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1.093 Palabras
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Esta historia antes tenía el nombre de Poèmes |

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Tokio, Japón 1920.

La suaves gotas de lluvia cargadas de melancolía, golpeaban sin reparo la manilla del reloj que acortaba la libertad de exteriorizar el verdadero amor.
La tristeza fue lanzada al viento junto a los recuerdos de un tiempo que se inundaba en la añoranza de ser rescatado.

Osamu tenía su vista fija en el llanto del paisaje reflejado en ese día frío de Febrero, que estaba a punto de cambiar su vida.

Ver como la felicidad se le escapa a de las manos y no poder hacer nada por ello. Solo obedecer ante la precaución de dañar a quién tanto amas.

—Yo tomaré tu lugar, idiota.

El futuro cabecilla de la familia Miya cerró sus ojos al escuchar a su hermano. Se sentía horrible enfrentarse ante la lucha que le dolía profundamente y que encarcelaria su verdaderos sentimientos.

—No puedes hacer nada, Tsumu. Si no era yo tendrías que ser tú. — Y había tanta verdad en eso que vio como su hermano guardaba silencio.

Atsumu había insistido en más de una ocasión que escapara del país con Tadashi, que él cubriría esos caminos a su padre. Pero el sueño era imposible, un hombre tan poderoso no lo dejaría vivir en paz y no quería poner en peligro a la persona que amaba; esto era lo más sano de hacer. Dejarle ir.

Observó su semblante en el enorme espejo y apreció su Montsuki negro el cuál estaba  impecable, lucía como todo un caballero y era exactamente todo lo que una buena chica de clase social respetable desearía.

Atsumu seguía hablando, pero él ya no quería seguir escuchando las mismas palabras. Por eso se puso de cuclillas para quedar frente a su mejor amigo para limpiar sus lágrimas. Siempre pensó que si podía sacarlo de esta desdicha valdría la pena perder su vida.

—Vamos, solo deseo que esto sea rápido. — Puso de pie a su hermano y arregló su ropa lo mejor que pudo. Tratando de concentrarse en algo que no fuera lo que sucedería en menos de una hora.

Osamu levantó la vista al darse cuenta que la puerta se abría para revelar a sus amigos. Bokuto se veía tan miserable como él, siempre siendo el más sensible del grupo. Oikawa escondía mejor el sentimiento y trataba de sonreír en dónde la nostalgia por poco perdía la paciencia.

Bokuto se acercó y abrazó. No era necesario decir algo, ya estaba hecho y el dinero jamás podría pagar eso.

—Sé que han intentado ayudarme pero no hay nada que pueda hacer; debo protegerlo, ya saben que estoy siendo amenazado por mi padre.

Era tan sencillo como eso. Había visto las manos de su padre y lo despiadado que podía llegar a ser cuándo las cosas no salían como debían ser. Osamu sabía que estaba condenado, ni las riquezas de sus amigos podrían salvarlo.

—Con todo el dinero que tengo puedo hacer que tú y el pecoso se vayan a vivir al otro lado del mundo. Por favor, es mi última oferta. — sonrió a Oikawa y este comprendió que jamás podría ponerlo en peligro por esto.

—Samu-samu, yo también puedo hacer lo mismo ¿Realmente no hay forma de escapar de esto?

La negativa salió como una secuela y volvió a maldecir a su mala suerte.

—Él está acá, ¿Lo sabías? — Era tan raro tener una versión de Oikawa tan serena, ya que generalmente era tan ruidoso y fiel defensor de sus ideas. Pero tal vez esta era su manera de hacerle compañía en este baile tan tortuoso y agotador.

—Padre lo invitó. Es un castigo y un recordatorio. — estaba seguro de que Tadashi  aunque se hubiera negado no podría haberle dicho que no.

—Viejo maldito.

Escuchar a Bokuto maldecir siempre fue divertido, pero esta vez no halló la gracia en como su padre le hacía pedazos la vida.

—No dejen solo a Tadashi, por favor.

—Estaremos con él. — oír esa promesa de parte de su hermano le dio un poco de tranquilidad. Odiaba la idea de tener a su ex pareja presenciando un matrimonio que ni era el suyo, daría lo que fuera para poder evitar aquello. Por eso se sintió impotente por no tener la facultad de esa toma de decisiones.

—Aquí hace falta el estúpido gato negro.— esa apreciación de parte Oikawa siempre era tan inesperada.

—Extraño a mi Bro. — Bokuto siempre mostrando su dependencia emocional, era un pequeño bálsamo a su herida.

—Ya pronto lo verás.— No pudo evitar guardar esa información, asi que no pasó  por alto que le miraran con una pregunta en sus miradas. Kuro vivía hace dos años en Francia, su familia tenía varias empresas dedicada al rubro hotelero y él estaba a cargo del Hotel Le Bristol por eso había cambiado su residencia a París.

—¿Qué estás escondiendo? — Oikawa siempre siendo el más rápido y perspicaz.

Osamu no respondió. Oikawa comprendió y no volvió a preguntar.

Minutos después tocaron la puerta y el tiempo avanzaba con una memoria indulta, le era preciso querer llorar por ese dolor y se lo permitió antes de cruzar la fotografía que congelaría la felicidad que ya ni podría explorar.

—Señor, ya es hora—.uno de los encargados vino a buscarlo y recordó el inventario que tenía que sellar en el pasado.

—En un momento — respondió con autoridad y se preguntó porque su padre no había venido. Ya que le era tan fácil controlar sus pasos y en especial en esta recta que por la ingenuidad de una esperanza aún creía que podría ser la final.

—Hermano, por favor.

—Ya basta, Atsumu. Recomponete y apoyame... esto lo hago por los dos,— tenía que hacerle entender que esto lo hacía por su bien. Que si podía impedirle este dolor tomaría sin duda alguna ese puesto y le daría la libertad y le evitaría un matrimonio concertado. —Kiyoko también lo sabe, ella también está en las mismas condiciones que yo.

La novia también estaba siendo obligada a casarse con el amigo de su infancia, era una tradición familar unir su poder monetario y buscar al futuro heredero.

Seguía creyendo que esto sería más fácil si las cosas siguieran ese curso rápido. No quería seguir luchando con el impulso de buscar una respuesta a este manojo de instrucciones. Quería ser su propio dueño, amar y huir junto a su locura más hermosa que miraba su miseria.

Antes de salir dio un último vistazo por la ventana buscando el consuelo en esas tonadas de lluvia dirigidas a sus cadenas. Estas apretaban sus emociones afligidas por tener que soltar el deseo de permanecer atado al corazón del hombre de su vida.

 Estas apretaban sus emociones afligidas por tener que soltar el deseo de permanecer atado al corazón del hombre de su vida

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Algo que deben saber:
• Los gemelos tienen el cabello negro.
• Bokuto usa su peinado para abajo (me parece más elegante para la época)
• Oikawa sigue siento Oikawa.

París fue un error (Poèmes) | AtsuHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora