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—¡KyungSoo!

—¡Sí! —Alzó su cabeza del escritorio, para encontrarse con los oscuros ojos de Kai, su jefe. Sí, no le había preguntado su nombre, ni el tipo se lo había dicho, pero escucho a los chicos del taller llamarlo de esa forma. Así que el también empezó a utilizarlo, realmente estaba harto de referirse a tipo como "jefe". —... Sí, ¿necesita algo?

—Necesito que imprimas estos cheques y los órdenes por fecha. También iras al almacén, nos trajeron un pedido. Necesito que me hagas una lista de todo y me la envíes. Estaré en mi oficina.

Sin más, se marchó hacia su oficina, con una nube pesada de "no molestar" y algo parecido a cansancio. KyungSoo no le dio mente, su jefe a veces tenía malos días...

¿A veces?

Joder, parecía que el tipo tenía su propia dosis exclusiva de mala mierda.

En el par de semanas que llevaba en este empleo, notó que Kai, su jefe, no era una persona con la que podrías fácilmente relajarte. Verdaderamente era pesado. A veces llegaba como una tormenta, todos se mantenían pasivos y tratando de no meterse en su camino. Este tipo no parecía una persona de andar con rodeos. Fácilmente podría meterte una paliza si venía con la sangre lo suficientemente caliente.

Otra veces estaba muy calmado y apartado, manteniéndose en su oficina y no saliendo de ahí, a menos que fuera para pedirle algo. Lo cual era un par de veces, pero con demandas muy estúpidas: reordenar facturas de hace meses (realmente muy viejas). Incluso, KyungSoo creyó que ya no eran tan relevantes, pero, de igual forma, lo hacía, después de todo, era su trabajo. Traerle un café, por lo menos unas tres veces al día. KyungSoo creía qué tal vez el hombre debía reducir un poco la cafeína: el tío tenía un volcán de temperamento. Suponía que esto solo serviría para hacer de él un toro, listo para embestirte si te arrimabas muy cerca. Ver que todas las herramientas estuvieran en orden después de usarse. El tipo era un controlador compulsivo. Jodido.

KyungSoo llegó a preguntarse un par de veces si... ¿acaso eso era parte de su trabajo? Digamos que pensó que solo se encargaría de facturas y todo lo relacionado, únicamente. Pero, en las últimas semanas, había terminado siendo el "secretario" del tío, a parte de lo que le correspondía. Se preguntó si debía compartir su duda con él, pero sólo imaginar esos ojos amenazantes y siniestros mirándolo fijamente, mientras esperaba a que dijera algo, se volvió atrás.

El tipo daba miedo, tenía que decirlo. Sin embargo, esa aura peligrosa le hacía sentir cosas en el estómago, cosas perversas. Le molestaba, le disgustaba que este tipo pudiera mover esos puntos en él. Incluso, llegó a tener una erección hace una semana, cuando Kai le gritó a uno de los chicos del taller, por perder un nuevo pedido de tuercas en el envío local de Hwanjang. El poder de su voz, su autoridad. A KyungSoo se le heló la sangre y su entrepierna punzo de forma desagradable.

Cuando salió del trance en el que estuvo por media hora, se dio cuenta que, Kai ya había terminado de poner la estaca de "están en problemas" bien alto.

Se revolvió en el asiento, mirando alrededor, por si alguien se había dado cuenta que había estado salivando como tonto por su jefe. Su jefe muy heterosexual y controlador.

Ya había confirmado esto. El tío tenía una chica. A veces ella venía al taller, y juntos se encerraban en su oficina... No sabía por qué tardaba tanto en salir, pero se enteró de una manera muy perturbadora para su triste capacidad auditiva. La chica era un pelín ruidosa. No tanto como para que todos los del taller la escucharan, pero sí para que KyungSoo pudiera oír todo, nítido y crudo, de principio a final. Su escritorio estaba a solo un par pulgadas. Era un jodido infierno. Y, aunque le desagradada escuchar esos gemidos chillones, no pudo evitar pensar en lo bien que debía follar su jefe. La mujer parecía disfrutarlo totalmente.

Pero no era solo la oficina donde tenían su íntimos momentos. A veces se besaban y manoseaban en algunos lugares del taller. KyungSoo podía verlos en algunas ocasiones. Y, sinceramente, le enfermaba. La chica no podía parecer más puta: la mayoría de ocasiones, su escote era muy revelador, siempre llegaba con unos shorts que fácilmente podían confundirse con ropa interior, y su actitud necesitada cada vez que estaba al rededor de Kai.

Por Dios, sólo estás celoso de que ella sí pueda tener una probada de esa polla y tú no, se dijo a sí mismo, confirmando que no era su inexistente promiscuidad. Podía tener 19 años, pero no era un virgen ni mucho menos. Sin embargo, no podía darse el lujo de andar de coquetón en algún sitio alrededor de aquí. Había oído una historia lo bastante escalofriante de su jefe.

«Hace dos años, llegó un tío a este taller, buscando trabajo. Estuvo trabajando por un par de meses, hasta que de la nada y sin avisar a nadie, no volvió más. Se cuenta que estuvo internado en el hospital. Al parecer, el tipo había estado probando terreno con Kai, pero este siempre se mantenía distante, dejando claro su desagrado por la sexualidad del tío. KyungSoo preguntó por qué Kai no lo había despedido y se había ahorrado las molestias de tener que lidiar con el coqueteo del muchacho todos los días, pero uno de los chicos (quien llevaba más años ahí) le dijo que Kai, de hecho, iba a hacerlo, pero para ese tiempo las cosas no estaban yendo nada bien en el negocio, y realmente tenían mucho trabajo que hacer, por lo que no tuvo más remedio que aguantar un poco más al chico y su desagradable persistencia. No obstante, un día, Kai se había quedado hasta tarde, como hacía muchas veces (siempre le gusto adelantar al trabajo). Era más o menos pasada la medianoche y ya no habían empleados trabajando en el taller... a excepción de uno, el chico nuevo. Marcus, así se llamaba, tocó la puerta de la oficina de Kai y, antes de que Kai respondiera, entró. Kai le pregunto por qué seguía allí si no eran horas de trabajo, el tipo solo empezó a desnudarse sin ninguna explicación... hasta lanzarse sobre él. Kai estallo, comenzado a golpearlo sin control, mientras le gritaba un montón de adjetivos calificativos desagradables: maricón de mierda, chupapollas, me das asco. La ira lo cegó. Y solo se detuvo cuando el chico estuvo casi inconsciente debajo suyo. Su cara toda destrozada y magullada. Eso lo detuvo».

«—Lárgate. No te aparezcas por aquí, jamás. Marica».

KyungSoo no pudo ocultar su sorpresa ante esto, diciéndose así mismo que debía tener cuidado con Kai. Si fue capaz de casi matar a un tipo por insinuársele, no quería correr el riesgo de ser el siguiente en recibir una paliza de este hombre. Ninguno de los muchachos sabía sobre sus gusto en cuanto a los hombres, por lo que se sintió aliviado. Ya no confiaba mucho en este ambiente laboral.

Aun cuando los chicos le dijeron que el muchacho nunca denunció a Kai por la paliza que le propinó, y que, incluso, mintió a la policía, diciéndole que habían sido un grupo de pandilleros quienes lo asaltaron. Asegurando que, quizá, el chico se sentía responsable por lo que le había pasado, puesto que, si no hubiera insistido a Kai, sabiendo que este había dejado en claro que no pasaría nada entre ellos dos, Kai tal vez no lo hubiese destrozado de una golpiza.

Sintió pena por el chico. Enamorarse de hombres hetero es un gravísimo error.

El redimido del infierno | KS JG (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora