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Por suerte, Kai había salido con su novia para cuando KyungSoo volvió a su escritorio. Decidió trabajar lo más rápido posible, y terminar todo lo que tenía pendiente ese día, así saldría temprano del trabajo y, con suerte, no se encontraría con Kai de nuevo.



Al día siguiente, KyungSoo salió tarde de la universidad. Estuvieron en una conferencia por dos horas y no podía escaparse para ir al trabajo. Los docentes estaban supervisando el salón de eventos por todos lados. Estaba muy nervioso. Kai odiaba las tardanzas, lo dejo bastante claro. No quería bronca... Más de las que estaba acostumbrado a ver.

Apresurando su pasos sobre el asfalto. Sudor bajando por su frente. Carajo. Hace tres días Kai había estado terriblemente molesto...

Terminó recordando ese día, cuando se había encerrado en un cubículo a pajearse, mientras fantaseaba con su jefe hetero y este se follaba a su novia al mismo tiempo, en un lugar diferente. Un rubor pintó sus cándidas mejillas, odiando lo blanca que era su piel.

Se recompuso, no podía dejarse intimidar por un bastardo gilipollas. Estaba dispuesto a enfrentarse a Kai, si este osaba humillarlo solo por llegar unos putos minutos tarde, y claro, que con el odio que este desprendía hacía los homosexuales, más, pues KyungSoo estaba seguro que Kai ya tenía indicios de su orientación. Kai había estado fastidioso a su alrededor. Su actitud se tornaba más enfadada cada vez que chocaba miradas KyungSoo. Lo trataba de forma cruel, desde aquella vez, como si fuera un tonto que no servía para nada y hubiese algún tipo de problema con él. Hablándole tan fríamente, que KyungSoo pensó en que si su tono fuera tangible, lo mataría, de tan cortante.

Realmente, estaba harto de esto. El no era un pequeño cobarde que se dejaba manillar por los demás. Nunca nadie se atrevió a meterse con él, porque KyungSoo no se quedaba de brazos cruzados. Le costó no mandar a Kai al carajo la primara vez que le hablo desagradablemente.

Entrando al taller, saludo a los chicos, y a paso rápido cruzo la puerta para ir deprisa a su escritorio y empezar a trabajar, con la esperanza de que Kai estuviera en su oficina follándose a su zorrona o lo que fuera.

—Una hora tarde —escuchó justo cuando estaba a pocos centímetros de su mesa. Suspiró tembloroso. No contó con esa suerte.

KyungSoo volteó y miró a Kai a los ojos. Parecía feroz, como un perro rabioso listo para atacar. Sus músculos tensos.

—Kai, lo siento, yo, es que- —Fue cortado a mitad de la oración.

—A mí oficina. Ahora. —dijo Kai, en un tono tan suave y calmado que a KyungSoo se le heló la sangre.

Un claro indicio de que estaba metido hasta el cuello de mierda.

Cuando KyungSoo cerró la puerta de la oficina y dio la cara para enfrentar a Kai. Este le dijo que se sentara.

Kai no dijo nada por un largo tiempo y KyungSoo estaba sudando de los nervios. La ansiedad carcomiéndole por dentro: ¿Me ira a despedir? Pero, si aún no he encontrado otro trabajo. Por favor, que no lo haga. Dios, necesito el dinero.

—Mírame.

KyungSoo así lo hizo. Sus ojos se conectaron con los agudos de Kai. No podía sostener la mirada. Pero lo hizo de todas formas.

—Así que... llegas tarde, no un par de minutos, ni un par de segundos. Horas. —Su rostro afilado. —¿Acaso pretendes que te deje pasar eso? —Preguntó. Una sonrisa macabra asomándose.

—Ka-

—¿Acaso te he dado permiso de dirigirte a mí por mi nombre? ¿Ya crees que tenemos tanta confianza? ¿Eh? —Kai dijo, mientras soltaba una pequeña risilla, lejos de estar divertido.

El redimido del infierno | KS JG (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora