Dia 4

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A continuación se describirá contenido explícito que podría herir la sensibilidad del espectador. Se recomienda discreción

También quiero decir que se me bugeó Wattpad y no me deja poner videos en la multimedia, así que reproduzcan "Bizarre Love Triangle de Frente!" Al momento de que aparezcan los tres puntos suspensivos. Muchas gracias y perdón por las molestias ;)
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Las noticias corren rápido, y en menos de 24 horas la ciudad entera ya estaba al tanto de la muerte del conocido jefe del mecánico, incluso habían encontrado el cadáver de Armando Grúas a las orillas de la playa cerca de licorería. Hasta el más tonto sabía que la muerte de Armando fue un asesinato, y que el cuerpo yacía allí tirado en la playa descaradamente, colocado especialmente ahí para que lo encontrasen.

La mafia lo tenía claro: eso no era una amenaza, sino una declaración de guerra. Quien sea que fuese el maldito que le arrebató la vida a uno de los miembros de la familia, también los tiene a ellos en la mira, y no tardaría en hacer el primer movimiento en su contra.

Lo que no sabían, era que el primer movimiento era el decisivo, o bueno, lo descubrieron aquella mañana a las ocho de la mañana, al sol aún le faltaban unas horitas para salir completamente y los pajaritos ya volaban en parvada y recitaban su dulce canto.

—¿¡Que se supone que vamos a hacer ahora!?— Exclamó Tonet, caminando de un lado a otro intentando no alterarse de sobremanera, pero le fue imposible

—¿Tu que clees? Vamos a luchal contla los que matalon a Almando— Dijo el chino, sosteniendo con fuerza el AK entre sus manos, decidido

—Ni siquiera sabemos quienes son wey, ¿como vamos a partirles la madre?

—¿No es obvio? Ellos mismos vendlan a pol nosotlos, y cuando lo hagan, estalemos plepalados

A lo lejos, sonidos de sirenas alarmaron a la organización, haciendo que fruncieran el ceño confundidos. Se esperaban de todo, hasta a la misma mafia de la meta venir a la sede a darles plomo pero ¿que demonios pintaba la policía?

—¿¡Como chingados descubrieron la sede!?— Gritó con furia Emilio, colocándole un cargador a su arma

—¡Yo que se!

Kalahari pensó, imaginando que haría Nadando en estos casos, que diría y que ordenaría, porque a pesar de ser el jefe, Armando siempre fue la mente maestra de todo. Su mente se quedó en blanco, no había pasado ni un día desde que Armando ya no estaba más y Dios sabe cuanto lo extrañaba y extrañaría por el resto de sus días, su presencia en los atracos, los tratos de armas, tiroteos, etc.

Ya nada iba a ser lo mismo, pero ¿como saberlo si ahora tenía que preocuparse por su propia vida y la de sus compañeros?

—¡Cúbranse!— De inmediato gritó Juanjo, activando todo sentido de supervivencia en los demás que se dispersaron por la instalación en busca de un lugar en el que cubrir sus espaldas

Eran más policías que ellos, siendo el cabecilla el Superintendente que no dudó en disparar contra de los que había tenido visual de su escondite, siendo el primer abatido Manolo, seguido por Emilio.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco... eran más de cinco policías apuntando y disparando a todo. Chino pensó, pensó mucho, y su única conclusión fue que sin Nadando no había organización, no había mafia, no quedaba nada. Si Armando no estaba, ya no tenían nada más.

Suspiró, apoyando su peso en el contenedor de carga

...

—¡Inspeccionen la zona y busquen algún rastro de Gustabo y Horacio!

Gritó por la radio después de asegurarse que todos los mafiosos estaban abatidos y que tenían pulso estable, no sin antes de pedir EMS para acudir a la sede.

Recibió como respuesta un "10-4", había mínimo seis agentes rebuscando por todo el puerto, así que simplemente se quedó de pie ahí, cerca de la entrada del puerto. Sentía un peso menos de sus hombros y eso le alivió, pero no consiguió la tranquilidad que añoraba, y sabía que no la conseguiría hasta tener noticias de sus dos agentes, pero mientras esperaba; se lió un cigarrillo.

Expulso el humo de la segunda calada cuando la voz temblorosa y muy poco inaudible por el tono bajo del comisario Greco destacó de entre todas en la radio

—10-9 Greco

D-dije que... los encontré, Súper— Titubeo, como si hubiera visto a un... muerto

—¿Donde?

—En el cuarto del fondo, último pasillo—

Se giró, encontrando inmediatamente la bodega a la que se refería el comisario pues era casi la única, además de reconocerlo a lo lejos.

Corrió como si su vida dependiera de ello hacia ahí mientras miles de posibilidades se le venían a la cabeza, se preparó para todas y cada una de ellas, como si el tiempo fuera en cámara lenta hasta que por fin llegó al marco de la puerta, apartó en un empujón a Rodríguez para darse paso a la bodega.

Una escena que solo era digan de una película de drama y terror fue su campo visual, el olor a podredumbre y descomposición hizo que inconsistentemente se tapara la nariz con los dedos índice y medio. Abrió sus ojos al máximo, convenciéndose a sí mismo que esto solo era un sueño, una pesadilla, una muy horripilante.

Gustabo, con los ojos hinchados y rojos y ojeras adornando debajo de estos, se aferraba al cuerpo inerte del chico de la cresta, aprisionándolo contra su cuerpo y rodeándolo con sus brazos mientras escondía su cabeza en el espacio de su cuello y hombro. El sonido de sus sollozos, susurros y balbuceos eran ininteligibles, pero parecían ser disculpas, y no paraban.

En ningún momento paro de disculparse

Levantó la mirada hacía el Superintendente y le dedicó una tétrica sonrisa

—Me obligó a matarlo— Pronunció, acariciando con ternura los cabellos de su hermano, pasando sus dedos por la herida de bala perfectamente centrada en su cien, de donde ya ni siquiera salía sangre

El olor, mezclado con la impresión y el fuebre ambiente pesado, le provocó náuseas a Jack, que inmediatamente se cubrió la boca su mano derecha y se inclinó a su derecha y dejó salir el vomito al suelo.

Desaparecidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora