era tan hermosa como la flor.
con la diferencia de que Jazmín era roja como la sangre.
roja como su propia sangre.
y cada paso dolía más que el anterior.
y cada lágrima pesaba más que la anterior.
y jazmín no podía seguir aguantando el insomnio y los gritos de su con conciencia,
y lloraba mirando hacia la luna, deseando tocarla y sentirse cálida, o fría, o lo que sea,
la necesidad era sentir algo.