Capítulo 5: Hoy es un buen día

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La canción que acompaña el capítulo es Hoy es un buen día de Río Roma... ¡Qué lo disfruten!

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La tensión que había en aquel cuarto se podía cortar con cuchillo. Doña Consuelo seguía cruzada de brazos esperando una respuesta de su hija, mientras que Cristina procesaba lo que estaba pasando y pensaba las mejores palabras para decirle.

-Mamá, yo...

-Disculpe doña Consuelo, pero para la próxima sería mejor que toque la puerta-Interrumpió Federico, sacándola de tan penosa situación.

-Yo quería hablar con Cristina-Mintió-Pero me encontré una desagradable escena.

-Bueno, más a mi favor. Así se ahorra ver desagradables escenas.

-No estoy hablando contigo-Le responde de mala manera-¿Por qué no nos dejas solas?

-Discúlpeme, doña Consuelo pero eso no se va a poder. Tenemos que seguir poniéndonos de acuerdo junto a mi mujer sobre algunas cosas con respecto a nuestra hija-Sin poder evitarlo, Cristina sonrió.

-¿Nuestra? Querrás decir de Cristina junto a Diego-Sí, fue un golpe demasiado bajo pero Federico no se dejó amedrentar.

-María del Carmen está registrada con mi apellido-Le responde con una sonrisa-Así que de ahora y para siempre será mi hija.

-¿Y si Diego regresa?-Los músculos de Él se tensionan.

-Pues se le dirá la verdad pero estoy convencido que para entonces María del Carmen me amará tanto que seguirá viéndome como su padre.

Realmente Federico nunca pensó la posibilidad de que algún día Diego regresara, ¿Qué sucedería con Cristina si eso ocurría? Tendría que contarle toda la verdad y eso la destrozaría. Por su parte, Cristina creía el rumor de que Diego estaba muerto, porque si no era así entonces la había abandonado y eso sería muy cruel de su parte.

-Mamá, déjame sola con mi marido-La mujer de cabellos dorados la mira extrañada.

-Cristina...

-Luego te busco para que hablemos, ¿Si?-Asintió, no muy convencida, y salió de la habitación.

En cuanto se quedaron solos, una vez más, Cristina se lanzó a sus brazos.

-Gracias, Federico, por todo lo que le dijiste a mi madre. Espero que sea así.

-Así será-Se separa ligeramente para mirarla a los ojos-Ahora dame el beso que me debes-Con una sonrisa, posa sus labios en los de Ella, quien gustosa recibe el beso, y lo profundiza entremezclando su lengua con la suya.

Varios minutos pasaron mientras se desgastaban los labios y se acariciaban por donde podían. Federico estaba desesperado por su dulce piel y Ella moría por estar nuevamente entre sus brazos, ¿Para qué negarlo?

Entre tropezones, sin soltarse, Cristina lo guió hasta el baño de su cuarto. 

-¿Qué hacemos aquí?

-Iba a darme un baño para volver junto a mi hija, así que te invito a que lo hagamos juntos-Dijo con una sonrisa picara.

Con una sonrisa en sus labios, comienza a desnudarla. Rápidamente Federico se deshace de su blusa y de su pantalón. Las manos de Ella viajaban a la camisa de su marido y quitaban botón por botón cada uno de las barreras que no le permitían verlo ni sentirlo piel contra piel.

Locura de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora