"Extraordinarios: Esos ojos verdes parecidos a las aceitunas."
"Hermosas: Las figuras que puedes realizar uniendo sus pequeñas pecas."
•Fantástico: Cuando se juntan y el tiempo pasa volando para ambos.•
No hagas caso a la primera impresión...
[Por u...
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~Plan~
Horas atrás.
Caminaba rumbo a retirar a Alyssa, tenía clases de ballet los días viernes después de la escuela.
Audicionará para el papel principal del lago de los cisnes y estaba segura que se lo darían, había sido muy disciplinada en sus prácticas durante todo los años.
Al entrar el timbre de mí celular empezó a sonar.
Ron.
¿Y ahora qué?
–Si, di...
–¡Hermione! ¡¿Dónde estás?! ¡Necesito que me ayudes! – Gritó atrás de la línea desesperado.
–¡Estás bien! ¡Ron ¿Qué pasó?!
–¡Te necesito...y esto es serio!
–¡Cálmate Ronald! – pero que digo, si yo estoy con el corazón en la boca tan solo escuchándolo hablar así – ¡Voy a dejar a Alyssa en la casa y nos vemos...
–¡En la pastelería... porfavor Hermione no tardes! – colgó de inmediato.
En mí mente pasaban millonadas de cosas malas, mientras más pensaba peor imaginaba.
Por las gradas de cemento bajo Alyssa, su cabello muy bien recogido en una coleta alta, fijada en un rodete para tener una buena apreciación en cada paso que daba.
–¿Cómo te fue? – Le pregunté.
–Bien...creo– Respondió con desgana – papá y mamá dijeron que no llegarían temprano.
–Lo sé – cargue sus cosas – me hablaron esta tarde, parecía que tendrían una cita – me tomo de la mano al salir yo solo sonreí.
Me hablaba de lo que había echo en todo el día, le mostré un poco de interés pero realmente había algo que me importaba más y aunque suene cruel solo estaba centrada en una cosa.
Y esa llevaba nombre: Ronald Weasley.
¿Estará bien?
Esperaba una respuesta no importaba si era del viento o alguna señal que me tranquilizara pero ni una y ni otra llegaron. Mire la pantalla del celular: cinco y media.
–Alyssa, olvidé algo dónde una amiga...puedes ir sola a casa ¿cierto? – Faltaban dos calles para llegar, le solté la mano y saque las llaves.
Ella abrió los ojos y luego los cerró frunciendo la frente, arrancho las llaves de mí mano, tomó sus cosas y giró.
–Dijiste que verías mis pasos.
–¿Te parece si lo dejamos para la otra semana? – empezó a alejarse.
