Capítulo Dos: Solo

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—¡Pájaro! —fue lo primero que escuchó Clark al abrir los ojos

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—¡Pájaro! —fue lo primero que escuchó Clark al abrir los ojos. 

Por encima de él y recibiendo casi al sol en la cara, se encontraba una harapienta, de tez morena y con una expresión ida. 

—¡Pájaro! —repitió la mujer—. ¡Pájaro, pájaro, pájaro! 

—Sí, ya la escuché —afirmó Clark mientras se apoyaba en sus antebrazos, para así empezar a guardar sus cosas en la mochila. Levantándose poco después para casi y trotar lejos del callejón. 

«Sin dinero, sin hogar. Sin nada prácticamente»

Posteriormente, Clark abría una regadera pública, de esas que se encuentran en las playas. Él se remojaba la cabeza lo más que podía, sintiendo algo de vergüenza ya que sus boxers estaban rotos del glúteo derecho. 

—Muchas gracias —decía Clark momentos después, tomando un hot dog. Sin nada más que el pan y la salchicha sola. Para tener que pagar así solo un dólar.  

Aquel era uno de los pocos gustos que podía darse: un hot dog de un dólar. Esto era lo que pensaba mientras caminaba por la calle, tratando de disfrutar lo más posible el sabor.  

«No todo es tan malo. Al menos tengo dos empleos. Uno por la tarde y el otro por la noche»

—Listo —decía Clark con un trapo, terminando de bolear un zapato en uno de los típico puestos de la calle.

El señor era el típico estereotipo de hombre bien vestido con sombrero de copa; el cual al bajar, dejó en una caja de aceitunas vacía, unos cuantos centavos. 

—Adiós —exclamó Clark alzando la mano en despedida, pero el señor ni lo volteo a ver. 

—Déjalo Kent, esa clase de gente no suele ser muy amable —le dijo otro hombro ya algo mayor, acomodando periódicos en las rejillas conectadas a la silla para bolear. 

 «Joe Siegel, la única persona que ha sido mínimamente decente conmigo en este tormento»

—No ha sido un buen día, Joe —decía Clark tomando la lata para así mirar las pocas monedas que se encontraban adentro. 

—¿Qué días son buenos? —preguntó el hombre mayor—. Esos tacaños, no pueden ni soltar un dólar —aseguró Joe caminando hacia su "empleado" con dificultad, ya que cojeaba de su pie derecho, tomando así la lata para mirar hacia la misma—. ¡Bah! —exclamó mientras la volvía a dejar en el suelo.

Joe solo poseía un saco de tela verde y el típico gorro, y también una barba que le hacía parecer Santa Claus. 

—Sí, supongo que tienes razón —afirmó Clark apoyando el trapo en su hombro. 

—Ayúdame con esto —pidió Joe luchando por mover una caja. 

Kent se acercó para así inclinarse y abrir la misma, la cual estaba llena de periódicos y uno que otro cómic. 

Superman RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora