Después de una exhaustiva revisión y admiración al cuadro, decidió alejarse, sentía que la más mínima brisa podría dañarlo, regresó la mirada de nuevo al pasillo, a unos pasos había que girar a la izquierda, siguiendo el breve camino se topó con una habitación.
¿Sería de mala educación entrar sin pedir permiso? Bellial se dijo así mismo que intentarlo no le haría mal, después de todo, ya había sobrevivido a un encuentro con un dragón, no sonaba descabellado entrar.
Pero, la puerta no se abrió y no tenía caso forzarla, decidió dirigirse a la siguiente. Para su buena suerte, estaba abierta, de nuevo se hizo la pregunta de si sería bueno entrar, no era bueno andar rondando en una casa ajena, parecía un ratón buscando comida.
La curiosidad fue más fuerte que el miedo a las consecuencias. Bellial se asomó un poco para ver el interior de la habitación, aquel lugar estaba muy ordenado, era un cuarto amplio, lo suficiente para dormir cómodamente y tener un espacio para el ocio; aquella cama era más grande que la que el joven tenía en casa; una ventana pequeña que daba hacia el exterior y que, de tan poco uso, las aves habían hecho su nido ahí con total seguridad de que nadie la abriría; un piano algo viejo y una pequeña mesa en el centro que tenía mucho polvo acumulado. El clima dentro de la habitación era frío, pasaba una ligera brisa por la ventana que refrescaba la habitación.
—Sal, pequeño ratón.
La voz del dragón llegaba a oírse con perfecta claridad a pesar de estar lejos del salón donde descansaba, era como si lo tuviera al lado hablándole, con aquella voz profunda, con ese toque burlón entre palabras roncas.
Salió al salón donde ya se encontraba el dragón en aquella cama hecha de oro, Bellial miraba atento, imaginando la sensación de estar en ese lujoso nido, tal vez fuera muy cómodo.
—L-Lo siento... ah... —Agachó la cabeza—. Creo que no debía entrar. Perdone.
—No puedo aniquilar la curiosidad del humano, es parte de ellos, por eso mismo suelen matarse por el bien de saciar esa naturaleza, irónico —Negó—, no te preocupes, dentro no hay nada interesante, ya que te he dejado quedar, puedes rondar, no tengo problema. Sólo ten cuidado, hay mucho polvo.
—Como lo dijo usted, es curiosidad y gracias por la preocupación —Asintió varias veces—. Mi intención no es dañina, el cuarto abierto en aquel pasillo es muy bonito, sé que no debí moverme, lo siento —Comenzó a reír con algo de nerviosismo por la situación incómoda que él mismo había provocado, no quería ser atrapado, pero así fue—. Es su casa, no la mía, no debería ir tan libremente de un lado a otro, sé que tengo su permiso, pero no debería de todas formas. Quedé como un ratón atrapado en una trampa.
—Un ratón bastante grande, si me lo permites añadir, debí poner trampas que pudieran atraparte, tal vez mis dientes sirvan —El dragón observó como Bell estaba algo aterrado por lo escuchado. Al ver al joven de esa manera, una ligera risa salió de su boca—. ¿Dónde queda tu casa, pequeño ratón? Este lugar se encuentra bastante apartado de toda la gente, debido a que no me gustan las visitas inesperadas, ni las aglomeraciones, mucho menos los curiosos rondando mi propiedad a altas horas de la noche.
—Es un pequeño pueblo, en el reino de Hevrarla —Pensó en los acontecimientos anteriores a su situación actual—. En cuanto a cómo llegué con usted... Me aventuré a revisar una pequeña propiedad, nadie vive ya en ese lugar y queda a unos kilómetros de mi hogar. Hablo muy poco con la gente del pueblo, pero no son malas personas. Por varias zonas se estuvieron esparciendo rumores de algunas plantas medicinales valiosas; yo suelo hacer algunos pequeños trabajos para mi comunidad, a veces llego a cargar y lastimarme, si las conseguía, podían ayudarme con los malestares. El problema radica en la misma zona, nadie quería aventurarse, hay peligros como animales o bandidos. A pesar de todo, quería ir a ver.
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El rey exiliado y el dragón celestial (BL) Capítulos de lectura gratuita
FantasyDisponible en formato físico por medio de Amazon, editado y corregido. El rey exiliado y el dragón celestial. ¿Qué es la muerte? Para Bellial, es el anhelado descanso tras años de sufrimiento. Cada día que pasa, su maldito cuerpo se marchita un poc...