Capítulo 1.

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Otro día normal en la vida de Nahiana Jays. Me levanté con pesadez de la cama no sin antes apagar el odioso despertador que día tras día me jodía. Lunes. Odiosos, lunes. Me dirigí con paso lento hacia la cocina donde mi padre ya estaba preparándose su típico zumo de naranja.

-Buenos días, hija.- me saludó él como siempre.

-¿Buenos? Hombre, teniendo en cuenta que es lunes no estoy de acuerdo.- le dije yo con mi característico buen humor mañanero.

 Lo mío no era madrugar, ni el colegio. Pero no, no odiaba el colegio por el mero hecho de que vas a estudiar, no, si no que me tendría que enfrentar un día más a ser ignorada por la mayoría de gente. Si, no era una chica a la que le hiciesen mucho caso, es más, pasaba desapercibida por todos. Era invisible. Para todas aquella chica rubia delgada y callada. Menos James, Leah y Taylor mis amigos de la infancia. Ellos eran los únicos que me entendían o más bien me soportaban.

Me tomé un café bien cargado, necesitaba estar bien despejada. Me subí a mi cuarto donde me cambié con rapidez ya que mi padre ya me estaba gritando que bajase o perdería el autobús. Como siempre. La verdad es que no me extrañaría.

-¡YA VOY!- grité con fastidio. Que pesado.

Me miré al espejo por última vez. Me había dejado mi pelo rubio suelto. Me coloqué el uniforme decentemente, dentro de lo que cabía. Atravesé el pasillo corriendo, bueno andando a quien voy a engañar. Salí corriendo de casa a tiempo de ver como el autobús pasaba de largo.

-¡EH! ¡ESPERE!- le gritaba desesperada mientras corría detrás del autobús como una loca. Sabía perfectamente que el conductor me había visto y había pasado de largo.-¡CABRON!- le grité tirándole la mochila en un fallido intento de darle. Vi como un chico que pasaba por ahí me miraba con cara rara.-¡¿Y TU QUE MIRAS GILIPOLLAS?!- He ahí mi gran humor.

Recogí mi mochila. Pues nada hoy habría que ir andando, que novedad.

Llegué a la puerta del colegio. Grupos de chicos y chicos se saludaban contentos y se contaban que habían hecho en el corto puente. Se saludaban como si no se hubieran visto en años. Que dramáticos. Había un grupo que se diferenciaba del resto, supongo que ya sabréis quienes. Obviamente los populares, importantes, conocidos…etc como lo quieras llamar. Allí estaban ellas con sus sonrisas falsas y sus faldas cortas. Putas. Se habían cepillado a la mitad del colegio. La abeja reina era Kelly y los abejorros que la acompañaban Rebecca, Chloe y Amber.  Pero a pesar de ser así todo el mundo las adoraba, cosa que yo no llegó a atender. Las odiaba. Y luego estaban ellos. ¿Sabéis los típicos chicos guapos que salen en las películas americanas? Pues se asemejan bastante. Todas guapos, buenorros y sin cerebro.

Les miré mientras me dirigía hacia la entrada donde se encontraban Leah y James.

-¡Y aquí llega la más tardona de todas!¿Piensas llegar temprano algún día?- Me decía Leah mientras entrábamos al edificio. El segundo timbre acababa de sonar.

-Perdí el autobús y sabes que eso de correr no me va.- dije mirando a la pelirroja. James que estaba a su lado se rió.- Me voy a matemáticas, rezad por mi.- les dije mientras me iba corriendo hacia la tortura.

Llegué a tiempo de poder sentarme en un sitio decente. Es decir, atrás. Aquí estaría a salvo de las preguntas del profesor.

-Buenos días clase…- dijo entrando el profesor mientras colgaba su abrigo en el perchero y dejaba sus cosas encima de la mesa.

-Buenos días dice…-refunfuñé por debajo.

Después de lo que a mí me pareció una eternidad se acabaron las clases de por la mañana. Me dirigí a mi taquilla para dejar mis libros e ir al recreo. Tiré y no se abría. ¿Qué? Volví a tirar y tampoco. Puta taquilla. Empecé a darle golpes que hicieron que todo el mundo se girase a mirarme. Me pusé roja como un tomate. Pero fue solo un segundo, ya que, todos volvieron a lo suyo como solían hacer.

-¿Te ayudo?- dijo Taylor que había aparecido por allí de repente. Antes de que le pudiera contestar le dio un golpe seco haciendo que ésta se abriera automáticamente. Me quedé boquiabierta ¿Por qué a mi no me salía? Tendría que practicar mi táctica.

-Gracias, no se que haría sin ti.- le dije sonriéndole agradecida.

Taylor es el típico chico en el que puedes confiar. Es guapo y amable, el chico perfecto se podría decir. Supongo que os preguntareis como es que un chico así podría hablarme, fácil, lo conozco desde pequeña.

Vimos a Leah y James acercarse por detrás.

-Venga, salgamos ya que me asfixio.- dijo Leah dramatizando.

-Un momento que cojo los apuntes de Química que tengo que repasar.- dije mientras volvía a mi taquilla.

Cogí los apuntes y cuando me di la vuelta para volver un chico se chocó bruscamente contra mí haciendo que todas las hojas cayesen esparcidas por el suelo. Levanté la vista furiosa fulminándole con mis ojos azules pero él ni me miró, pasó de largo. Era uno de los descerebrados de los que hablaba antes. ¿Quién se había creído? Cuando estaba a punto de soltarle una burrada cuando alguien me tapó la boca por detrás.

-Será mejor que no lo hagas.- me dijo Taylor. Tenía razón, por esta vez me contuve aunque la próxima vez no se iba a librar. Recogí todos mis apuntes del suelo.

-Salgamos ya.- dije malhumorada saliendo al patio.

Crashed. | louis t.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora