
Recuerda entonces cuando iba a su trabajo, cuando su madre estaba viva. Ella lo llamaba a veces a preguntarle qué quería de comer y los demás lo molestaban desde que pensaron que era su novia la que llamaba.
Obviamente, constestaba sin altavoz, pero Jabu al escuchar que respondía "Lo que tú puedas cocinar está bien" O a veces nombraba diferentes comidas, comenzó a sospechar. Y empezó el salseo.
"Qué machista eres, Hyoga. La novia cocinando para ti". Dijo en una de esas que lo llamaban, y para colmo, alzó la voz. Todos escucharon.
Comenzó una interminable de preguntas, luego de que un peliceleste, su superior, se acercara a él.
"No les prestes atención" le aconsejó, aunque Hyoga ya sabía eso antes de que le dijera. Gracias, Camus.
Dejó de divagar y salió de casa dispuesto a volver al trabajo.
Cuando llegó a casa era ya muy de noche, sin embargo, todo estaba tan callado, y las estrellas eran tan abundantes. Le encanta este tipo de noches. Posiblemente se quedaría en el balcón mirando aquella noche tan hermosa.
Se alarmó entonces cuando escuchó cómo plantas se movían levemente y tomado en cuenta el silencio, hacían ruido alto. ¿Quién sería? Provenía de la casa de Andrómeda, pero no había ni una luz prendida.
Posiblemente se estarían metiendo a robar.
Eso quiere decir que después de que le roben a ese muchacho hayan robado en su casa también. Quiere decir, son las únicas casas en esta calle.
Así que se acercó lenta y sigilosamente hacia dónde el ruido de escuchaba con más fuerza, el patio trasero de la casa.
─ Oh, Hyoga. Buenas noches. ─saludó Shun, levantándose de dónde estaba agachado, y sobresaltando al joven del Cisne.
Éste no se dejaba ver ya que las cercas lo cubrían. Llevaba un suéter verde, una jardinera blanca, que era algo grande para él, y unos guantes de un color amarillo.
─ ¿Qué demonios? ─murmuró antes de casi hecharse para atrás─. Shun, ¿Qué haces aquí?
─ ¿Tú qué haces aquí? Estoy cuidando las plantas. ─dijo para agacharse y acariciar un ficus. Parecía que todo era muy normal por la excepción que era de noche y hacía frío.
─ Pensé que te estaban robando ─explicó el rubio─. Tienes las luces apagadas, eso no tiene ningún sentido.
─ Claro que lo tiene ─replicó, frunciendo el ceño por la molestia─, se supone que si no estoy usando esos cuartos la luz se gasta. Además, ¿Cuál es el problema si me roban? No podría hacer nada, de todos modos.
─ ¿Ah, sí? ─las últimas palabras de Shun lo dejaron confundido, no entendía en ese entonces a qué se refería─. Pues si a ti te roban, en seguida irán o fueron antes a mi casa. Son las dos únicas en toda la vía.
─ Bueno, sí tú lo dices ─ladeó su cabeza, para luego quitarse los guantes─. Ya terminé, pero, estaré sin compañía viva después de eso, ¿No quieres pasar?
─ ¿Por qué querría ir? Digo, nos conocemos de hace unos días, no, un día ─corrigió el rubio mientras lo miraba extrañado.
─ Porque supongo que debe ser aburrido estar solo desde que llegaste. Digo, mudarse solo a veces es por algo triste. Y la vida a las afueras de la cuidad es tan callada.... ─musitó Shun para digirse a su puerta, volteando hacia su vecino.
Las calladas afueras de la cuidad son algo tranquilo, pero deprimente a la vez. Hyoga sólo se sentaba en su sillón y se sentía miserable mientras veía su teléfono cuando estaba solo, hasta ahora.
─ En todo caso, te esperaré, Hyoga. ─sonrió levemente el joven Andrómeda para irse hacia la cocina.
Cuando Shun entró a su casa suspiró para empezar a hervir agua. La soledad es algo que nadie desea en serio. Pero él la ha tenido por mucho tiempo.
Alguna vez no se sintió solo... Pero ese "Alguna vez" no es ahora.
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Quiet Updown. » Hyoga de Cisne.
Fanfiction→ La vida de Hyoga en las afueras de la cuidad, y lo que encontró allí. ❖ Masami Kurumada es el creador de Saint Seiya, y por lo tanto, le doy los derechos correspondientes. ❖ Posibles menciones de muerte. ❖ Shonen-ai.