Dieciocho.- Reencuentro.

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Habían sido las dos semanas más largas de mi vida.

Estos días en casa de Ethan habían sido agotadores, sobre todo porque él y Olympia no paraban de discutir sobre quién debía cuidarme o no.

Nada más llegar del hospital el día que me fracturé el tobillo, le pedí el móvil a Ethan para llamar a Oly, puesto que el mío se había quedado en el baño de mi casa, y desde que le había indicado el camino a casa de Ethan no había salido de allí.

No parecían llevarse muy bien, porque que cada vez que sus miradas se cruzaban saltaban chispas, pero, aún así, ambos se aguantaron y fingieron sus mejores sonrisas mientras estaban frente a mí ―aunque luego, cuando uno de los dos desaparecía de nuestra vista, el otro lo criticaba a más no poder―.

En fin, a pesar de ser yo la lesionada, en vez de ser cuidad fui yo la que tuve que cuidar de ellos.

Había hablado seriamente con Ethan y le había informado de que volvía a casa. Él, obviamente, no se conformó, pero tras explicarle mi situación terminó aceptándolo. No quería seguir en casa del doctor puesto que era Oly la que me cuidaba, ya que él la mayor parte del tiempo estaba en el trabajo, y prefería "ser cuidada" en mi casa, donde tenía todas mis cosas.

Así que ahí estaba yo, siendo cargada escaleras arriba hacia mi deprimente piso.

―Ethan, no hace falta que me cargues todo el rato, puedo andar con las muletas ―me quejé, avergonzada.

―No correré el riesgo ―suspiró.― ¿Estás segura de que quieres volver?

―Sí, doctorcito, eres completamente prescindible. Entérate ya ―masculló Olympia a nuestra espalda.

―Ah, ¿sigues ahí? Se acabó mi felicidad ―contraatacó el aludido.

―¡Callaos los dos! Por favor... ―resople y me bajé de los brazos de Ethan, optando por subir sola.

―Autumn... ―me sorprendió una voz que jamás pensé que volvería a escuchar.

Cuando alcé la cabeza se reiteraron mis sospechas. Sentado en el primer peldaño, Andy me observaba con sorpresa y echaba rápidas miradas a mis dos acompañantes.

―Andy ―conseguí gesticular antes de sentir cómo mi cuerpo se paralizaba.

Estaba decidido a permanecer junto a la puerta de Autumn el tiempo que fuese necesario con tal de encontrarla. Hacía ya varias semanas que no conseguía dar con ella. Ni en el trabajo, ni hablando con sus compañeros del mismo, ¡ni tan siquiera en su propia casa! Ya había perdido la cuenta de las veces que la había llamado y escrito mensajes más largos y más cortos... ¡Estaba desesperado!

Así que ahí me encontraba, sentado en los peldaños de su escalera y malhumorado a más no poder.

¿Y si se había ido con otro hombre? Los celos aumentaron el cabreo que sentía y no pude evitar sentirme también excesivamente patético.

Llevé las manos a mi cara y la froté con fuerza, erradicando cualquier pensamiento negativo que tuviese relación con Autumn. Mi preciosa Autumn...

Voces provenientes de la planta bajan restauraron mi compostura, agradeciendo volver a mis pensamientos maduros y cuerdos. Aunque poco duró esa cordura.

Me levanté con rapidez del escalón en cuanto Autumn doblo la esquina, siendo cargada por el tal Ethan y seguida por una chica de la que nada sabía.

―Autumn... ―se me escapó de entre los labios.

El corazón comenzó a latirme excesivamente rápido de felicidad. Felicidad que se evaporó en cuanto fui consciente de cómo la mantenía agarrada contra su cuerpo el gilipollas de su supuesto novio.

BE MY HERO - Andy BiersackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora