Capítulo 1

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Es extraño como en un par de días todo se va a pique. Es extraño porque nunca te lo imaginarías así, es más, nunca imaginarías que te tocara a ti. Crees que realmente los cuentos de hadas existen, como si tu vida fuera una película o un libro romántico con final feliz. Crees que has encontrado al hombre perfecto, que estaréis juntos para siempre y, en cambio, el día menos pensado, paff, todo se acaba. Aunque confías en que esa novela, tu novela, esté inacabada, le falta el final, ese en el que los enamorados se reencuentran, se besan y se dicen lo que se aman. Ese en el que se dan otra oportunidad y vuelven juntos. Pero en cambio, con los días descubres con dolor que tu vida no es un cuento, no es como esperabas, y, aún así, sigues esperando equivocarte, esperas a que él vuelva, esperas ese final deseado. Una parte de ti sabe con total claridad que nada nunca volvería a ser igual aunque el volviese, que lo vuestro tuvo un tiempo, pero cuando algo acaba no hay nada que puedas hacer para que vuelva a empezar. Y no te queda otra que aprender a vivir sin él, debes aprender de nuevo a sonreír y ha ser feliz, aunque esto te cueste cientos de lágrimas debes darte cuenta que tu vida no es un libro, ni una película, ni un sueño, es tan solo la cruda y dura realidad. Esa que nunca es como nosotros esperamos. La vida nunca es fácil. Y tampoco lo es para ella.

No es que fuera pobre, o huérfana, no es que no tuviera casa, ni amigos; no, nada de eso. Simplemente le habían roto el corazón; de esa forma que te hace pensar que el mundo se ha acabado, de la manera más cruel. De esa en la que te roban la sonrisa y te hace pensar que con tan solo 16 años ya eres vieja.

Pese a que muchos intentan animarla con cientos de frases nadie lo consigue. "Solo ha pasado una semana, es normal que estés mal"; "Dentro de poco volverás a sonreír"; "El tiempo lo cura todo". Esa era su favorita te tantas como había oído esa semana. El tiempo. Todos le decían lo mismo. Como si realmente pudiera curarlo todo, como si su corazón, completamente roto, pudiera ser curado tan solo con el tiempo. Era imposible, el tiempo no hacía nada, está harta de esperar a que lo haga. No con eso, claro, pero sí con otras cosas que este seguía sin curar. El tiempo lo cicatriza todo, eso es lo único que hace, pero las cicatrices no desaparecen, y el recuerdo de ese dolor, e incluso a veces el propio dolor continua eternamente; por lo que esa expresión le parecía absurda.

Y después estaban esos otros. Los que no se lo creían. ¿Su frase favorita? La de su tía, la única de su familia que lo sabía, 50 años y soltera. "¡Tienes 16 años! Tú no sabes lo que es amar de verdad". ¡Como si el amor realmente entendiera de edades! Le frustraba, como si el tener 16 años hiciera que tus sentimientos fueran menores. Y lo decía una mujer que nunca había encontrado a un hombre, que despachaba a uno tras otro. ¿El que más le había durado? Dos meses. "Tú no sabes lo que es amar de verdad", si lo sabía, o al menos sabía que era dormirse pensando en él. Desear verlo, y cuando vas a hacerlo que te duela la tripa de esa forma tan especial. Que te tiemblen las piernas cuando te acaricia, que tu corazón lata a un ritmo desenfrenado cuando te mira. Que no puedas pasar un minuto sin él, que necesites hablar con él al menos una vez al día. Que necesites más su olor que el aire. Que te duela en lo más hondo tener que despedirte aunque sea por un minuto. Estaba segura que si sabía lo que era amar, o al menos ahora. Ahora, cuando él ya no estaba, cuando el dolor de su ausencia se hacía insostenible, cuando de noche le costaba respirar y no paraba de llorar...sabía que su tía se equivocaba. Estaba segura de eso, ella si sabía lo que era el amor, y lo peor, sabía lo que era sufrir por uno perdido. Y ni siquiera era culpa suya, si se lo hubiera pedido ella seguiría con él, aún después de lo ocurrido. Pero no, él había decidido cortar, ya no la quería, y ahora ella dudaba de que lo hubiera hecho alguna vez, después de todo él nunca había olvidado a esa que en un tiempo fue la mejor amiga de Katherine y que ahora le había robado la razón de su felicidad.

Katherine sonríe, derrotada por la vida y con los ojos anhelados de lágrimas. Una vez más recuerda a Gonzalo con el que había compartido tanto y no puede hacer otra cosa que sonreír y llorar, lo hecha tanto de menos. Vuelve a mirar sus fotos y una a una las borra del móvil. Por una vez iba a hacerse caso a ella misma. Siempre le había dicho a sus amigas lo que debían hacer cuando rompían con sus respectivos novios.

1º Evitar a toda costa pensar en él. Bueno, eso estaba en proceso, era difícil no hacerlo.

2º Entretenerse con cualquier cosa para evitar hundirse. Eso lo cumplía, o al menos de día. Leía (algo que siempre había amado), veía la tele, escuchaba música... cualquier cosa que le hiciera olvidarse del mundo. El problema era básicamente las noches, aquellas insufribles noches en las que le costaba dormir, y en las que cuando lo hacía no paraba de soñar con él.

3º Borrar todos lo que te recuerde a él. Eso le costaba, pero después de muchas lágrimas había conseguido borrar sus fotos del móvil, pero los menajes y conversaciones en Tuenti y WhatsApp eran otra cosa...

4º Intentar no verlo ni hablar con él. Por ahora iba bien, no lo había visto desde la ruptura, pero sabía que dentro de unos días lo vería y eso la aterraba. Debía ignorarlo, si, tenía que hacerlo e intentar no mirarlo.

5º Seguir adelante y darte cuenta de que la vida sigue. Eso lo sabía, pero conseguir avanzar sin él era demasiado difícil... ¿Seguir? Estaba segura de que La Tierra seguiría girando pasase lo que pasase, de que el mundo seguiría avanzando, pero ella no podía hacer lo mismo, era demasiado pronto.

Después de haber apuntado todo este en una libreta para intentar cumplirlo Katherine se tumba e intenta dormir, ya es muy tarde, y aunque sabe que le costará debía al menos intentarlo.

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