03. Otra cara.

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Nuestro regreso a casa fue igual que cualquier otro. No habló, ni yo la incite. Quiero decir, la calle no es lugar para las preguntas que debe responderme.

La celebración duró lo suficiente como para querer irse, y lo necesario para ser divertida.

En estos momentos ella, se encuentra atormentada. Lo sé. No hay ninguna razón para decirlo, porque solo Hinata logra ser cristalina sobre sus emociones negativas. Además, un sorpresivo insomnio le prohíbe descansar; pues justo ahora, escucho la firmeza de sus pisadas contra la madera, alejarse.

Va en dirección a la fuente central de la mansión. Su lugar favorito para pensar y deshacerse del dolor durante unos minutos. Considero prudente hacerle cara bajo estas circunstancias; los demás habitantes del lugar duermen profundamente. Así, me aseguro que nuestra conversación no se vea interrumpida. La sigo.

El brillo de la luna es la única iluminación presente.

    —¿Sucede algo, Hinata-sama?— da  un brinco en su lugar, demuestra que está sorprendida por mi visita.

    —Neji-san....— pronuncia, mantiene la mano cerca de mu pecho — Debería estar durmiendo— indica.

    —Debería, sin embargo las lánguidas pisadas retumban en mi cabeza y me es imposible— declaro, infla los cachetes un poco y dirige su rostro de lado. Sonrojada.

    —Perdone— reposo la espalda contra la pared —No volverá a suceder. Descanse— despide, avanza y antes que toque el primer escalón, la detengo.

    —¿Qué es lo que la atormenta esta noche?— suelto, no perderé mi tiempo en tretas estúpidas.

No declinare. Hoy no.

    —No sé de qué me habla— miente. Trata de esconderse, como una cobarde y eso me molesta.

    —La familia Uzumaki es perfecta, ¿no cree?— utilizo mi primera jugada, la provocación.

Caerá, jugará sin notarlo. En este momento no piensa con claridad, la provocaré hasta que experimente lo que es estar entre la espada y la pared.

No dice nada.

    —Naruto es muy dichoso. Obtuvo una maravillosa familia, completa y en crecimiento....— insisto —¿No lo cree usted así, Hinata-sama?— aprieta los puños.

    —Sí... — afirma secamente.

—Es admirable como el destino es generoso con algunas personas, y a otros, los llena de desdicha. Un ejemplo de ello es ust...— gira en seco.

    —¿Tiene algo que decir?— pregunta fría, me cruzo de brazos —Las guerras más importantes se han perdido por estúpidos como usted, que no logran decir las cosas de frente sin tretas— el tono de voz en ella cambia; estoy a punto de lograr mi objetivo.

    —¿Me odia?— pregunto firme. Imponente. Solo así me tomará la conversación seriamente.

Frunce el ceño.

    —La vanidad y el narcisismo es común de la rama principal, ¿No, Neji-san?— río sarcástica. No puedo ceder ante cualquier comentario insinuante.

    —Evadir preguntas también de la rama secundaria— contraataco,  mi comentario logró irritarla porque ahora, esta parada a centímetros de mí.

Mirándome de esa forma amenazante.

   —Sí, lo odio— respondió.

Lo esperaba. Por supuesto que me dolió, pero en mi corazón tenía un mínimo anhelo de que su respuesta fuera no. No digo nada, no puedo.

𝐋𝐚 𝐨𝐭𝐫𝐚 𝐜𝐚𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐇𝐢𝐧𝐚𝐭𝐚.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora