Capítulo 5

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Dohko no entendía lo que había pasado, el cambio en su antiguo alumno ocurrió de forma casi imperceptible pero constante.

Desde que comenzó su amistad con el guardián de piscis cosas como la ropa y su trato con otros ya no eran los mismos. Veía al joven entrar y salir del templo a toda hora relacionándose con todos los caballeros, volviéndose más extrovertido, mostrando sus sonrisas y amabilidad al mundo, lo que atraía varios pretendientes entre todos los rangos del Santuario.

Para su suerte el de bronce parecía no percatarse de ello. Aunque al dorado le viniera un tic en el ojo cada que se acercaba con actitud sugerente a su ex pupilo y en más de una ocasión llego a ahuyentar santos de menor rango. Por desgracia esto no servía cuando se trataba de sus pares, así que muy a menudo debía tolerar el empalagoso trato de Afrodita quien parecía estar particularmente interesado en el muchacho.

Había tratado de confrontar al más joven pero este no parecía interesado en escucharlo y pasaba el tiempo rodeado de gente o fuera del templo.

Era casi imposible estar con él a solas y cuando lo lograba era durante poco tiempo que el de cabello largo usaba para contarle todo lo que había hecho con su nuevo amigo, pero nunca era suficiente para que el mayor hiciera preguntas.

Sentía una mezcla de emociones; estaba desesperado, de nuevo el chico salía de su alcance y triste, parecía que no importaba lo que hiciera siempre se alejaba.

Sin importarle más nada saco dos botellas de vino, aquellas que guardaba solo para momentos o invitados especiales y comenzó a servirse. Por lo menos nadie podría impedir que se desahogara.

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Shiryu no esperaba encontrar las luces de libra encendidas, sabía que era tarde y se imaginaba que todo estaría a obscuras y en silencio.

Grande fue su sorpresa al encontrarse a su ex maestro bebiendo y diciendo incoherencias.

Trató de quitarle el alcohol pero el otro no lo permitió, finalmente desistió y lo acompaño en silencio. El dorado jamás bebía al punto de embriagarse; mucho menos a solas, fue esa extraña actitud lo que hizo al de bronce decidirse por vigilarlo.

_ Shiryu.

_ ¿Sí?

_ Estas aquí.

El dragón sonrió, no podía esperar coherencia de un borracho. Lo mejor sería seguirle la corriente por ahora.

_ Sí, estoy aquí.

El abrazo que recibió fue cálido y desesperado al mismo tiempo. Por eso no lo apartó, el que lo sostuvieran como si fuera la última balsa en medio del océano logro conmoverlo.

_ Quédate _ Dijo y beso su mejilla con una suavidad increíble para alguien que lo sostenía con tanta fuerza.

_ Está bien _ Respondió instantáneamente, sin pensarlo.

_ ¿No te vas a ir? _ Insistió de forma infantil.

No respondió. ¿Cuándo se había ido? Fue la pregunta que se hizo internamente. Y concluyo que el dorado había bebido demasiado por una noche.

_ Es tarde deberíamos dormir.

_ Duerme conmigo.

_ ¿Que? _ Preguntó alarmado, levanto la cabeza para ver al mayor quien en toda la charla lo había abrazado con la misma intensidad, su voz triste y sus ojos acuosos terminaron por convencerlo.

_ Está bien, vamos a dormir.

Llegar a la habitación fue fácil, lo difícil era superar su timidez. Una vez allí el otro no tuvo problemas en quedar en ropa interior y acostarse. A diferencia del de bronce que decidió quedarse con los pantalones puestos y miraba la cama nervioso.

De haber estado sobrio Dohko haría alguna broma para relajar el ambiente y ayudar a su pudoroso acompañante, por desgracia el vino parecía quitarle su chispa habitual. Trato de levantarse pero un mareo lo regreso a su lugar.

_ No te muevas _ Dijo acercándose para analizar el estado del otro. El cuerpo casi desnudo era imponente. Le llevaba por lo menos diez centímetros de alto y su musculatura era muy superior a la que jamás tendría aun con todo el entrenamiento del mundo. Viéndolo así entendía el porqué del tigre en su espalda, se parecía demasiado al felino con ese físico que irradiaba poder.

Tan distraído estaba en sus pensamientos que no se percató cuando el dorado aprovecho su distracción para hacerlo caer en la cama.

_ Pero... _ Quedo sin palabras al sentir esos brazos rodearlo de nuevo.

_ No era tan difícil ¿Verdad? _ Cuestiono sin entender el porqué de la conducta del otro.

_ Suéltame _ Expreso casi como un ruego. Nunca había estado tan nervioso ni sonrojado, una cosa era apreciarlo a distancia y otra muy diferente era sentirlo tan cerca y casi desnudo.

_ ¿Te vas a ir? _ Se oía dolido, pero aflojo su agarre.

Su actitud y la forma de pronunciar esas palabras fue lo que volvió a centrarlo. Su antiguo maestro quien lo entreno y siempre cuido de él lo necesitaba, no podía abandonarlo.

_ No, vamos a taparnos y no me abraces _ Dijo pacientemente pero con autoridad.

_ Sí _ Asintió con entusiasmo.

El intercambio de roles le saco una sonrisa al dragón, quien se limitaba a apreciar como el otro obedientemente los tapaba con las mantas y tímidamente; como si pidiera permiso volvía a acercarse, esta vez para acariciar su cabello con ternura.

Por algún motivo que no llegaba a comprender el gesto en lugar de causarle pudor lo calmaba, a tal punto que logro dormirlo.

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Despertó con un dolor de cabeza que parecía taladrar su cerebro, no recordaba lo que había pasado la noche anterior pero tampoco le preocupaba. Una borrachera en su propia casa no era algo memorable.

Al menos eso pensaba hasta que noto una larga cabellera negra que destacaba en lo blanco de la almohada, casi con miedo de que la acción lo desvaneciera todo; cual sueño imposible, movió lentamente las sabanas para observar a su acompañante quien dormía profundamente.

Se quedó quieto y mudo, sin saber que sentir. Continúo examinando al otro con la mirada y suspiro aliviado al ver que tenía los pantalones puestos. Por lo menos no había hecho algo irreparable. Volvió a tapar al joven, solo dejando al descubierto su rostro para admirarlo con incredulidad.

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Le pareció extraño no encontrar al dueño de la habitación cuando despertó, esperaba estar en pie antes que este, ya que no sabía cómo reaccionaría cuando lo encontrara en su cama y sin camisa... dudaba que su estado etílico le permitiera recordar algo de lo ocurrido anoche .

El de bronce se encontró absorto en estos pensamientos cuando escucho unos gritos que parecían provenir de alguna parte del templo. Rápidamente se vistió y en forma sigilosa comenzó a seguir las voces, curioso por saber que ocasionaba tal alboroto.

_ Primero lo envenenas y después eres "su amigo" _ Dijo estas últimas palabras con burla y desprecio _ ¿Por qué?

_ ¿Cuál es el problema anciano? ¿Estas celoso? _ Pregunto con tono cínico _Eres mucho peor que yo. El pobre chico, confía tanto en ti mientras que tú eres incapaz de ser honesto. ¿O acaso Shiryu sabe que su maestro lo desea en su cama? _ Añadió con seguridad, dando a entender que no podía engañarlo.

El comentario fue tan atinado que la expresión de sorpresa e indignación en el rostro del de libra no pudo disimularse. Su actitud se volvió una confesión por sí misma.

El mencionado no quiso saber más, abandono la discusión tan imperceptiblemente como había sido testigo de ella, dejando a ambos dorados enfrascados en su lucha. 

Cambios (Dohko x Shiryu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora