0. Prólogo

40 3 0
                                    

What if when my fears show up
I'm too afraid to face them?

Well, I can't fight your battles,
But I sure can hold your hand. . .

Vacaciones de invierno, Amsterdam.

Subió a paso lento una vez las puertas se abrieron, yendo directo al primer asiento que encontró al frente, tenía frío y estaba acojonado, trataba de asimilar lo que acababa de pasar justo hace menos de un cuarto de hora afuera del lugar pues en un simple parpadeo se encontraba sin siquiera un abrigo que le protegiera del helado día que hacía.

¿Qué hacía él ahora?, estaba lejos de sus amigos gracias a la pésima decisión que tomó temprano para poder dormir un poco más, "Ya les veré yo más tarde, compraré mi boleto para después", claro que sí; no podía volver al hotel, ya había agotado el tiempo y había entregado las llaves, ¿cómo podía pagar uno si su único dinero estaba dentro de la tarjeta que habían robado junto a su cartera?

Estaba jodido.

──Hey, do you have a charger? (Hey, ¿tendrás un cargador?)

Sus pensamientos le llenaban la cabeza que ya hasta comenzaba a doler físicamente, se imaginaba un y mil escenarios de que pasaría ahora que no tenía conexión alguna con las personas que venía, escuchó alguien hablarle un par de veces, más no entendía lo que decía hasta que se giró hacia el lado donde le llamaban, no prestó atención a la persona, más sí a la pregunta.

── No lo sé, disculpa. ── estaba tan distraído aún que no se percató del idioma en que le respondió, los ojos del contrario se abrieron en forma de sorpresa, quizá no le había entendido y ahora caía en cuenta. ── I'm s. . .

── No te preocupes. ── interrumpió el chico de pie antes de que pudiera decir algo más y éste le miró finalmente, gafas, cabello sobre la frente sin rumbo alguno, una gabardina que parecía ser lo más abrigador que pudiese existir y necesitar en ese momento para el rubio. ── ¿Estás bien?

Pensó por un momento si sería prudente charlar con un desconocido acerca de su miserable día o dejarlo pasar, después de todo era sólo eso, un desconocido. 

Finalmente negó con la cabeza y desvió su vista del contrario. 

── No pasa nada.

Lleno de curiosidad ante la situación, el pelinegro se sentó a su lado y llamó la atención del contrario tocándole el hombro. ── ¿Estás seguro? porque te he visto maldecir unas cuantas veces desde el otro extremo. 

Las palabras de éste le hicieron devolver la mirada con el ceño fruncido en ésta, ¿le había estado observando desde hace cuanto tiempo?, aquello le hizo caer en cuenta de que en realidad ahora no sabía ni donde se encontraba, había perdido el tiempo que llevaba sobre ese tren que no reconocía lo que la ventana al frente le mostraba.

── Me han robado todo. . . ── respondió calmado bajando la mirada y en cuanto continuó, esa calma le abandonó y comenzó a hablar cada vez más rápido, costando al pelinegro agarrar el hilo de las palabras. ── y ahora estoy aquí dándome cuenta de que llevo no se cuanto tiempo dentro de éste tren sin saber donde estoy o para dónde voy y para el colmo, estoy a nada de temblar de alguna hipotermia porque me han quitado la chaqueta igual, contándole a un tío, que en mi vida he visto, el día de mierda que tuve. . . lo cual no me sirve de nada.

La gente que iba alrededor de ellos le habían estado observando asombrados, pero no sabría si sería por lo alterado que se encontraba o porque de todo lo que había dicho le entendían una nada, por otro lado, quien le escuchaba a la perfección le miraba molesto por la situación y al estar en silencio total por un momento hasta que de un movimiento rápido se retiró el abrigo que traía consigo y lo pasó por los hombros del rubio.

Siempre tuyo, piensa en mí | Flaviard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora