Ella

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Axel

Conozco a Tony desde que tengo memoria. Ambos nos criamos en el mismo vecindario y nuestras primeras peleas las ganábamos juntos.

Alan costa, (su hermano mayor), era apenas un adolescente cuando su madre murió. Él siempre cuidó de Tony, y le agradeció a los Santos por no quedarse en la calle cuando solo eran unos niños.

Fuimos inseparables hasta la edad de los 15 años cuando, Alan, obtuvo su doctorado en psiquiatría y se llevó a Tony para hacer una nueva vida con su hermano menor y su pequeña hija.

Nos volvimos a ver un años después en la universidad, ambos teníamos 16 y no mucho interés en ser licenciados. Tony tomaba la carrera de contaduría cuando yo me inclinaba más hacia matemáticas, nos volvimos inseparables de nuevo, todo marchó bien hasta que en el 3er año, decidimos tener una buena pasta por el negocio de las anfetaminas. Todo un lío.

Desde luego que el FBI hizo miles de investigaciones, pero al saber el historial macabro que ocultan las facultades en mercadería negra, nos dejaron en paz, en ese caso, no hubo cargos.

Cinco años después ambos irónicamente éramos licenciados, quien lo diría. Cada quien escogió su rumbo y no lo volví a ver.

Si no hasta ese día, donde también la vi a ella.

Recibí una llamada de Tony dos semanas antes de haber llegado a la ciudad, me comentó que tenían trabajo que hacer aquí y se mudarian.

Esa mañana trabajaba en el taller de mi padre, me avisó por llamada que estaba afuera. Enseguida busqué mi playera y salí colocándomela a medias.

Y allí estaba Tony, luciendo un traje de más de 800 mil dólares con las manos metidas en los bolsillos, mirándome con esa sonrisa vacilante que lo caracterizaba.

Nos saludamos con bofetadas y golpes como salvajes, éramos tipos grandes, y por más finos que sean nuestros trajes, nunca dejaremos de ser par de imbeciles.

Junto a Tony estaba de pie una niña con rasgos parecidos a él, seguramente era su sobrina. Desde que llegó al mundo la habia visto solo en fotos.

Tony le hace una señal para que se presentara, pero ella estaba distraída. Ambos reímos por ver como actuaba.

Cuando finalmente reaccionó, extendió su mano para presentarse,__Hola...soy Bela...__ tome su diminuta mano y la apreté considerablemente.

Me miró con timidez, ahí se me vino a la cabeza la frase que dicen cuando eres un niño, No hablar con extraños. Su rostro inocente hizo que la recordara al instante.

***

Ese día en la tarde, me fui a divertir con amigos al campo de fútbol, tenía tiempo que no tiraba un partido de rugby, así que acepté de inmediato.

El imbecil de Anderson lanzó el balón hacia el estacionamiento, me fui corriendo rápidamente para alcanzarlo y luego la volví a ver.

La nena estaba con un chico, al parecer se les había pinchado una llanta de la motocicleta. Les ofrecí ayuda, pero el mocoso respondió amargamente.

Ella permanecía cabizbaja y no decía nada. En fin, me largue de nuevo al campo pensando en si la chiquilla se estaba escondiendo de mi.

Minutos después fui a recargar mi cooler con agua, cuando luego sentí a alguien haberse tropezado conmigo. Baje la mirada, y eran esos mismos grandes ojos infantiles que había visto antes.

Recogí su mochila de peluche y la volví a mirar por unos segundos, en ningún momento desvió la mirada, solo se quedó ahí, viéndome como si fuera un extraterrestre.

ERES MIA (HOT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora