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Caminaba deprisa hacia su departamento. El aire cálido rosando sus mejillas, no ayudando, para nada, a su miserable estado: mejillas ardientes, labios rojos e hinchados, pupilas dilatadas. Y ni hablar del resto de él: piel de gallina, sudor frío que bajaba por toda su columna vertebral, una imponente y dolorosa erección, que era agobiadamente acariciada por la mezclilla del pantalón viejo, provocando que pequeñas gotitas de pre-semen emergieran de la punta y mancharán la superficie.

KyungSoo dio gracias a su suerte. Era de tarde y justo ese día se había decidido por unos pantalón de mezclilla negros, de otra forma, se vería desagradablemente vergonzoso... Lo cual sería demasiado para él. Un tipo, con una erección y aspecto de que lo habían follado y luego tirado... no era una imagen muy presentable.

KyungSoo miraba a todos lados, creyendo, que las pocas personas que transitaban en esa calle a dichas horas, se darían cuenta de todo. Que había chupado la rica polla de su jefe, el cual era una flecha y un asunto fóbico hasta la médula, que le había dicho perra y lo había tratado como una sucia puta de cabaret, mientras forzaba su garganta con crueldad, obligándole tragar su corrida. Jodida mierda.

Llegando al pequeño bloque de habitaciones, intentó caminar incluso más rápido, pero el increíble roce que su pantalón provocó a su sufrida polla, le hizo reducir la velocidad considerablemente. Por Dios, casi se corre en plena entrada. Lloriquea internamente, frustrado.

Cuando está a punto de sacar sus llaves para ingresar a su área segura, su pequeño departamento, alguien le toca el hombro, y, cómo andaba tan inmerso en sus pensamiento, el toque desprevenido provocó que diera un respingo y soltara el conjunto de llaves que había estaba sacando de su chaqueta de cuero sintético.

—Hola, KyungSoo. —KyungSoo se dió la vuelta, todavía asombrado, para enfrentar al dueño de dicha voz profunda y un poco nasal.

Frente a él está su, muy conocido, vecino del tercer piso. La única personas que verdaderamente fue de gran ayuda para KyungSoo, desde el momento en que llego desorientado al país.

Se conocieron de una manera cómica. KyungSoo llegaba a su nuevo departamento, cansado, comenzando a desarrollar pensamientos pesimistas, porque había estado toda la mañana y la tarde, de ese día martes, buscando empleo. Fue rechazado una y otra vez. Así solo tenía ánimo para hundirse en el único mueble que poseía su morada: un viejo sofá de dos plazas, de tapiz mostaza y desgastado en las esquinas, con un tarro de helado que había tenido la codicia de comprase la semana pasada con su la paga que consiguió como repartidor de una cadena de comida vegana. Fue contratado temporalmente, ya que una de las chicas del personal había sido asaltada y se encontraba con licencia de tres días... Pero ya esos días de gloria y comida en la despensa, se habían terminado; y, en ese momento, agradecía su ligera falta de responsabilidad financiará, porque, de otro modo, no hubiera podido gozar de un delicioso postre para acariciar su fracaso acontecido.

Cuando estaba sosteniendo la manilla y, por fin, dándose la bienvenida a su hogar, es empujado con brutalidad del costado derecho, haciendo que, como consecuencia, pierda el equilibrio y termine por caer de espaldas al piso.

—¿Qué caraj- —Alzando la cabeza para darle de hostias al tipo que se había atraído a golpearlo de esa manera, deteniéndose en el proceso, al ver cómo un chico de cabellos negros y piel igual de pálida que la suya, hacía doscientas reverencias por segundo, disculpándose.

KyungSoo recorrió su mirada por toda el área del suceso, viendo dos cajas de mudanza tiradas en el piso, las cuales estaban contenidas de libros de estudio (por lo que pudo visualizar) y otros pocos que no. Apartando su mirada de estas, para enfrentar al chico nuevamente.

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⏰ Última actualización: Nov 23, 2023 ⏰

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El redimido del infierno | KS JG (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora