|01| Flamingos

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¿Quién pudo ser? Quiero que seas tú

El grito alocado del aire, acompañado de un elixir naranja mezclado con el licor del café en unas tazas de porcelanas perforando gargantas al gusto. Un zarpazo directo al corazón; un pecado sin delator. Por clemencia, los pasillos escupían trocitos de sospechas y diez siglas de papel me destrozaron. Llegando a los rincones del mismo infierno reencarnado en un bar, la carne colgó de mi como si de pedazos de papel se tratara.

Una extraña carta y con ella un leñazo a mi corazón me empapó de desgracias; como si Cupido se hubiera atrevido a jugarme una mala broma. Esa flecha envenenó mi corazón de un apego tan complicado como la existencia misma, no había nombre entre las líneas y acciones, no había delator a semejante bajeza.

Mi situación me condenaba a entregar cada pedazo de mi ser con fines de demostrar mi gratitud, arrebatándome a mi mismo todo tipo de emociones y deseos; La Gioconda* tenia mas emociones que yo. Solo basto de una pista en forma de sigla, que cayó a mis manos y a los segundos danzó por el aire, arrastrandome a los segundos a una especie de bar.

Mis pisadas quedaron mudas ante el sonido de la banda que animaba el ambiente lleno de huesos y risas con trompones, saxofones y contrabajos de forma contagiosa. Una pista llena de color naranja y licor café, la presencia de la muerte mezclada por el lugar viéndose frente a frente con los huesos danzantes en forma de esqueletos con acciones vividas. Me sentí levemente atrapado por un escenario del calibre de Van De Venne*.

Y de nuevo ese dolor en el pecho a los segundos de mi presencia y sin ningún delator. ¿Qué clase de espectáculo se estaba montado? ¿Por qué tenía que ser yo el protagonista de semejante acto?

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Un rostro conocido identifiqué dentro de esos huesos; mas esa R, un trocito de sospecha voló de nuevo entre la multitud. Me volví una sombra ante mi afán de seguir aquel pedazo de papel, la elegancia de la obscuridad me envolvió y sus pasos marcaron una triste melodía. Recorriendo en silencio el lugar y esquivando a unos cuantos, el papel avanzo unos pasos de mi, pero me detuve en un ring, donde esta a punto de cometerse un entierro a puño limpio. Esa cabellera blanca, idéntica a la nieve con el contraste de los más finos de los carmín en los ojos era el responsable.

––Hmp, sabía que eras imprudente mas nunca pensé que llegarías a tales extremos Subaru ––me dije para mi mismo cuando vi pelar al albino con uno de los visitante de este foráneo lugar––. Esa ira y agresividad será tu fin absoluto.

Pude sentir su mirada caer en mi persona, me limité a seguir con mi camino ignorando a aquella criatura de rubí que me taladraba la espalda. Tenia la ligera ilusión saboreando en mi paladar y picando mis manos, que era una clase de extraño sueño, que estaba siendo preso de un método paranoico-critico* del viejo Salvador.

The Music Of Bar Dystopia [Twenty SongFincs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora