3.

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Salió de la universidad, su mochila más pesada que nunca. Y no es porque tuviese muchos libros y materiales en ella, era el hecho de que tenía un montón de deberes que hacer lo que la hacía agobiante.

—¡KyungSoo! —Oyó a lo lejos, una voz masculina. Volteo para encontrarse con el propietario de dicha voz.

—Hola, JongHyuk —saluda.

—Me preguntaba si vendrías a la fiesta de la facultad. Todos irán. Quería saber si tú... —Dijo JongHyuk, mirándolos a través de sus pestañas, su mirada un poco oscura y una sombra de una pequeña sonrisa en sus labios.

—No creo poder, tengo trabajo después de salir. —Explicó. Podría ir, pero había notado que le estaba empezando a gustar a JongHyuk pero, con sinceridad, no podía considerar algo entre ellos que vaya más allá de una amistad... Y ciertamente tenía trabajo—... Después de eso tengo que terminar los deberes. No podría permitirme un poco de diversión con tantas cosas encima. —Continúo diciendo.

—Oh, —dijo, su tono de voz expresaba desilusión y su cara rápidamente perdió el toque picaro —Realmente me hubiera gustado que fueras. —Una arco se alzó en la esquina de su labio, mostrando una bonita sonrisa de lado.

—Sí, a mí también.

—Bueno, si tienes ánimos, todavía te estaré esperando por allá —Dijo JongHyuk, alzando una mano hacia su nuca y frotándola con nerviosismo.

—Lo veo improbable —Dijo con una brillante sonrisa y un encogimiento de hombros. Un toque juguetón e inocente, pero dejando en claro que no esperará por siempre. Le agradaba el chico.

—Vale, bueno. Adiós, Soo. —Y se fue, con una pequeña, pero un poco triste, sonrisa.



Cuando llego al trabajo, no espero encontrar a su jefe despotricando. Algo normal, sin embargo. Pero esta vez no era "solo normal". Las herramientas estaban tiradas. Y este tío era, como dijo antes, un maniático del control. Miro hacia los chicos y los vio pálidos, parecían casi enfermos y a punto de orinarse en sus pantalones.

Intento pasar desapercibido, pero cuando casi estaba en camino a su escritorio, una mano fuerte lo sostuvo del codo.

—¿A dónde vas? —dijo Kai, su voz baja e intimidante.

KyungSoo volteó calladamente para enfrentar a su jefe. Kai estaba colérico, sus ojos rojos de ira, casi podía imaginar cómo le salía humo de las fosas nasales. Dios, no quería lidiar con esto. Este no era su problema.

—Voy a mi escritorio, jefe. —explicó lentamente, como si tuviera miedo de su reacción.

—¿¡No ves que les estoy hablando!? Debes esperar a que termine. Nunca me ignores cuando hablo. —Gruñó. Los dientes rechinando y ojos centelleantes de furia. Su mano apretando dolorosamente.

Los ojos de KyungSoo se agrandaron. KyungSoo estaba un poco asustado. Este tipo le daba escalofríos. Y tampoco quería meterse en problemas.

—Lo-lo siento. No volverá a ocurrir. —dijo rápido, para tratar de enmendar su error.

Kai miro hacia atrás, a los demás empleados.

—¡Muevan sus traseros, putos idiotas!

Sin soltar el codo de KyungSoo, lo llevo hacia dentro, donde estaban sus respectivos lugares de trabajo.

El redimido del infierno | KS JG (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora