Kaori (fragancia)

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Kagome recorría el pasillo en silencioso asombro. Apenas salir de la habitación de Sesshomaru se había encaminado a las habitaciones de huéspedes, buscando a Kouga, al no encontrarlo comenzó a vagar por los corredores, apreciando la belleza serena de la construcción. El lugar estaba diseñado con sencillez y elegancia; como su habitación y la de los niños, con su pulido suelo de madera oscura y paredes blancas, con muebles labrados primorosamente, sabanas de seda y un surtido completo de elegantes prendas, todas ornadas con el escudo del Oeste.

El rumor de su Mofuku de seda la relajaba de una forma extraña, la joven youkai que la asistía en su vestido, le había ofrecido un kimono de esplendida seda rosada. Al parecer, los youkai no guardaban luto por sus fallecidos. Kagome le aclaro que ella seguiría usando el negro por mucho tiempo.

No había estado muy atenta a sus pasos, por lo que se sorprendió al encontrarse de frente con un bosque. Enormes árboles se extendían a lo lejos, hasta la base de la montaña. Una suave pendiente cubierta con enormes y pulidas piedras, hacia la función de camino hasta la espesura. Aquí y allá se veían salpicaduras de color durazno, malva, rojo y rosa claro, que contrastaban bellamente con los diversos tonos de verde del pasto y los árboles. Se quedó contemplando todo un instante, antes de bajar por la curiosa escalinata lentamente. Tras la primera línea de árboles el rumor del agua saltando entre las rocas le dio la bienvenida. Un hilo de agua clara borboteaba suavemente y formaba el estanque frente a ella, antes de seguir su camino adentrándose en el bosque.

Algunas aves trinaban entre las ramas, flores de diversas estaciones llenaban el aire con su fragancia suave, era un lugar de abrumadora calma. Poco a poco se dejó caer en el pasto, doblando sus rodillas hasta apoyar el mentón sobre ellas, cerrando los ojos se relajó lo suficiente para liberar el sello sobre su aura. Se sentía bien dejar su energía libre, sin la opresión que ejercía todo el tiempo sobre sí misma para mantener su energía oculta.

- Quería preguntar la razón del sello que usas sobre tu esencia...

Kagome abrió los ojos, sobresaltada. Frente a ella, sobre una rama elevada, descansaba el Señor del Este.

- …Kai

Con un ágil salto cayó a tierra, sin hacer ruido alguno. Se acercó hasta la joven mujer, consciente de la inquietud que comenzaba a tintar el suave aroma de la sacerdotisa. Se detuvo a un costado haciendo una leve inclinación de cabeza mientras señalaba el pasto junto a ella

- ¿Puedo acompañarte?

Kagome lo miró un instante, había algo en aquel youkai que lo hacía profundamente distinto a los demás. Era un poco como su querido Jineji, la certeza de una alma gentil, sin importar el inmenso poder que pudiera detentar.

- Por supuesto Kai…- Kagome volvió a la contemplación del paisaje, completamente cómoda con la silenciosa presencia junto a ella. El Daiyoukai observaba el entorno, regresando la mirada ocasionalmente a la silenciosa joven a su lado. Era…desconcertante. Apenas lo conocía y ya se sentía confiada con él. ¿Era tanto su poder? ¿Lo consideraba débil acaso? La sola idea de aquella mujercita tratándolo como un youkai del que no había nada que temer, lograba molestarlo un poco…tal vez más de lo que el mismo creía…

- ¿Cómo va el templo? – Azules ojos se clavaban en el con calma, como si supiera exactamente lo que pasaba por su cabeza.

- Las reparaciones ya se han terminado, se envió al artesano y varios obreros que dejaron el lugar exacto como Sesshomaru lo hizo hace tiempo. – Kai observo divertido la expresión de miedo que llenó el rostro de la joven humana.

- ¿Sesshomaru hizo el templo? ¿Algo así…como usar sus manos, tal vez? – Kagome sentía que le debía algo más que una disculpa, si recordaba algo del templo era lo enorme y sencillo que le pereció, con algunos hermosos detalles labrados. – El…nunca se me ha figurado del tipo artístico…en especial con lo mucho que disfrutaba destrozar el paisaje en sus peleas con Inuyasha…-Un atisbo de dolor brilló en la mirada azul, antes de observar de nuevo al youkai de ojos carmesí.

Brother in lawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora