Capítulo 2:Llegada del primo Edwin.

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Escuché el sonido de un carro y luego los gritos de mamá diciendo:

 - ¡YA LLEGARON!

Yo no bajé hasta que mi madre me gritó desde las escaleras.

¡Mariana, baja!

De muy mala gana respondí que ya iba. Sali de mí recámara, baje y llegué a la sala, en la cual ya se encontraba sentados los tíos.

Apenas me  presentó mi madre con mis tíos,  la  tía Maria (Mari) se abalanzó hacia mí, me beso, me abrazo, como si fuera un oso de peluche o algo así,  y yo  me decía. <<¿Qué le pasa a esta tía? ¿Qué onda con su intensidad?>> El tío Óscar fue más tranquilo solo me saludó con un apretón de mano y un beso en la mejilla.

No miré a mi primo por ningún lado, me senté al lado de mi hermano en el reposabrazos del sofá, después de unos minutos escuché que alguien salía del baño.  Y obviamente supuse que se trataba del primo Edwin! Giré mi cabeza y ahí estaba el dichoso primo. 

OMG! Nada que ver con mi hermano, el era en verdad muy guapo

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OMG! Nada que ver con mi hermano, el era en verdad muy guapo.

Mi madre me presento con él, y yo estaba en shock y sólo  pude decir:

¡Hola mucho gusto primo!

Yo extendí mi mano para saludarlo, el la sujeto y sentí como me atrajo hacia el con algo de fuerza y me beso en la mejilla al mismo tiempo que decía.

El gusto es mío primita.


Por unos segundos me quedé estática y no sabía qué hacer, ni como reaccionar. Fueron unos segundos que se sintieron como una eternidad.

Al estar tan cerca de su cuerpo  me pude percatar de lo bien que olía.

El carraspeó un poco y eso me hizo reaccionar y de inmediato regresé a sentarme al lado de mí hermano.

Mi primo se sentó frente a mi y yo de vez en cuando volteaba a verle discretamente.

Después de un rato pasamos todos al comedor,  mi madre había preparado  unos ricos y deliciosos tamales de pollo en salsa verde( mis preferidos). Cenamos muy felices y después,  todo fue chalala y chalala, risas, platicas entre mis tíos y mis padres.

El primo y mi hermano se fueron a la sala a jugar con el Xbox, y yo ahí aburrida con la platica de los mayores.

En ese momento se me ocurrió molestar al primo, me levante, lavé mi plato y caminé hacia la sala.

Cuando estaba por detrás de Edwin dije:

-¡BUUUU!

Mientras pinchaba sus costillas, al instante el dio un sobre salto y eso provocó que casi se cayera del sofá...  ¿Y yo? me eche a reír muy discretamente. (mentira... me reí a carcajadas)

Eso fue muy divertido, no pensé que alguien tan musculoso fuera así de sensible al pincharle las costillas. Mi estómago comenzó a doler un poco por la risa. Mi madre y mi tía venían saliendo de la cocina y escucharon mis carcajadas... Edwin me dio una mirada de reproche, me miró de arriba a bajo  y  luego una sonrisa  maliciosa apareció en su rostro. ( Debo reconocer que esa mirada me puso algo nerviosa). 

-¿Que está pasando aquí? Pregunto mi madre.

Jesús, de chismoso como siempre respondió; la payasa de mi hermanita acaba de meterle un susto al primo y  casi lo hace caer del sofa.

Edwin solo dijo que no era para tanto y que si le permitian pasar al baño. 

Mi madre comenzó a decirme toda una letanía,  pero mi tía salió a defenderme diciendo: Veronica, déjala no la regañes

La tía Mari dirigió su mirada hacia mí y me dijo; Marianita, solo te voy a prevenir un poco ya que tú primo y tú no se conocen... A tu primo Edwin no le gustan mucho las bromas, él no es muy paciente que digamos, no quiero que te vaya a regresar la broma y termines enfadada.

Escuché muy atenta a mí tía y asentí con la cabeza mientras me mordía los labios para no reír. ( En mi cabeza estaba la imagen del primo sobresaltado y había sido muy gracioso en verdad)

Me dirigí a la escalara para subir a mi recama y justo mi primo venia saliendo del baño. El tenia una mirada de te quiero matar y sin que nadie se diera cuenta me dijo entre dientes que se las iba a pagar, solté una carcajada, no la pude contener. Mi primo me puso muy nerviosa con sus palabras.  (Cuando yo estoy muy nerviosa, me da por reírme).

 Mi madre al escucharme reír así, se pensó que me estaba burlando de lo que me habian dicho y me hizo regresar. 

Ya estando Edwin presente, me obligó a que me disculpara  con el y también con mi tía.  

Y aunque mi tía dijo que no era necesaria las disculpa,  mi madre no pensaba lo mismo y  no me quedó de otra que disculparme. 

Edwin me dedicó una sonrisa de medio lado, y abrió sus brazos para que yo le diera un abrazo. Pero me quedé inmóvil y  el, ni tardo, ni perezoso me envolvió con sus largos brazos... Un susurro en mi oído hizo que me estremeciera. 

¡Cuídate de mi primita!...  fue la frase que salió de sus labios, mientras fingía que todo estaba olvidado con ese abrazo.   

 Decide retírame a mi recamara en cuanto me sentí liberada de sus brazos,  les di las buenas noches, subí a mi recámara,  traté de no pensar mucho en  lo sucedido, me di un baño y me acosté a dormir.

MI PRIMO EDWINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora