«How Are You» de Cage The Elephant suena atmosférica en mis audífonos. Camino sobre las calles de piedra del pintoresco centro histórico. Observo mis pasos; veloces y torpes. Mi boca se seca y mis nervios aumentan. Manos temblorosas y frías, cristales en mi frente y ansiedad en mis pies. Me detengo frente a la catedral de San Gregorio, diseñada por la prodigiosa mente de Luis Le Vau. El aparador de la tienda LeBlanc refleja mi figura. Saco azul, camisa blanca, pantalones de vestir color gris y zapatos negros. Me acomodo el cuello de la camisa y las solapas de mi saco. Sigo caminando, me encuentro con una mujer, de cabellos cenizos, que vende rosas en una esquina. Las flores más hermosas que he visto. Compro un ramo con doce rosas rojas y camino a la librería de la chica en la cafetería, intentando ganarle a la tormenta que se avecina.
Me detengo en la acera de enfrente, respiro profundamente, observo que Ghenadie se encuentra sobre una escalera ordenando los libros del estante derecho. Lleva puesto un jersey marrón, unos jeans deslavados y un par de tenis Vans clásicos. Se ha cortado el cabello, descansa hermoso sobre sus hombros. Han pasado dos años y me sigue pareciendo la mujer más bella de este planeta. Mariposas revolotean en mi interior, sacando de lo más profundo una sonrisa y dibujándola en mi rostro. Comienzo a caminar, con el corazón latiendo a la velocidad de un auto de carreras. El miedo me abraza como mi sombra, dejando una ligera sensación de pesadez en mis hombros. Cruzo la calle, un auto me cede el paso, las gotas de lluvia comienzan a caer sobre mi cabeza. Entro a la librería, y de mi voz ahogada salen un par de palabras guardadas en mi corazón.
— Hola, Ghenadie.
La asusto, gira su cabeza y me mira sorprendida. Las luces de la librería chocan en su cara, sus ojitos azules son más cristalinos y una lágrima sale de ellos; recorriendo su mejilla y muriendo en sus labios. Baja lentamente, camina hacia a mí y me abraza. Su fragancia es delirante, atrapa todos mis sentidos. Toca mi rostro con sus manos y con la voz entrecortada me responde:
— ¿En dónde te habías metido?
La miro, acaricio su cabello y las palabras brotan de mis labios.
— En el vuelo de las mariposas.
Saca un pañuelo de su bolsillo, seca sus ojos dormilones y me sonríe.
— Te extrañé mucho, Jano.
— Y yo a ti, Ghenadie.
— Te fuiste sin avisar…
— No tuve alternativa.
— Lo bueno es que estás aquí, y ahora sé que eres real y no parte de un hermoso sueño.
— Estoy aquí y no me iré.
— ¿Quieres tomar algo? Tengo café.
— Una taza me vendría bien.
— Ven, cuéntame qué has hecho.Nos sentamos en la sala de lectura, se levanta, sirve dos tazas de café y se sienta de nuevo; pero esta vez, con ambos pies sobre el sofá de piel. Mirada llena de luz, rostro maravillado y esa sonrisa que derrite cualquier corazón de piedra. Entonces, le cuento lo que hice en los últimos dos años, obviamente de manera simbólica, pues no quiero que se asuste con la magnitud real de las cosas.
— Nunca dejará de encantarme tu manera de hablar.
— Y yo nunca dejaré de maravillarme con tu mirada dormilona.Estoy dispuesto a decirle lo que siento; que no he dejado de proyectarme a su lado, recorriendo las veredas del destino. Un cosquilleo comienza en las yemas de mis dedos, recorre mis brazos y descansa en mi corazón. Momento de silencio, las miradas expresan lo que sentimos, recorro con mi dedo la suela de mi zapato, siento una pequeña fisura, suspiro.
— Ghenadie…, he esperado dos años para decirte esto. Pero, hoy, después de que millones de mariposas aletearon para traerme a este lugar, quiero decirt…
— ¡Hemos vuelto! —interrumpe una voz masculina.Giro mi cabeza, es un hombre apuesto, con unos treinta y cinco años encima. Alto, tez blanca, ojos avellana y cabello marrón. Pienso en mis adentros: mucho más atractivo que yo. Viste con una camisa a cuadros roja, chaqueta de tela verde militar, pantalones casuales negros y botas de montaña. A su lado, una carriola azul, con franjas negras y grises; las llantitas están gastadas y tiene una mancha de chocolate en la parte posterior. Ghenadie se pone de pie, me mira sonriente y me presenta al simpático sujeto:
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Máquina de Decepciones de los 80's
Mystery / Thriller¿Crees en el efecto mariposa? Jano es un agente de la orden secreta "La Divina Obra del caos". Su misión es provocar pequeñas variaciones en el inicio de un suceso que desencadenen una serie de eventos que culminen en un resultado. En pocas palabra...