De Barcos, Garfios y Nudos

El Pico y el filo

Mad Maddy se sorprendió cuando llegaron a su choza, pero la mirada del joven pirata, hermano de la más alta, le llego al corazón. Tomando sus cosas y, segura de su desempeño, fueron hasta el faro para rastrear al hijo menor de Gastón.

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En Auradon, las cosas marchaban bien. Uma no había metido sus manos, lo que tranquilizaba a los próximos reyes. Mal sabía, sin embargo, que la falta de ingredientes del invernadero de la escuela, si era obra de la bruja marina. Pero esos ingredientes eran inofensivos, así que no tenía mucha idea de qué podría estar tramando.

Justo cuando estaba por cerrar la ventana, Ben entró al estudio con el ceño fruncido.

—¿Qué sucede?

—Esto —y le tendió un vial de poción usado.

—Esto es una poción para respirar bajo el agua, se la llama Marinis Branquis.

—Si, es lo que debe estar haciendo Uma.

—Pero... con la cantidad de ingredientes que robo... solo hay para dos personas.

—Gil y Harry. Debe estar planeando traerlos de la Isla.

—La pregunta sería para qué...

Ambos se imaginaron los peores escenarios, conociendo el odio entre Uma y Mal nada bueno podría salir de la mente de la bruja.

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Estuvieron unas dos horas, antes de que Mad Maddy diera con el rastro del rubio. Les explico que había una energía que la bloqueaba. Y no era la magia del Hada Madrina que impedía la salida de los villanos. Era algo más antiguo, algo distinto a cualquier cosa que pudiera conocer.

Con su pico abrió un camino por el sótano (no pensaba meterse completamente en el agua estancada), hasta encontrar el pasaje por donde había entrado Gil. Los guio a los hermanos hasta la cueva, nadando en su enclenque barquita, hacia el islote donde un bulto se dejaba ver. Harry corrió hasta él con la desesperación de un amante, pensamiento que compartieron las dos mujeres que lo acompañaban y que guardaron para sí mismas.

—¡Gil! Gil, despierta por favor, despierta.

El dolor de su hermano, realmente empezaba a estrujarle el corazón. Bien sabía que no era algo propio de villanos, pero ¡Mierda! había cuidado del pequeño Harry desde que usaba pañales ¡cómo no le iba a afectar verlo así! Con cuidado, condujeron al durmiente de vuelta al faro. Sin notar el huevo extraño que estaba a un costado del rubio.

Pasaron horas, la noche cayo en la isla. Maddy ya se había retirado, Harriet aún estaba allí y, para sorpresa de ambos hermanos, Smee había ido a ayudar alertado por la de cabello aguamarina. El señor Smee reviso con gran cuidado el cuerpo del hijo de Gastón y, tras un buen rato, dijo que estaba en perfecto estado. Aun así, Gil no despertaba. Abatido, sin saber que mas hacer, Smee salió del faro entrada la madrugada para ir a decirle las nuevas al capitán Garfio. El hombre era cruel, pero sus hijos eran sus tesoros y no dejaría sufrir solo a ninguno de los tres.

Eran casi las diez de la mañana cuanto el alto pirata hizo aparición en la residencia de su hijo. Y no venía solo, traía consigo a la anciana Madame Mim, al doctor Facilier y al mismísimo Hades. Su hijo corrió a abrazarlo, si su padre venció su miedo a estos tres para ayudarlo eso decía mucho de la clase de padre que era. James le sonrió a su hijo y le dijo que todo estaría bien, que no temiera. La familia pirata dejo trabajar a los demas y dejaron el faro por un par de horas.

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—¡Finalmente!

Uma estaba en la cueva/gruta más cerca de la playa y la escuela de Auradon. Tres meses y seis días, pero había valido la pena. Ya tenía la poción Marinis Branquis para sus amigos. Embotello ambas muestras y descarto todo lo que echó a perder, mientras acomodaba su improvisado caldero. Una punzada terrible le atravesó el pecho, indicando algo que logró asustarla: algo pasaba con sus chicos favoritos. Usó su collar para abrir un enlaza con Gil y Harry... y el miedo le invadió. No podía dar con Gil, de ninguna forma y Harry parecía estar al borde del colapso nervioso.