Buscando la felicidad. [ Zodiaco ]

『 Capítulo 10 ~ El dado de las cien caras. 』

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«Muchos lados para una sola cara...

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Narra Cáncer:
14:58

Sin dudarlo y unos nervios en crescendo, decidí que era hora de enfrentar al nuevo signo. Disimuladamente y teniendo mi visibilidad inactiva, dejé las herramientas que Tauro me había dado, con la excusa de revisar que todos los libros estuviesen en su lugar. Con esas intenciones ya marcadas, me fui acercando fingiendo tener especial interés por mirar las estanterías que me rodeaban. Teniendo en cuenta que el ruido venía de mi espalda, me adentré en el pasillo indicado y a unos pocos pasos, empecé a revisar las estanterías, manteniendo toda mi concentración para intentar no levantar sospechas. Tenía miedo de desviar mi mirada a la suya y que la suya estuviese fija en la mía, confundida y extrañada de por qué una persona trabajando clava su mirada en la suya.
Sé que es exagerar por exagerar, pero son estas pequeñas inseguridades sociales que me frenan antes de actuar. No obstante, junté la valentía para desviar mi ojo hacia su cara, y parecía estar completamente metida en la lectura de las sinopsis de ambas novelas. No obstante, quité unos milisegundos de atención a admirar su fino y blanquecino rostro. Su cabello parecía estar pasado por una plancha, pues teniendo un anaranjado color amanecer, parecía que esas finas hebras se repeliesen con tal de no formar ni un solo nudo. Sus grandes y claros ojos, penetraban achinados en la pequeña letra del dorso del libro, preguntándome si definitivamente ella necesitaría gafas. Era bastante más baja que yo, pero su apariencia madura y serena, me hacía preguntarme cuál de los dos sería mayor en edad. Fue un gran deleite hasta que me di cuenta que si de casualidad ella me viese, tendría más de una razón para llamarme lunático. Con ello, giré hacia el frente mi mirada, con el rostro algo colorado.

A pesar de que no veía nada extraño en ella, sentía una fija mirada, hasta que me giré y de entre el hueco de las estanterías veía una caótica mirada de parte de Tauro, que me hizo replantearme si era mejor fingir que no había visto nada, olvidarme de la vida y huir con aquella chica al más allá. Obviamente, lo último era más o menos una broma; miré con un aire inocente a aquel que me había fulminado con la mirada y procedí a hacer mis pruebas con la chica.

—Oh, ¿ese es el libro Cazadores de sombras? –Le pregunté en un tono bajo señalando el que tenía en la mano izquierda, obviamente leyendo el título porque si no me acuerdo de mi nombre, me voy a acordar de un libro. Ante su nula respuesta, decidí improvisar. —No lo he leído pero tiene pinta de ser muy bueno. La portada nunca engaña. Hay... Edificios, un "alguien" tapando la portada, seguro que es algún tipo de comedia. –Murmuré.

Ni se había inmutado por mis palabras. ¿Quizás había hablado muy flojo? ¿Quizás era verdad que los transeúntes no podían oírnos? Realmente lo que pasó con Géminis de aquel adulto que nos llegó a oír, derrumbó mis esquemas sobre el funcionamiento de la habilidad que se nos había sido concedida, o al menos de si nos podían oír.

—Oye, perdona. –Hablé en un tono más alto, a lo que ella clavó sus ojos en los míos. Yo me quedé algo cortado.

—¡Lena! ¿No me reconoces?

De mi espalda, pude oír una voz, di unos pasos atrás para apartarme cuando vi a una joven del grupo de mujeres corriendo hacia la sospechosa. ¿Habría algún signo zodiacal que se llamase "Lena"? O bueno, la verdad, que dejando de lado eso, creo que otra vez volví a ser timado, ya que parecía que la chica estuviese clavándole la mirada al grupo de sus compañeras, más cuando la que le había llamado por su nombre saltó a sus brazos con una increíble energía.