Paz Momentanea.

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─ ¿Por qué no pasas a verla? ─preguntó una enfermera, con una sonrisa que detonaba tristeza y preocupación

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─ ¿Por qué no pasas a verla? ─preguntó una enfermera, con una sonrisa que detonaba tristeza y preocupación. Él, casi igual, se acercó tímidamente hacia la habitación, acercándose a su madre.

─ Te estaba esperando, Hyoga. ─sonrió entonces débilmente, la mujer en cama. Su frente estaba ardiendo y su respiración era algo agitada.

─ Madre ─murmuró mientras le tomaba de las manos y las juntaba, encerrándolas con las suyas─. ¿Cómo te sientes esta mañana?

─ Bien, gracias. Has crecido mucho ─entrecerró sus ojos mientras se soltaba, pero Hyoga no le dejaba─, Hyoga, tus manos se van a enfríar, suelta mis manos. ─dijo calmada mientras le pedía. Su sonrisa no se iba.

─ No, no te dejaré. ─declaró él mientras la tomaba más fuerte.

─ Hyoga, le harás daño. ─Seiya habló, tomándole del hombro. No había tomado en cuenta su precesencia desde que llegaron junto a Shiryu al hospital.

─ ¡No la voy a dejar! ─gritó, mientras la máquina que se conectaba a ella, empezaba a sonar con más rapideza.

Llegaron doctores y más enfermeros, alejando a Hyoga de su progenitora. Entonces él sólo forcejaba para verla, la cubrían todos, no podía verla, ni en su muerte.

No eres un hombre, Hyoga.

Tal vez no moriría. No. No morirá. No podía morir, ¿cierto? La intriga lo carcomía por dentro. Le daba un nudo en el estómago, ganas de llorar.

─ ¡Déjenme, quiero verla! ─no dejaba de gritar, lo tuvieron que sacar de la habitación.

─ ¡Hyoga, tranquilízate! Escucha, tu madre-

─ ¡Cállate! ─entonces lloró en silencio. El doctor llegó y les notificó.

Ya no podré llegar a casa, Hyoga.

Hay momentos en los que las palabras no se pueden describir

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Hay momentos en los que las palabras no se pueden describir. Hay sufrimientos tan terribles que no se pueden nombrar.

Hyoga entonces coloca cajas que contienen post-its con escritos que indicaban qué iba en la cocina, el baño, entre otros en la cajuela de su auto.

No le dieron ganas de prender la radio. Se mudaría, solo. Sin nadie qué pudiese acompañarlo y reprenderlo levemente por estar desabrigado, y entonces explicar con molestia que no siente frío, y empezar una pequeña pelea.

Si estuviese ahí en ese momento, se hubiese aferrado a ella, y la hubiese obdecedido, diciéndole que la ama demasiado.

Pero ya no hay nada. Ni nadie.

En menos de lo que esperó, llegó a las afueras de la cuidad, en dónde al costado de mi casa hay otra un poco oscura. Hay algunos escombros. Pero afuera no hay nada. Ni nadie.

Lo cuál resulta ser un poco raro. Hyoga entra a su casa, la cuál, por cierto, estaba algo accesible. Tal vez porque estaba afuera de la ciudad.

Siente un pequeño escalofrío.

Así la pasó toda la tarde, mirando su teléfono, televisión. Cocinando. Entonces llega un mensaje de Seiya a su grupo junto a Shiryu y él.

Chicos, la cagué.
Es Saori.
Ella terminó conmigo.

 Ella terminó conmigo

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N/A:

Heyaa.
Opdeit sorpresivo y cringe de este libro tan vergas. Le puse más cariño a la edición, deah.

Voy a aclarar que esta es una obra c o r t a. Así que le pongo cómo máximo 15 capítulos, uFF, ojalá y lleve vivo para ese entonces.

Btw, espero que los themes que pusen cómo separadores no sean muy kgados.

🍶 Daiki.

Quiet Updown. » Hyoga de Cisne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora