Estaba lloviendo con tanta fuerza esa noche que de vez en cuando podía escuchar las gotas de agua golpear la ventana panorámica a su izquierda, sus ojos estaban perdidos en las luces opacadas por la bruma de la ciudad. Hace unos minutos, la sala de juntas donde había estado reunido con sus asesores y los jefes de departamento, estaba llena de ruido, voces, papeles pasando, plumas rasgando papel, y ahora el silencio era tan intenso que por primera vez en el día podía escuchar sus propios pensamientos.
En otra ocasión, se hubiera castigado por sobre pensar las cosas, pero así era el cuándo estaba solo, se castigaba incluso por el mínimo error que cometiera. Miro arriba, al techo iluminado, apunto de dejar salir un grito de frustración que hizo que sostuviera con fuerza el filo de la mesa, cuando escucho la puerta abrirse y enseguida relajo su postura.
Giro su silla en dirección a la entrada tras a él, y solo vio a Minhyuk con una bandeja, el bonito y elegante secretario que había tenido por seis años ahora se acercaba a él, balanceando perfectamente un café frio con mucha crema, y un par de pastelitos seguramente rellenos de crema dulce.
Minhyuk llevaba su cabello cobrizo como a él personalmente le gustaba, le hacía ver más amigable que el cabello negro que había usado hace unas semanas, usaba uno de los trajes que él le había regalado para su cumpleaños y lo lucia con la elegancia de un modelo de magazine.
– Viéndote bonito como hoy, seguro estas esperando recibir un cumplido. – Wonho estaba acostumbrado a coquetear con el secretario que solo era dos años menor que el, y que se había ganado su lugar después de un largo concurso de secretarias hace un año. – ¿quieres que sea yo quien lo haga?
Minhyuk no podía evitarlo, puede que en términos propios, Wonho no fuera su tipo, pero en términos generales, Wonho era el tipo de todos.
– Lo agradecería. – respondió, incapaz de negarse a esa voz melosa que ponía nervioso a más de uno cuando venía cargada de tanto atractivo sexual. Los ojos de Wonho se quedaron sobre el por largos segundos, recorriendo su cuerpo antes de sonreír.
– Te comería justo en este momento si no fuera porque necesito que hagas un par de cosas por mi rápido. – vio de reojo como su secretario sonreía después de suspirar. – hay dos personas hoy que fueron particularmente insistentes con un asunto que he intentado manejar lo mejor que puedo en nuestra sociedad. Quiero que se lo entregues personalmente a Kihyun, no quiero intermediarios, redactaras el asunto lo mejor que puedas, y lo entregaras. Personalmente. – repitió lo último para hacer énfasis en lo que quería que el hombre a su lado hiciera. – ¿entendido?
– Sí, señor. – asintió rápidamente tomando las dos carpetas que Wonho extendía hacia él. – ¿ya todos se han ido a casa? – pregunto, revisando su reloj distraídamente para revisar que apenas eran las siete de la noche.
– Solo el jefe del departamento de finanzas está en su oficina, el resto ha partido a sus hogares. – informo, mirando a su jefe partir sus pasteles con el tenedor y comer solo un bocado. – y Kihyun–nim.
– Ok, puedes retirarte. – Hoseok hizo un gesto con la mano y se dedicó a terminar su merienda nocturna.
Debía estar cerca de las nueve en una reunión con dos de los socios principales de Monsta; discutir sobre las exportaciones chinas que se habían paralizado debido a la presión política entre ambos países era de vital importancia, y esperaba lograr algo esta noche, algo productivo y no solo una noche larga de beber soju y apelar a su tolerancia al alcohol.
El vehículo ya estaba listo cuando bajo en el elevador, le gustaba la compañía cuando estaba así, sola y con sus pasos resonando en los amplios pasillos, metió las manos dentro de su pantalón, mirando su reflejo en las puertas de vidrio brevemente, acomodo su cabello con sus manos, y ajusto su chaqueta blanca de solapas negras que había llevado para la reunión de esa noche, no hacía falta cambiar su traje, pues sus socios eran dos hombres mayores que el mantenía allí solo por diversión, bien podría haberse deshecho de ellos, pero apreciaba que aun a sus edades, pudieran ofrecer tan buenos consejos.
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White Sugar
RomancePor una parte, tenemos a Wonho es un empresario de Korea que heredo un Chaebol por su inteligencia y esfuerzo, lo que le ha llevado a ser respetado en los círculos que se maneja ahora, con un pasado manchado por la tragedia que oculta con pasión. Y...