Capítulo 16: Un país de las maravillas

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La maldad siempre será parte del mundo, pues los humanos somos tan diferentes que decidimos cosas distintas cuando vivimos ¿el fin justifica los medios? ¿El hombre se hace malo? ¿La sociedad lo corrompe o es malo desde que nace? La naturaleza de la gente es tan triste, porque lo cierto es que cuanto más vives, más existe la posibilidad de que el amor a la vida se vaya. ¿Y qué es un humano sin amor a la vida? Un ente, un ser que vive por respirar pero ha optado por tener un destino peor a la muerte.

Muzan lo sabía más que nadie, pues él había vivido tantos años que el peso de existir era cada vez más horrible, y la frialdad con la que miraba a las nuevas generaciones era cada vez más cruel. El hombre veía desde el gran ventanal cómo Tanjiro ingresaba al castillo, pronto todos sabrían la verdad, lo que tuvo qué vivir con Zenko Agatsuma con el único fin: de morir.

Cuando se pensaba joven e ingenuo nunca hubiera pensado en morir de esta forma, como el malvado de un cuento, pero bien es dicho que jamás digas nunca a cosas que no te han tocado presenciar. Hoy, vestido de gala, estaría a punto de celebrarse el acto final de este viaje. Un viaje que él mismo creó para dejar este mundo terrenal, todo para volverse a encontrar con esa mujer que tanto amor le causó hasta que por razones biológicas, el mundo se la llevó de su lado.

Sí... Desear a la mujer de un tirano fue solo una de las mil cosas que cometió como pecado, y dudaba mucho de si algún día alguien le dictaría su libertad. Él ya no podía ser libre, pues aquello se lo llevó su crimen más vil. Matar al amor de su vida con sus propias manos. Quizás como ser humana normal la vida se le fue, pero fue él quien con sus manos malditas la asesinó. Eso pensaría toda la vida de ser necesario.

La extrañaba. Tanto que lloraba sin evitarlo, aun cuando su propio ser mortal ya no existía más en él. Muzan había muerto hace mucho tiempo, dejando un cascarón vacío.

— Es irónico —murmura. — La magia más poderosa es la misma que me maldijo tanto.

Amar. ¿Por qué amamos con tanta necesidad? Le gustaría conocer la respuesta.

— Sumiko... Pronto nos volveremos a ver.

~ø~

— ¡Zenitsu, deja de seguirla!

— ¡Tenemos qué encontrar respuestas, Uzui! ¡Deja de ser un vago y sígueme!

— ¿Cómo es que Inglaterra se relaciona con tu madre?

— ¿Acaso crees que yo lo sé? ¡Ahhhh, ¿por qué me pones tantos enigmas, mamá?!

Uzui suspiró, llevaban media hora yendo por mil caminos distintos sin lograr tocar el castillo como tal, maldecía al laberinto creado por Muzan ¡Dios, qué pesadez!

Llevaban corriendo aproximadamente unos minutos sin saber claramente a dónde debían llegar, lo único que tenían en su mano era esa chica conejo con extraños dotes para correr, y si algo estaba seguro era que algo en él dictaba con rearmar las piezas que su madre dejó por todos lados ¿qué debe saber? ¿Quién era él en realidad? ¿Por qué sentía ese extraño presentimiento de que todo estaba por acabar? ¿Su viaje sería el que conocería su fin o... quizás todo lo que consiguió? De pronto, pensar en Uzui, en Tanjiro, en Inosuke, todo le llegó como una piedra que no podía cargar.

Porque el miedo que sentía al ser abandonado por ellos era incluso más grande que el miedo de no saber quién se supone que era. Si por su pasado debía sacrificar su presente, no dudaría en... dejar ir lo que su madre pactó, dejar ir la razón por la que Kaigaku se alejó. ¡Kaigaku! Había olvidado ciertamente que su hermano le esperaba en casa, que ya no se trataba solo de su decisión, ¿si escogía su presente eso significaría que Kaigaku no estaría con él? La duda volvió, mirando a Uzui correr a su lado ¿sería capaz de decidir uno sobre el otro? La coneja poco a poco fue bajando la velocidad, los ojos amarillos de Zenitsu miraron frente a él.

Hubo una vez hace mucho tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora