Había acabado bien la plática con mi madre, mi temor se disipó al instante que me levanté de mi asiento cómo una nube densa de humo de cigarro, dejando un leve rastro de la experiencia en mi mente y en mi cuerpo, la adrenalina en estado pasivo que corría por mis brazos y piernas, fue más que suficiente para mandar a mi cuerpo a ir a mi habitación con el presentimiento de estar satisfecha. Todo ese alivio desapareció cuando ví a Ben salir corriendo del pórtico de mi casa, esa inseguridad del transcurso de mi concluida platica había resurgido dentro de mí igual que antes.
Al parecer Ben sí me fue a visitar, tal vez dedujo que no era buen momento y decidió quedarse a averiguar y satisfacer su curiosidad, no importaba el motivo, en ese momento lo odiaba más por quitarme mi tranquilidad que por haberse entrometido durante la plática.
Solicité un permiso a mi madre cómo si no hubiera tenido la anterior conversación y me contestó de la misma manera, cómo siempre. - Claro hija - concedió mi petición.
- Iré con Ben, no tardo - dije con prisa en la voz.Caminé hacia afuera de la casa en dirección a la casa de Ben, y en cuanto desaparecí del ángulo de visión de las ventanas de mi casa corrí hacia la casa de Ben con una explocion frenética en el movimiento de mis piernas. Me quedé sin aliento a la mitad de camino, podía ver a Ben a lo lejos, unas dos cuadras pero ya era demasiado para la energía que me quedaba, así que sólo apreté el paso cambiando a la acera que mantenía la sombra.
Deseando que Ben prestara atención a mi presencia le arrojé una piedra de enfrente de la frutería de la señora Elena y le pasó rosando la cabeza, normalmente me habría sobresaltado pero por esa ocasión deseé que le hubiera pegado con una roca más grande aún, en fin, ya tenía su atención, le hice una seña para que se acercara a mí y obedeció, cuando estábamos ambos a lados opuestos del cruce de la calle Frausto con la calle Edén lo miré tratando de infundir en él su evidente error, sólo siguió caminando hacia mí, podía ver la culpa en sus labios inertes, lo había reconocido, así que bajé mi tono de voz para comenzar a interrogarlo,
- ¿Por qué no tocaste la puerta? - le dije con un toque de rigidez en la voz.
- Quería esperar a que salieras pero tenían la ventana abierta, la verdad no escuché nada, permanecí sentado en el pórtico todo el tiempo - Pude percibir un latente nudo en su garganta así que subí el tono un poco.
- ¿Y qué escuchaste? Dime y tal vez considere justificarlo.
- Ah ok, ahora que lo mencionas, escuché algo sobre que te van a desaparecer o tal vez te maten tus propios padres, pensé en llamar a la policía pero - interrumpí.
- ¡I, dio, ta!, Perdón por la palabra, pero te lo mereces. Todo está bien, ¿Entiendes?.
- Lo sé, por eso te levantaste primero, en cuanto ví que te levantaste antes que tú madre supe que todo estaba bien, te veías aliviada y por eso pensé que mi presencia ya no era crucial ya que lo tenías bajo control, por eso preferí "nunca haber estado ahí" te conozco y sabes que no soy tan estúpido.Le repliqué repitiendo el "tán" de su oración - ahhh bueno está bien, le dije a mi mamá que iría a tu casa, vamos si quieres.
- Haha, ¿Y por qué crees que te dejaré entrar en mi casa?
- Por que eres un caballero, ¿O son puras mentiras lo que dicen?
- Tushé, vamos.Me encantaba ir a su casa, no por estar en ella, era por su calle, mi calle favorita, la calle Russell a sólo cinco cuadras de el cruce dónde estábamos, doblamos a la derecha para recorrer el último tramo y ahí estaba lo que admiraba del camino.
Una calle con árboles en cada acera cada diez metros tan grandes y majestuosos que incluso parecía un bosque en miniatura, hogar de hadas, duendes y hechiceros. Todo eso me daba miedo pero no dejaba de facinarme.Llegamos a su casa y pasamos, saludé a sus padres, lo habitual, todo era aburrido ese día, al grado de que podía apreciar sus patrones de comportamiento, mi intención al salir de mi casa ni era estar con él, era averiguar que sabe, él podría ser muy inteligente y metódico, pero no era mentiroso, eso iba contra su orgullo de caballero de antaño, o algo así dice él.
- Ya es tarde, me debo ir a mi casita.
- ¿Quieres que te acompañe?
- Te lo tomas muy en serio eso de la caballerosidad.
- Es mi deber... ¿Entonces no?
- Haha, no gracias, caminaré solita está vez.Me despidió en la puerta de su casa luego de bajar de su habitación.
Pensé "demonios, si sigue así conseguirá una escritora como esposa" quise disfrutar más de ése tramo de la calle en penumbra, los arboles de ahí me facinaban en verdad por lo que usualmente prefería ir y regresar sóla.
Llegué a mi casa cansada, pero cada vez que iba siempre repetía lo mismo; "valió la pena gracias a los árboles" lo repetí una y otra vez hasta convencerme por que de verdad estaba cansada.
Durante el camino tuve tiempo para pensar en algo, definitivamente quería viajar a aquél mundo, quería adquirir el conocimiento de mis padres, así que me impuse en frente de mi padre alias "el castrador de drogadictos" y le dije que quería hacer un viaje con ellos si me lo permitían.Me dijo que era un problema muy grande si yo iba con ellos, pero me dijo que lo platicaría con mamá, no me sentía aparte de ellos ya, aunque sus planes conmigo eran algo perturbadores en un principio, y aunque ya no los veía cómo mis padres todo era perfecto, encontré la confianza que con otras personas no había podido encontrar, los ví cómo amigos, sin tantas mentiras cómo unos padres, me gustaba mi actual relación con ellos.
Me pidió que me sentara a su lado.
- Aquel es un mundo hermoso a veces, es muy parecido al nuestro, pero es un mundo cambiante, es un espacio compartido entre gente cómo nosotros y otras especies, eso es lo que nosotros investigamos. Y tenemos que dar un informe cada cierto tiempo sobre eso, y es peligroso que vayas - me abrazó con ternura - no quiero que te pase nada, anda ya ve a dormir, o mimir cómo dices tú.
- hahaha, a mimir¹.- Les grité a ambos para despedirme - ¡Buenas noches!
- Descansa, te queremos mucho.Esa noche en la oscuridad de mi habitación escuché una voz nueva, nunca la había escuchado antes, era tan linda, cómo de una niña de diez años.
Ya estaba acostumbrada a esas cosas por lo que no me dió mayor pendiente, hasta que mencionó mi nombre.- Déborah. ¿Estás ahí? Quiero hablar contigo.
Lo primero que pensé fue "mierda, ¡¿Cómo demonios puede saber mi nombre?!
- Sé que me escuchas, puedo decirte todo lo que quieras saber sobre mi mundo.
¹..."a mimir" Vane nwn.
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Los monstruos de Déborah.
Mystery / ThrillerSÓLO LÉELO. (por fis) y voten también. ¿Y si las voces de tu cabeza vinieran de un lugar tan real cómo desconocido y tan macabro cómo las impurezas del mundo? Una chava oye voces y no sé que hacerle a la pobrecita para que se ponga buena la histori...