Dia 2

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Un tono

Dos tonos

Tres tonos

Y lo volvió a mandar a buzón.

Odiaba de sobremanera que no le cogieran la llamada, pero odiaba mucho más sentir la constantemente presión en su pecho y escuchar esa pequeña voz que solo existía en su cabeza exigiendo actuar, hacer algo, lo que sea solo para tener constancia de que Gustabo y Horacio no estaban ahora bajo tierra o al fondo del mar, o peor aún; que ahora mismo están siendo extorsionados o torturados por la mafia. Joder, esto lo estaba matando.

—¿A quien llamas tanto?— Cuestionó la pelirroja, dirigiendo su atenta mirada al Superintendente. Nunca, en lo que llevaba de volver a reencontrarse con el, lo había visto tan preocupado y persistente

—A Gustabo y Horacio— Suspiró con cansancio, rindiéndose por completo a seguir llamando —No he recibido noticias desde hace dos días. Es imposible que hayan desaparecido así.

—Bueno, probablemente ya estén muertos— Esbozó una pequeña sonrisa, como si la situación se la estuviera tomando a broma y eso hizo que Conway solo enfureciera más. Michelle lo notó, y borró rápidamente todo rastro de burla en su cara

—Peina la ciudad entera— Le dió una rápida vista a su oficina, calvándola en los otros dos agentes en cubiertos: Freddy y Volkov —Todos van a inspeccionar cada rincón de Los Santos, cada lugar, cada bosque, y si es necesario vacíen el puto mar hasta encontrar a esos dos gilipollas

—¿Y tú qué harás mientras tanto, Jack?— Volvió a preguntar Evans, con ese toque de incredulidad fingida que siempre ponía nervioso a Conway

—Les haré una visita a los mecánicos— Y esta vez Jack sonrió con malicia, planeando todo lo que iba a hacerles a todos y cada uno de los integrantes de la mafia. Ya los tenía fichados, tenía un lugar, un tiempo y un objetivo

—¿Tu eres tonto o que te pasa en la cabeza? No puedes hacer eso así por la cara anormal, vas a dar mucho el cante— Se interpuso su superior. Intentaría negarlo pero si que tenía razón, pero Dios, ya lo había hecho con Kalahari y Tonet y salió todo como esperaba, ¿porque esta vez no funcionaría?

—Me importa una mierda, hice una puta promesa Evans. Si a ellos les llegara pasar algo la ciudad va a arder, y ya tengo la gasolina y el mechero para hacerlo— No esperó respuesta de ninguno en esa sala y cruzó esa puerta

Conway es un hombre calculador, inteligente y frío a la hora de hacer su trabajo, pero siempre tenía un punto débil, un talón de Aquiles que si se atrevían a ponerle un dedo encima; toda esa actitud se iría por el caño para dejar a un hombre impulsivo, un hombre que no se guía de lógica ni discreción, sino por sus sentimientos.

Solo tenía una cosa clara: encontraría a los dos hermanos vivos o que suba el diablo a la tierra y se lo lleve personalmente al infierno.

Desaparecidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora