Capítulo dieciséis

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Capítulo dieciséis

La curiosidad mato al gato, suerte que es una tigresa

Por Steve Hyuga

La vida de Isabella desde siempre fue muy compleja, su madre la había abandonado al poco tiempo de nacer y su padre, bueno, su padre intento hacer lo mejor que pudo, al menos por un tiempo, se dedicó a trabajar tiempo completo dejando a su hija encargada a los vecinos que la cuidaban de pura buena voluntad, desde pequeña comenzó en pequeños trabajos, para ayudar a cubrir sus gastos pero sobre todo para estar lejos de casa y no sentir tanto la soledad, cuando cumplió catorce comenzó a trabajar de mesera en un bar, la paga era mala, pero compensaba con las propinas, el lugar muy concurrido, siempre estaba repleto de clientes VIP, pero ella no tuvo acceso a esa área del bar hasta que cumplió los quince, no es que le haya hecho mucha gracia, los chicos a veces se propasaban con ella y el gerente solo le cerraba la boca con un bono VIP.

Así era día tras día, las cosas que veía eran parte del secreto profesional, solo podía decir que el polvo que se acumulaba en las mesas no lo limpiaban con aspiradora, y las píldoras no las recetaba el médico, y precisamente ese fue el problema, un 23 de abril como cualquier otro encontró a una chica vestida con una mini blanca un tops rojo con la cabeza apoyada en la mesa, completamente abandonada, había sangre seca corriendo por su nariz, el pánico se apodero de Isis, trato de despertarla pero estaba tan helada, desesperada llamo a la policía, se quedó esperando pegada en un rincón sin atreverse a mover, pero como podía abandonar a esa desconocida, esa chica que pudo ser ella, Isis más de alguna vez se había ayudado de los polvitos mágicos para sobrellevar su vida de mierda con un trabajo de mierda que pagaba un colegio de mierda por el abandono de un padre de mierda, se quedó pegada en el rincón hasta que un policía la saco de ahí, la llevo a la comisaria donde le tomaron declaración, luego las cosas pasaron muy de prisa.

Le llegó un correo informándole que había sido aceptada en el mejor colegio de Santiago, gastos pagos, departamento incluido, dinero para lo esencial, todo auspiciado por protección de testigos, según le dijeron.

Así fue como comenzó su nueva vida, conoció al chico de sus sueños un tigrecito llamado Steve, que poco a poco le robo el corazón y su cabeza, por primera vez era feliz, jamás hablo con nadie de lo que vivió antes de entrar al colegio y su tigre estuvo bien con ello, no le importaba su pasado, solo su presente y su futuro, es más ella lo había olvidado, hasta que tres meses atrás, justo después de una cita en fiscalía, se dio cuenta que no estaba en protección de testigos, que su nueva vida era un pago su silencio, como se dio cuenta, simple, ese día entró a su departamento y encontró cocaína sobre la mesa, habían inalado un poco y dejado el resto para ella, por si eso no era lo suficientemente, en la pantalla gigante, que hasta ese entonces ella no tenía, había un video las veces que ella había consumido polvitos mágicos en el local, y al finalizar el video una foto de la chica muerta, con un tierno mensaje, si hablas la próxima eres tú.

Isabella salió corriendo como las locas solo la pudo detener Steve, quien había ido por ella para ir al cine, Isis estaba desesperada, no sabía qué hacer, pero no se atrevió a decirle al tigrecito lo que ocurría, inventó una historia poco creíble que involucraba al ogro de su padre y unas anotaciones del colegio, para luego reírse y seguir fingiendo estar bien hasta que llegó otra citación y luego más amenazas.

"Amor tengo que desaparecer" le dijo a su tigre, después de haber estado en silencio más de una hora, observando a la nada, mientras por sus mejillas caían lagrimas sin control.

"Que está pasando Isabella" le exigió saber Steve.

"no puedo decirte, no puedo" le dijo con histeria.

Cuando una pantera une a la jauría de tigresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora