𝐀𝐓𝐑𝐀𝐏𝐀𝐃𝐎 | ls

Harry

7 de enero del 2018

—No era una sugerencia, Harry. Vas a casarte con ella quieras o no.

—¡Ya tengo veinte años! —exclamé—. No puedes obligarme.

—Sí que puedo, estoy a tu cargo hasta que muera —habló mirándome igual de serio que siempre—. Vas a seguir mis pasos y los de tu abuelo.

—Cuando era pequeño me dijiste que yo tenía que tomar las riendas de mi futuro —susurré recordando sus palabras—. Al parecer era otra de tus mentiras.

—No me hables en ese tono, jovencito —me advirtió señalándome con su dedo índice.

—¿Qué te esperas? ¿Que vaya a abrazarte y a darte las gracias por obligarme a algo que no quiero hacer?

—Pues sí, deberías agradecérmelo —asintió levantándose de su sillón—. ¡Si no fuera por mí ahora estarías muerto!

El aire en la habitación se sentía más pesado que nunca. Sería muy fácil cortar la tensión que sin duda desprendía la situación con cualquier cuchillo que sacara de los cajones de la cocina.

Había tenido varios enfrentamientos con mi padre a lo largo de mi vida, pero nunca creí que me obligaría a casarme con alguien. Ya era mayor de edad, y yo podía elegir qué hacer con mi vida y qué no. No necesitaba que nadie me aconsejara y mucho menos que me prohibieran pensar en otro futuro que no fuera como ellos lo habían imaginado para mí.

Estaba cansado de que la gente me utilizara y me manipulara, de que creyeran que ellos sabían mejor que yo lo que a mí me convenía para tener una mejor vida. ¡Ni siquiera entendían el significado de "mejor vida"! ¿Qué significaba eso? ¿Poder? ¿Amor? Ya no lo sabía.

Así como mi madre me educó siguiendo los pasos de la cita "puedo vivir sin dinero, pero no sin amor", mi padre creía que alguien solo puede triunfar y llegar a la gloria con los métodos más acertados para conseguir la mayor plata posible. ¿Pero qué pasa si yo quiero ambas cosas? Solo me habían mostrado los dos extremos, y yo quería un punto medio.

Amor y éxito. Conocer a la persona que más me convenga sentimentalmente y conseguir entrar en la academia de fotografía con la que soñaba desde los seis años. Sin embargo, mi padre no estaba de acuerdo, pues él siempre había pensado que el amor era tan solo una distracción de lo que realmente importa en la vida, el poder.

Y él creía que poco poder iba a conseguir siendo fotógrafo. Desde que les comenté mi sueño sobre querer fotografiar a personas famosas, mi padre se había encargado de que ese sueño no fuera más que un sueño frustrado, pues él quería que me hiciera cargo de la empresa cuando él ya no estuviera. Lo que no entendía era que los números me importaban bien poco, y que lo único que me hacía feliz era capturar sensaciones y emociones a través de las lentes de mi cámara.

—Gracias a mamá —corregí yo mirándolo con rabia.

—¡Sin nosotros no tendrías todas las oportunidades que tienes ahora! ¡No estarías estudiando en Oxford y tampoco te hubieras graduado con matrícula de honor!

—¡Gracias a ti me tendré que casar con alguien a quien no amo! —grité pasándome varias veces la mano por el pelo, despeinándolo—. ¡Además hace doce años que no la veo!