Capítulo 2

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Pie derecho, pie izquierdo, inspira, expira. No lo puedo evitar, necesito concentrarme en cada movimiento de mi cuerpo para no desvanecerme aquí mismo.

No tengo fuerzas y el constante cosquilleo sigue presente. Me flaquean las piernas y siento que de un momento a otro van a chocar contra el asfalto.

No pienses. Simplemente camina y sigue caminando.

Como cada mañana, paseo por la línea central de la carretera, con los brazos extendidos para mantener el equilibrio. Los coches pasan, me pitan y me gritan que me aparte. Pensarán que estoy loca, tal vez tengan razón.

Veo una moneda en el suelo y me agacho a recogerla, cuando estoy a medio centímetro de ella un camión pasa por mi lado y el posterior viento que levanta me tira al suelo, pero yo consigo coger la moneda y apretarla fuerte entre mis puños.

Me caigo al suelo y me golpeo la cabeza con una piedrecita que desgraciadamente allí había ido a parar.

Negro, todo es negro. Mis fuerzas desaparecen por completo y quedo tendida en medio de la carretera como el cuerpo inerte de un gato al que acaban de atropellar y aplastar bruscamente.

Punto final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora