Alexa se levantó temprano, como de costumbre, ya había pasado una relajada semana desde que se habían mudado a ese departamento, varias veces trato de conseguir trabajo, pero en ningún lugar la quisieron aceptar por aun ser menor de edad, así que decidió simplemente seguir con su escuela, en pocos meses se graduaría de preparatoria, por fin, así que ya se estaba volviendo más loca de lo que ya estaba, por toda aquella presión que significaba los exámenes finales y demás, claro que hasta para alguien con su IQ era algo fácil de resolver, lo difícil aquí era que no descubrieran esa inteligencia sobrehumana que tenía. Alexa intentando distraerse, se va a preparar el desayuno de Meg y ella; dos huevos estrellados con tortilla y algo de tocino con soda, después de cocinarlos sirvió el desayuno en dos platos distintos, poniéndolos en la mesa, segundos después va a la habitación de Meg tocando la puerta.
-Meg? El desayuno ya está listo, ven a el comedor en cuanto puedas- A las malas Alexa había aprendido a siempre tocar la puerta de Meg antes de entrar o siquiera hablar, ya que siempre en las noches por ahí de las 10pm, Meg se iba a algún Antro y regresaba hasta la 1 o 3 de la mañana, siempre con algún compañero o compañera. Alexa (en cierto punto también Meg) agradecían que las paredes fueran muy gruesas y que por mucho ruido que hubiera, nunca se escuchaba nada. Una vez Alexa entro sin tocar, mirando a un chico algo alto y fuerte apenas vistiéndose, ante la inocencia de ella, solo se disculpó algunas veces saliendo y cerrando el cuarto, el chico se vistió rápido y se fue casi corriendo del departamento, Alexa agradecía que ya había aprendido la lección y que lo que resto de aquella semana no volvió a ver nada.
-Voy en unos segundos, vístete para la preparatoria- Entre bostezos Meg lo diría, Alexa segundos después de escuchar a Meg, fue a el comedor comenzando a desayunar; mientras miraba el departamento, aún no se podía creer que se había liberado de sus padres, aun recordaba aquella sensación tan placentera de escuchar los gritos de sus padres suplicando por piedad, si bien no recuerda de donde surgió tanta fuerza y tanto valor para llevar acabo aquel asesinato que se quedó en el olvido... al menos para ella, para Meg aún recordaba el funeral de sus padres y los de Alexa, ambas obligadas a ir para no levantar sospechas, claro está que ambas no querían ir, pero vaya que disfrutaron el estruendoso sonido de la tierra chocar el ataúd, aunque no vieran lo que odiaron los abrazos y palabras de "consuelo".
-¿¡Tierra llamando a Alexa?!- Meg movía un poco su mano enfrente de Alexa, quien se había quedado mirando a la nada.
-¿Eh? Perdón... estaba acordándome de...-
-¿Del funeral?- Interrumpió Meg con una leve sonrisa, sonrisa que Alexa correspondió, ambas se conocían suficiente como para saber que pensaba la otra; aunque si bien es cierto había ocasiones en donde Meg no entendía a Alexa y viceversa, era como jugar a tirar los dados y esperar a que salga par, había mil posibilidades de que pase y otras mil de que no pase. Después del desayuno, Alexa fue la primera en irse a su preparatoria, Meg quien salió minutos después... A ella comenzaron a seguirla tres hombres mayores a los 30 años, Meg rápido lo noto recordando que siempre traía una daga en su muslo, así que sin problemas se desvió del camino, yendo hacia unos callejones poco transitados, hasta llegar a uno sin salida.
-Pero miren quien se quedó sin camino, Jajaja Meg ¡Debes estar deseando la muerte! ¿Sabes? ¡Nuestro jefe odio el día en que decidiste irte de su lado y de paso quemarle toda su propiedad! Creo que estará más que complacido si aquí mismo te matamos- Uno de los hombres lo diría mientras sacaba una navaja, al igual que los otros dos hombres, Meg con una increíble sonrisa sádica, levantaría ligeramente su falda tomando su daga, mirando a los hombres, pasa la daga por las yemas de sus dedos comprobando así que tan filoso era.
-¡Bien chicos demuéstrenme de que están hechos!- Meg comenzaría a esquivar los ataques de los hombres, que eran más fuerza física que cerebro y Meg ya sabía que solo fuerza bruta no bastaba. Eso lo aprendió gracias a que una vez intento atacar a Alexa y está le logro derribar a pesar de la gran diferencia de fuerza entre ambas. Meg no tardo ni 10 minutos en haber ya matado a los 3 hombres, después de eso y al ver su ropa algo manchada de sangre decidió volver a su departamento, dado el hecho de que si la ven así en su universidad, la correrían o mínimo llamarían a la policía. Después de algunas horas de estar bojeando por el departamento, mira la hora... 12am, aun Alexa no había llegado, Meg pensó que quizá estaba en casa de su novia, pero si ese hubiera sido el caso, ella le hubiera mandado algún mensaje, ella bastante preocupada saldría de la habitación yendo a abrir la puerta principal, encontrándose una caja con una dirección escrita con rotulador negro, Meg al abrir la caja se quedaría helada, encontrando adentro el teléfono de Alexa, un poco manchado de sangre, junto a una chaqueta que esa mañana llevaba la chica, aunque ahora estaba algo desgarrada. Bastaron segundos para que Meg saliera de su trance por el sonido del teléfono de Alexa... una llamada, sin pensarlo dos veces Meg tomo el celular y contesto, no podía articular palabra al instante que escucho los gritos de Alexa aquellos gritos desesperados pedían... no, más bien rogaban que colgara.
-Jajaja ¡Escúchala Meg! ¿No te recuerda a algo? ¡Como quizá a mis hombres rogándote que no los mataras! – La voz gruesa de un Hombre se escucharía y retumbaría en los oídos de Meg.
-Déjala ir.... Dean ella no tiene nada que ver con lo que yo hice- Meg intentaba dejar de temblar por el miedo de perder no solo a su mejor amiga, sino también a su hija.
-Ven a la dirección de la caja y negociaremos la vida de esta ¡Mocosa! ¡Me dio muchos problemas incluso se atrevió a matar a dos de mis muchachos! A aprendido bien de ti Meg, lástima que no lo suficiente como para resistir mis torturas Jajaja y no creas que por ser solo una chica de 17 se salvara de lo peor... sabes que me encanta jugar... Apresúrate Meg o quizá cuando llegues ella no esté viva- Tras escuchar eso Deán colgó, Meg dejó caer el teléfono de Alexa, corriendo a su habitación y segundos después de entrar saco una caja de debajo de su cama, al abrir la caja se pudo observar varias armas en las que destacaban las de fuego, Meg después de guardar varias armas en una mochila morada, se pondría un cubrebocas negro, haciéndose una pequeña coleta saliendo de casa mirando por último la silla donde siempre se sentaba Alexa. Cierra la puerta con llave, mirando su teléfono donde tenía una foto de la dirección y toma un taxi; Al llegar al sitio Meg pago al taxista, mirando la imponente mansión que se alzaba frente a ella.
-Si esto no es ser egocéntrico entonces no sé qué es...- En un susurro Meg lo diría, yendo a la puerta principal, la abre y entra sin hacer mucho ruido, con una Doble Tap en las manos por si acaso. Estando demasiado alerta para cualquier ruido que escuchara, caminando entre las habitaciones oscuras diviso una habitación... la única que tenía luz, Meg a paso lento fue hacia ella, todo estaba en silencio hasta que un grito hizo que los pelos se le pusieran de punta, corriendo hacia la habitación entrando de golpe apuntando a lo primero que vio.
-Vaya Meg, nunca pensé que esta niña valiera tanto como para que dejaras de lado ese don tuyo de caminar como una sombra silenciosa- Dean un hombre un poco moreno, de muy buen ver; estaba parado delante de una ventana con una copa de vino en las manos, a su lado derecho estaba Alexa sentada llena de heridas pequeñas amordazada y atada con cadenas, claramente la habían intentado atar con cuerdas pero esta se desato innumerables veces, también no tenían contemplado la mordaza, pero vaya que más de un hombre se llevó una gran mordida que tardaría semanas en cicatrizar.
-Dian... esto es problema tuyo y mío no de Alexa-
-Jeje se convirtió en problema de esta chica desde el segundo en que se atrevió a matar a algunos de mis hombres ¡Ah! Y herir a otros más- Dean dejo su copa de vino a un lado dejando ver una pistola, una Lancaster apuntando a la cabeza de Alexa la cual no se podía mover por el dolor que provocaban las heridas -Veamos que tan bien sabes cantar Meg, aquí y ahora me dirás todo lo que quiero saber... pero antes... baja la pistola y la mochila sé que traes más armas en esa mochila- Dian al ver que Meg no hizo lo que pidió carga el arma poniendo su dedo en el gatillo, al instante Meg hizo lo ordenado por Dian "esto acabara mal" pensaron Meg y Alexa.
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Nuestra Realidad, tu locura
RomanceAlexa y Meg, dos amigas que a partir de un evento desafortunado dejan notar todos sus trastornos y problemas mentales, pero un chico y una chica impedirán a toda costa que estás se manchen más sus manos de sangre. ¿Logrará el amor sobreponerse ante...