『 Capítulo 3. ~ ¿Aliados o desconocidos? 』

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Y si vas a aferrarte a algo, que sea a sueños y nunca a personas.
N1D1
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Narra Géminis:
01:54

Desde que recuerdo, me siento muy extraña y sobretodo inútil. Odio está sensación de tener que depender de alguien. Si por mí fuera, ya me las hubiese apañado para buscar comida y dinero, pero al no poder andar, todo se me complica demasiado.

Si buscamos la felicidad, ya podría haber aparecido con otro cuerpo, pero sinceramente, he estado la semana entera aquí pensando el sentido que tiene esto, pero no lo he encontrado... ¿Cómo se supone que vamos a encontrar nada si no tenemos recuerdos? A veces pienso que le doy demasiadas vueltas a las cosas, tengo que dejarme llevar y ya irá ocurriendo lo que tenga que ocurrir.

—¿Falta mucho? –Resoplé. Él había estado un muy largo rato andando, supongo que buscando algún otro sitio. —Llevamos caminando mucho tiempo, ya estoy cansada y me está empezando a doler el estómago por la manera en la que me llevas. –Reproché al no oír ninguna respuesta por su parte. Encima, me estaba clavando el hueso ese del hombro en el estómago y no era agradable. Él empezó a reír de la nada. —¿Qué pasa? –Pregunté sin saber a lo que se refería.

—Te quejas mucho cuando soy yo el que te está cargando, ¿sabes? –Contestó, dándome a entender que su risa anterior estaba acompañada de una tonalidad sarcástica.

—Argh, ¿acaso sabes a dónde vamos?

—No, no tengo ni idea a decir verdad, sólo es intuición. Aunque...

—¿Aunque?

—Creo que he visto antes este local. –No podía creerlo...

—...

—¿Qué pasa? –Respondió como si él fuera ajeno a la realidad.

—No me jodas que hemos estado andando en círculos...

Hacía todo lo posible por mantenerme paciente, pero el hecho de que llevase cinco días sin comer y sólo bebiendo agua, hacía que cada vez, el molesto ruido que hacía mi estómago se volviese insoportable. A decir verdad, aunque haya estado riéndome anteriormente en el banco, la verdad que me encontraba bastante mal, pero si algo sé inconscientemente, es que no estaría bien decirlo, puesto que aunque él llegase ayer, no tenía porqué ayudarme. Suficientemente duro sería para él el no tener bien un brazo.

—Bueno... Creo que mi orientación no es la mejor, pero sería bueno descansar un poco. –Resopló. Yo podía entender cómo se sentía incluso si no me pasaba, por lo que no me quejé.

Me dejó cuidadosamente en un banco, donde pude ver que realmente se esforzaba para que no me hiciese daño. Lo notaba sobretodo por sus tembleques y por la presión fuerte que hacía en los agarres. Realmente debía ser fuerte para lograr hacer eso con el brazo en ese estado.
Una vez me soltó, noté que sus tembleques aún continuaban, hasta que me di cuenta del motivo de estas.

—¿No tienes frío? –Pasó a mirarme y a analizarme, con una mirada espectante. ¿Sentía desconfianza? —Te puedo dar mi abrigo si quieres, debes de estar helado. –Dije ofreciéndole la prenda.

—¿Por qué tratarías de ayudarme? –¿Era en broma? Él me había ayudado anteriormente, aunque sí que podía notar una gran falta de desconfianza. Era perfectamente entendible, pues aún éramos como desconocidos, aunque compartiendo una situación común. —Además, sólo tienes un abrigo, ¿por qué tratarías de dármelo?

—Ya sé que no nos conocemos y pedirte esto sería irracional, pero estamos atrapados en la misma condición. En estas situaciones hay que dejar el orgullo de lado y ayudarnos mutuamente para poder salir de aquí. –El orgullo no era más que una pérdida de tiempo en esta situación. Si fuera orgullosa quizás estaría sola de nuevo en ese banco. El orgullo sólo te entorpece.

Buscando la felicidad. [ Zodiaco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora